Usted está aquí: domingo 6 de abril de 2008 Sociedad y Justicia La farmacoeconomía dejará beneficios en compras del sector público, prevén

■ Desde 2003 se busca que los medicamentos sean efectivos y de costo bajo: especialista

La farmacoeconomía dejará beneficios en compras del sector público, prevén

■ Las instituciones de salud sólo compran lo más barato, que no siempre es lo mejor, afirma empresa

Ángeles Cruz Martínez

Cuernavaca, Mor., 5 de abril. La farmacoeconomía aplicada en la compra de medicamentos ha demostrado su efectividad para reducir en cerca de 30 por ciento los costos de los servicios de salud y al mismo tiempo lograr la recuperación de la salud y calidad de vida humanas. Sin embargo, por las limitaciones presupuestales y las que imponen los esquemas de evaluación de la Secretaría de la Función Pública (SFP), las instituciones públicas sólo adquieren lo más barato, lo cual no necesariamente es lo mejor, afirmó María Elena Blanco Rodríguez, gerente de Comunicación Corporativa y Relaciones Públicas del laboratorio farmacéutico Novartis.

Durante el Seminario sobre Medicamentos organizado por la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), Antonio Caso, presidente del Colegio Mexicano de Farmacoeconomía, informó que en unas semanas se darán a conocer las guías para la realización de los estudios de farmacoeconomía, los cuales deben agregarse a las solicitudes de inclusión de nuevas fórmulas al cuadro básico del sector salud.

Recordó que en 2003 se modificó el reglamento interior de la Comisión Interinstitucional del Cuadro Básico con la finalidad de incorporar el requisito de los estudios de farmacoeconomía. Se buscó, dijo, que las nuevas medicinas disponibles para las instituciones públicas sean las más efectivas y al mismo tiempo tengan el costo más bajo.

Esto implica una evaluación integral en la que no sólo se observe el precio del producto, sino también que su acción garantice la recuperación de la salud y calidad de vida de los pacientes, así como la reducción de los ingresos a hospitales y los efectos secundarios. De esta forma, explicó, la decisión sobre lo que se debe comprar remonta el pago que la institución deba hacer.

La farmacoeconomía surgió en los años 70 y 80 como rama de la economía de la salud. Uno de sus objetivos es evitar, hasta donde sea posible, que las campañas y cuestiones subjetivas influyan sobre el espíritu del comprador o que éste se deje llevar por productos “nuevos” que en realidad no lo sean, pero que sí incrementan los precios.

El especialista también dijo que como parte del proceso de reforma de los mecanismos de inclusión de nuevos medicamentos en el cuadro básico, también se requiere un catálogo de costos, a fin de terminar con la heterogeneidad en los montos de las erogaciones de los hospitales e instituciones para la atención de las mismas enfermedades. Señaló que este es un problema grave en el sector salud y que carece de razón de ser.

Reconoció que los beneficios de la farmacoeconomía se verán en el largo plazo, pues ésta sólo se aplica de manera obligatoria para los nuevos medicamentos, aunque lo ideal, dijo, sería que también existiera en los esquemas de compras institucionales.

Caso aseguró que con la aplicación de la farmacoeconomía se podría disminuir el costo de la atención médica hasta en una tercera parte, y principalmente, se tendría la certeza de que se adquieren los mejores medicamentos.

Al respecto, Rafael Gual, director ejecutivo de AMIIF, señaló que actualmente la decisión de elegir entre comprar un medicamento u otro depende del presupuesto disponible en la institución, “porque una cosa es lo que se quiere y otra lo que se puede”.

Blanco Rodríguez dijo que los organismos sanitarios tienen que cumplir con la Ley de Adquisiciones, que está hecha para comprar productos en forma individual, en tanto que la SFP califica la forma en que se hacen las adquisiciones, siempre en relación con el precio más bajo, sin tomar en cuenta el gasto en hospitalizaciones ni el manejo de las complicaciones.

La representante de Novartis planteó la necesidad de que los servicios de salud evalúen con base en el costo por enfermedad, y que la Ley de Adquisiciones incluya a la farmacoeconomía, con lo que la visión del comprador cambiaría radicalmente.

 
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