Usted está aquí: martes 15 de abril de 2008 Sociedad y Justicia Rumbo a Pekín a través de las balas

Rumbo a Pekín a través de las balas

La velocista iraquí Dana Abdul Razzaq supera adversidades en la violencia de Bagdad

Reuters

Bagdad, 14 de abril. La velocista iraquí Dana Abdul-Razzaq ha eludido balas para dedicarse a su amor por correr, en su determinación por llegar a ser la única mujer de su país en participar en los Juegos Olímpicos de Pekín.

Pocos atletas se han topado con los obstáculos que la corredora, de 21 años, ha superado: desde la amenaza de un francotirador hasta la penuria de encontrar instalaciones de entrenamiento adecuadas y la opo- sición religiosa y cultural que padecen las atletas.

“Me encanta correr; tengo el deseo de practicar y soy ambiciosa a pesar de todos los problemas a los que me enfrento”, comentó en el desmoronado estadio Shaab de Bagdad.

En octubre pasado, Abdul-Razzaq entrenaba con el preparador Yousif Abdul-Rahman en la pista ovalada Jadriya, del centro de Bagdad, con vistas a los juegos árabes, cuando un francotirador abrió fuego cerca de ahí.

“Evadí las balas como en una película de acción”, recordó Abdul-Rahman. “Ella se agachó para eludir una bala que dio en un árbol”, agregó.

Los recuerdos de Dana sobre el incidente son un poco menos heroicos.

“Cuando acabó me desmayé. Volví a mis prácticas media hora más tarde, pero usamos el otro lado del campo de entrenamiento”, expresó.

En otra ocasión, hombres armados abrieron fuego mientras ambos regresaban a sus hogares después de entrenar a través de Saidiya, uno de los distritos más peligrosos del sur de Bagdad.

“Mi entrenador me dijo que me agachara y aceleró. Yo lloraba, pero sobreviví, gracias a Dios. No les conté a mis padres”, recordó Dana.

La violencia se ha vuelto cotidiana para los iraquíes. Miles han muerto en enfrentamientos entre la mayoría chiíta y la minoría sunita musulmana desde que la invasión encabezada por Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein, hace cinco años.

Sus esfuerzos han sido premiados con un pasaje a Pekín, cortesía de uno de los cinco puestos “comodines” dados a Irak por el Comité Olímpico Internacional (COI), ahorrándole el problema de calificar directamente.

La velocista competirá en las pruebas de 100 y 200 metros, un sueño hecho realidad después de haber comenzado a correr hace apenas seis años, cuando asistía a la escuela secundaria. Desde entonces ha ganado más de una docena de medallas en competencias árabes y asiáticas. “Estoy muy feliz porque siento que el fruto de todo mi arduo trabajo son los Juegos Olímpicos”, comentó.

Limitaciones

El año pasado, el Comité Olímpico Iraquí dijo que desde 2003 habían muerto 104 atletas, entrenadores, administradores y árbitros.

El número de funcionarios olímpicos desaparecidos se mantiene en 22, entre ellos el entonces director del Comité Olímpico, quien fue secuestrado junto con otras personas en julio de 2006. El paradero de todos aún se desconoce.

El contingente olímpico de Irak aún no se ha completado, pero la unión de atletismo enviará a Abdul-Razzaq y a otro atleta, tras recibir dos invitaciones.

Abdul-Razzaq entrena dos veces al día, seis días a la semana; cada sesión dura tres o cuatro horas. Las instalaciones son básicas, por decir lo más.

Vestida con modestia en un conjunto deportivo negro y blanco, empieza cada sesión con estiramientos y entra en calor con un suave trote bajo la mirada observadora de su entrenador Abdul-Rahman.

El agua se filtra sobre el borde de la pista de atletismo del estadio Shaab, que data de la era previa a Hussein, mientras su prometido –quien pidió no ser identificado– corre junto a ella.

Mástiles vacíos y tribunas de concreto resquebrajado bordean el campo, mientras otros atletas olímpicos en potencia realizan entrenamiento de carreras cortas.

“Es el único estadio apto para practicar, es mejor que nada”, dijo Abdul-Razzaq.

Las instalaciones en el campo Jadriya son incluso peores; la superficie quedó arruinada por los vehículos militares estadunidenses todo terreno que pasaron durante la invasión.

Abdul-Razzaq irá a Pekín sin el apoyo que reciben otros atletas de su legión de doctores, nutricionistas, masajistas y otros especialistas proporcionados por sus federaciones nacionales deportivas.

“Se supone que debería tener un masajista, sufro espasmos musculares cada día. Un doctor debería darme un programa nutritivo específico. Me siento mareada ahora, dado lo arduo de mi entrenamiento y porque no sigo una dieta específica”, comentó.

Las autoridades iraquíes de atletismo no han puesto gimnasios a su disposición, de modo que la velocista a menudo paga de su bolsillo para usar gimnasios públicos para los entrenamientos con pesas que necesita.

“Estoy limitada por todos lados”, dice.

La velocista recibió ofertas de programas de entrenamiento afuera de Irak, pero las rechazó porque su unión de atletismo no permitiría que su entrenador la acompañe. Sin embargo, esperan poder viajar y entrenar juntos antes de que comiencen las Olimpiadas, en agosto.

Su familia la alienta a seguir adelante –su padre era un ciclista nacional y su hermano un físico culturista– pero hay muchos en el religiosamente conservador Irak que piensan que la joven no debería competir.

“Hay personas que apoyan el deporte, pero están las tradiciones y las costumbres que dicen que viajar y correr es difícil para una mujer, que debería quedarse en casa”, dijo Abdul-Razzaq.

“No estoy haciendo nada malo o haram (prohibido para los musulmanes)”, comentó.

El entrenador Abdul-Rahman está a su lado a cada paso del camino, ayudándola a superar los peligros y dificultados de ser una atleta en Irak.

“No puedo decir que ganará una medalla en las Olimpiadas, es difícil, pero al menos nos estamos desarrollando”, afirmó.

“Podemos acercarnos a los otros, o romper el récord iraquí. Esto se consideraría un logro”, añadió.

 
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