Usted está aquí: lunes 14 de abril de 2008 Deportes Recomiendan las corridas incruentas como una manera de preservar el toreo

TOROS

■ Experto: se debe pugnar por la expansión de la fiesta brava hacia nuevos públicos

Recomiendan las corridas incruentas como una manera de preservar el toreo

■ Tradición debilitada y modernismo fortalecido exigen otras opciones de tauromaquia

Leonardo Páez

Ampliar la imagen Muchos preferirían no tener que matar al toro, sostiene Carlos Hernández, autor de Sin sangre Pajarito... Muchos preferirían no tener que matar al toro, sostiene Carlos Hernández, autor de Sin sangre Pajarito... Foto: Imagen tomada del libro Los toros

Sin sangre Pajarito, novela no apta para taurinos, es el título de la originalísima obra que Carlos Hernández González publicó recientemente en Grupo Editorial Gudiño Cicero con el apoyo del Instituto Tlaxcalteca de Cultura.

A la mayoría este nombre no le dice nada, pero taurinos y no pocos aficionados saben que se trata del famoso Pavón, novillero en su juventud, ganadero de bravo, nieto, hijo, hermano y tío de criadores de reses bravas, maestro de toreros, dueño de una sólida formación taurina, de un filoso sentido del humor y un desbordado amor por la fiesta de toros que, con conocimiento de causa y no a base de lugares comunes e infundios, propone al lector una novedosa tesis: que la fiesta de toros se vuelva incruenta como condición para su supervivencia, propiciando además una mayor valoración y más amplia difusión de la misma, sin posibilidades ya de sustentar el antitaurinismo.

–¿Ahora defensor de animales? –le disparo a quemarropa.

–Mira, no es tanto que a mí me impresione lo que le hacen al toro, sino que deseo que tantas personas que detestan ver las heridas del animal y su muerte aprendan lo que es el toreo y gusten de él. En otras palabras, pugno por la expansión de la fiesta hacia otros públicos. Yo maté más de 40 novillos, pero te confieso que ya viejo me he sensibilizado y me he puesto en los zapatos de quienes no les gusta eso, y tienen su parte de razón.

“Si a los taurinos nos pusieran a presenciar cómo le clavan lanzas a un hipopótamo, a un cerdo o a un león, no lo soportaríamos. De la misma manera les sucede a los no taurinos con el toro. Además, hoy en México al toro se le lastima más que en cualquier otra parte del mundo. La megapuya mexicana es asesina. Lo dice el ganadero Julián Hamdan y lo sostienen muchos otros ganaderos aunque no se atrevan a declararlo. Adicionalmente, el peto mexicano es lo que más aniquila la fuerza del toro. Estrellarse contra esa muralla a veces le hace más daño que la sangre que se le extrae.

–¿No es utópico que en México lleguen a celebrarse corridas incruentas?

–Utópico no, sencillamente imposible, ya que las agrupaciones de toreros y sobre todo de subalternos no permitirían nunca un festejo de luces incruento, pero podría empezarse por festivales, donde a los novillos no se les diera ni un piquete de mosco y, claro, tampoco se les matara. Mira, yo mismo, si estoy en buenas condiciones físicas, puedo lidiar un utrero serio en forma incruenta (tengo casi 74 años) ¿Por qué no lo iban a poder hacer toreros jóvenes experimentados y en plenitud de facultades?

–¿Y las banderillas?

–La de banderillas es una suerte bellísima que no debe suprimirse, pero los palos pueden ser fijados en el lomo del toro sin lastimarlo, es decir, simplemente adheridos. Estoy recurriendo a diseñadores industriales para que haya un pegamento natural, sin colas locas ni esas cosas, con el que las banderillas queden fijas al menos durante unos minutos y se aprecie la precisión del banderillero al colocarlas.

“Los taurófobos consideran al torero un ser anormal sediento de sangre, pero nada más falso. Lo que pasa es que ignoran cómo ocurre la metamorfosis de un niño al que desde pequeño le gusta torear. Muchos toreros, pero muchos, preferirían no tener que matar al toro pero tienen que apegarse a lo que señala el reglamento taurino. A mí tampoco me gustaba matarlos, y a Silverio y a David Silveti, menos”. (Continuará)

 
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