Usted está aquí: lunes 14 de abril de 2008 Capital El Callejón de la Amargura “de triste no tiene nada”, aseguran residentes

■ Los vecinos esperan que Garibaldi reviva los tiempos de esplendor del mariachi

El Callejón de la Amargura “de triste no tiene nada”, aseguran residentes

■ Antes los rateros respetaban a los residentes, ahora la gente es más agresiva, aseguran

Bertha Teresa Ramírez

Ampliar la imagen Aspecto del Cajellón de la Amargura, en Garibaldi Aspecto del Cajellón de la Amargura, en Garibaldi Foto: Roberto García Ortiz

Se llama Callejón de la Amargura, pero para muchos de quienes viven o trabajan en esa calle, ubicada al lado de la Plaza de Santa Cecilia, en Garibaldi, el nombre de la vialidad nada tiene que ver con el ánimo de los vecinos. De hecho, dice doña Virginia Villagómez, de 56 años de edad, los mismos que tiene de vivir ahí, “eso del Callejón de la Amargura nada más es la famita que tiene, porque de triste no tiene nada”.

Durante un recorrido por el callejón que desemboca a la plaza central de Garibaldi, recuerda que hace medio siglo el callejón estaba poblado de vecindades “y como eran enormes y había mucha gente todos convivíamos”, sin embargo, hace unos 30 años esas vecindades desaparecieron y Garibaldi sufrió entonces una fuerte transformación. “Fue un cambio tan importante como el que tal vez avizoran las autoridades locales para que la capital del mariachi vuelva a contar con reconocimiento internacional”, comenta.

Añadió que dentro de los cambios que ha sufrido Garibaldi y ese popular callejón, que sirvió de escenario para la filmación de la película Me caí de la nube, con Cornelio Reyna, fue la desaparición del jardín de Santa Cecilia, el cual se hallaba en el centro de Garibaldi; “yo lo que propongo es que no desaparezcan las áreas verdes y que ojalá se siembren más plantas”, expresó.

Otro de los cambios que ha observado en más de medio siglo de vivir ahí es que antes en esa zona “había rateros buenos, que no se metían con uno, respetaban mucho a la gente de por aquí, a pesar de que eran tremendos y tenían su fama, aquí eran bien tranquilos, se prestaban hasta para hablar con los vecinos; ahora la gente es más agresiva”.

Leticia, dependiente de una cantina en la esquina de ese callejón, comentó que poco saben sus habitantes acerca del nombre de esa calle, según platicaban algunas personas mayores del barrio. “El callejón llevaba el nombre De la Amargura porque hacía muchos años, cuando en la ciudad todavía no existía el alumbrado público, aquí se cometieron muchas violaciones y crímenes, eso es lo que contaba la gente mayor.”

Pero para José Enrique, quien desde hace 15 años se gana la vida como fotógrafo dedicado a la venta de la tradicional imagen del recuerdo a turistas nacionales y extranjeros que visitan Garibaldi, el callejón es muy tranquilo, es sano en cuanto a servicios se refiere, inclusive las dos fuentes que lo adornan aún reciben constante mantenimiento, cuentan con alumbrado público y normalmente se encuentran funcionando; sin embargo, “en la noche los turistas no entran porque muchos borrachos deambulan por aquí”.

Teatro abandonado

Lamenta que el teatro y el restaurante Santa Cecilia, otrora famosos por los espectáculos de música ranchera que presentaban, se encuentren abandonados desde hace muchos años. Comenta que el último inquilino que tuvo el teatro fue un grupo de darketos que los fines de semana organizaba tocadas ahí; sin embargo, ignora por qué se fueron. Recientemente los integrantes de la iglesia evangélica Pare de Sufrir ocuparon el inmueble, pero hace apenas dos meses también ellos lo dejaron.

El Callejón de la Amargura, como otros populares callejones que rodean a la Plaza de Santa Cecilia, como el conocido como Montero –donde ya existen obras de remodelación– o el llamado De los Locos, han sido ocupados muchas veces por indigentes, teporochos o drogadictos, pero ahora podrían transformarse en espacios para el turismo, pues el gobierno de la ciudad planea conformar un corredor turístico que abarque Bellas Artes, Garibaldi y la Lagunilla.

Recientemente las autoridades capitalinas informaron que los trabajos que se van a realizar en Garibaldi se han dividido en varias etapas; lo primero ha sido socializar el proyecto para contar con la participación de los vecinos y con el objetivo de no afectar a los habitantes.

Al momento se han destinado 30 millones de pesos para realizar obras de remozamiento en las calles perimetrales a la Plaza Garibaldi, como cambiar la infraestructura subterránea (agua, drenaje, telefonía), así como pisos y banquetas. En esta nueva etapa, dijeron las autoridades, se pretende concluir los trabajos y hacer una remodelación de la plaza.

Entre algunas acciones el gobierno local estudia la posibilidad de crear una escuela en la que se otorgue a mariachis, según la calidad de su música, interpretada actualmente en países como Japón o Australia, la certificación de autenticidad como integrantes de ese género.

 
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