Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de abril de 2008 Num: 683

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Leandro Corona, juglar
GREGORIO MARTÍNEZ

El poeta
ARIS DIKTAIOS

En honor de un documento no destruido
JELENA RASTOVIC

Alabanza al santo duque Lázaro
MONJA YEFIMIA

Kósovo: un despojo a la vista de todos
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Leandro Corona, juglar

Gregorio Martínez

Cuando don Leandro despierta el violín sigue ahí, en su estuche, al lado de su cama, a la espera del hombre que durante más de ochenta años lo ha hecho sonar de modo exclusivo, único, muy al estilo peculiar de Churumuco-La Huacana, como nadie lo ha hecho, como nadie más lo hará. En la mente del viejo violinista se vuelcan los recuerdos, se atropellan las imágenes, se disuelven las siluetas de sus seres queridos y amigos ya difuntos, suena la música de arpa grande, la de su gran amigo Antioco... Se levanta y le reza a su “madrecita santa”, la virgen de Guadalupe. Entre las paredes de madera de su cuarto se filtran las primeras luces del día. En una mesita están las ropas de gala, su pantalón de dril negro y su guayabera, que sólo usa en las ocasiones importantes, como en los homenajes o en su cumpleaños. Se viste con parsimonia; en su rostro se esboza una sonrisa al pensar en que aún llena las prendas. A pesar de su edad, no tiene problemas con la vista. El oído comienza a fallarle, como las piernas, que titubean cuando camina; por eso se animó a emplear la andadera, regalo de un admirador. Abre la puerta y mira el patio de la casa, donde está el hoyo de la tabla. Cierra los ojos. Su mente se ha ido muy lejos en el tiempo... Su cara se ilumina al escuchar las mañanitas que le llevan Los Jilguerillos del Huerto, de Turicato. Una pareja de bailadores zapatea en la tabla mientras él se anima a sacar el violín de su estuche y lo afina para tocar con sus amigos del Alma de Apatzingán, “el mero mero conjunto” ahora, como antes lo fue el suyo...

Don Leandro Corona Bedolla nació en Urapa, municipio de Ario de Rosales, en 1907. Exponente principal de ese género de música terracalenteña, el 27 de febrero de 2008 arribó a los 101 años en Zicuirán, poblado en el que reside desde hace muchos años y donde formó parte del legendario Conjunto de Arpa Grande de Antioco Garibay, del que también sobreviven su “segundero”, don José Jiménez, ya en los ochenta años, y su hermano Isaías Corona, que “cacheteaba” el arpa y ya rebasa los noventa. En mayo de 2007 recibió un homenaje en Morelia, en el marco del 466 aniversario de la fundación de la ciudad, denominado “Cien años de música de don Leandro Corona”, organizado por el Ayuntamiento y el Gobierno del Estado. Músico excelso, gloria de la cultura regional, michoacana y mexicana, languidece, mientras es testigo de cómo con él desaparecerá esa forma singular de tocar, que sólo floreció ahí, en Zicuirán, pues, a pesar de que unos pocos muchachos interesados han ido a verlo para que les enseñe, no deja alumnos ni herederos conocidos de su estilo musical, que se puede apreciar en dos grabaciones comerciales, aún disponibles en el mercado, una en Discos Corasón y otra en Ediciones Pentagrama.