Usted está aquí: domingo 6 de abril de 2008 Opinión Moolaadé

Carlos Bonfil
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Moolaadé

La segunda edición del Festival de Cine Africano en América Latina, Africala, comenzó esta semana, de manera paralela en seis sedes, con la proyección de 40 largometrajes y una docena de cortos repartidos en siete secciones, una de ellas, Out in Africa, dedicada al cine lésbico-gay de ese continente.

Una cinematografía prácticamente desconocida en nuestro país, muy ajena a los estereotipos que comúnmente maneja el cine occidental al evocar la realidad del llamado continente negro: exotismo, desesperanza y miseria, cuando no edulcoradas ficciones del buen salvaje capturado en un entorno obligadamente folclórico.

Entre las sorpresas figuran este año los tributos a dos cineastas esenciales: Abderrahmane Sissako, nacido en Mauritania, y el recién fallecido veterano senegalés Ousmane Sembene, de quien se proyecta su última realización, Moolaadé, extraordinaria cinta de denuncia filmado en 2003.

Un rasgo distintivo en el cine de Sembene (10 largometrajes, tres cortos) fue sin duda el sentido del humor. Sus crónicas costumbristas de Senegal en los años posteriores a la descolonización incluyen sátiras efectivas a la burocracia, a la ignorancia satisfecha y a prejuicios tribales fincados en el fundamentalismo religioso, el sexismo y la tradición ancestral. En el año 2000, Sembene, hombre de izquierda, siempre firme en sus denuncias sociales, a menudo acosado por la censura, decide realizar la trilogía Heroísmos de la vida cotidiana, cuyos protagonistas son mujeres enfrentadas al yugo de la tradición patriarcal. La primera cinta, Faat Kiné, muestra a una madre que educa sola en Dakar a sus dos hijos de padres distintos; años después, al verificar el éxito y prosperidad de tal educación, los padres regresan al hogar abandonado con miras a obtener algún beneficio.

La muerte de Ousmane deja inconclusa la trilogía, pero la segunda cinta, Moolaadé (2003), ambientada esta vez en el campo, combina certeramente comedia y drama en su señalamiento de una práctica ancestral particularmente aberrante: la mutilación genital femenina, oficiada en nombre de la tradición islámica por matronas armadas con navajas o cuchillas, con el beneplácito y protección de las autoridades tribales.

En el conjunto de mujeres sumisas de la aldea africana, destaca la súbita rebeldía de Collé Ardo (estupenda Fatoumata Coulibaly), quien habiéndose negado años atrás a someter a su hija a la ablación obligatoria, en la actualidad protege en su casa a cuatro niñas que huyen de dicho ritual. La protección ofrecida tiene el nombre de moolaadé (título de la cinta), y paradójicamente es también un ritual respetado.

El enfrentamiento de las matronas mutiladoras, de la heroína rebelde y del consejo de sabios ancianos, muy perturbados por el conflicto, es motivo de buenas escenas humorísticas. Los diálogos de un comerciante local (el Mercenario) y un joven senegalés rico, recién llegado de Francia, añaden anotaciones satíricas sobre los ecos de la globalización en la aldea menesterosa.

Formidable escena de una montaña de radios incinerados para evitar que las mujeres sucumban al contagio de la cultura occidental. Sembene transforma, sin embargo, la farsa costumbrista en una inusitada reflexión sobre la intolerancia y la violencia sexista, revelando en la ficción agridulce algunos aspectos de una realidad brutal.

En 29 países de África dominados por el credo islámico, existen hoy 140 millones de mujeres víctimas de la mutilación genital; 2 millones de niñas al año, con edades entre un mes y 16 años, con un promedio de 6 mil ablaciones diarias, cinco cada minuto.

Extirpación sin anestesia del clítoris, y a menudo de los labios mayores y menores de los genitales, con el propósito de cancelar toda sensación sexual placentera, garantizar la virginidad, inhibir la promiscuidad y reducir al órgano sexual femenino a las meras funciones de excreción y procreación. Todo en nombre de la religión y la supremacía masculina.

Cabe aclarar que esta práctica no está autorizada por el Corán, y muchos gobiernos africanos la prohíben de manera oficial; sin embargo, la tradición persiste y se le tolera criminalmente.

Sembene Ousmane ha sido, hasta el momento, el cineasta que con mayor contundencia llegó a denunciarla.

Moolaadé se exhibe hoy en el Cinematógrafo del Chopo y el jueves próximo en la Sala José Revueltas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Para obtener mayor información sobre el festival puede consultar la página www.africala.org

 
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