Número 141 | Jueves 3 de abril de 2008
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

NotieSe

En memoria de una mujer positiva
Christian Rea Tizcareño “Una madre qué puede decir de su hija”, dice María al recordar a Tania, quien para sus compañeras de lucha era una de las activista más comprometidas por los derechos humanos de las mujeres que viven con VIH/sida de Chiapas. La infección se la llevó de Tuxtla Gutiérrez en febrero pasado y su madre aún vive el duelo.

“Era una persona positiva. A pesar de su enfermedad, le echó ganas. Quería salir adelante. Para ella, no todo era malo, nada era imposible si había esfuerzo. Tenía un proyecto de vida en las asociaciones civiles donde trabajaba”. Tania formaba parte del Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH, representación estatal de una organización de alcance nacional.

“Me enteré a la hora del velorio que los compañeros de Tania le tenían mucho aprecio y cariño. Su principal virtud era ser sociable. Le gustaba ayudar a las demás personas en lo que podía.

“Cuando enfermó, dejó el trabajo y la pensionaron. Yo la ayudaba moral y económicamente. Le decía ‘lo afectivo lo tienes hasta decir basta. Échale ánimos porque si no, aunque yo te empuje, hijita, te voy a tirar si no das el paso’. Siempre le hice ver la fe en Dios para seguir adelante.

“Ahora les digo a las mamás que viven lo que yo viví que los apoyen en todo lo que quieran. Si nosotros no lo hacemos, entonces quién. Entréguense a ellos. No escatimen tiempo, dinero, ni esfuerzo. No los traten como fenómenos. En momentos de crisis, no flaqueen. Apapáchenlos mucho. Que sepan que no están solos. La soledad es un agobio para cualquiera.

“La familia tuvo entereza. Estábamos unidos los seis, yo, el papá de Tania y mis cuatro hijos. Yo les dije ‘de aquí pa’l real, tu hermana está prestadita’. Nunca hubo un rechazo por parte de nadie. Eso la ayudó a ella a no sentirse mal.

“Recuerdo su sonrisa. Salía a sus talleres y conferencias. Yo siempre me apartaba cuando ella contaba la forma en que se infectó con el virus, respetaba su intimidad.

“Mi hija murió a los 39 y dejó a una niña de un año nueve meses. Se llama Tania Desiré —que en francés significa lo más deseado o anhelado. Es bien traviesa. Ella la quiso hasta su último suspiro. Le cantaba, le bailaba y la abrazaba cuando la sacábamos de la guardería. Le llamaba ‘mi princesa, mi reina, mi muñequita’.

”Siempre tuvo la ilusión de ser mamá. Crió a los nueve sobrinos prácticamente desde que estaban muy tiernitos.

“La niña está muy bien ahorita gracias a Dios. Le acaban de hacer análisis de sangre en México y está limpia. No tiene el VIH. Es una pena menos. Su mamá tomó las precauciones necesarias: nació por cesárea, inmediatamente se le dio medicamento y no se le dio pecho.

“A mis 58 años de edad me siento física y orgánicamente bien, aunque moralmente me siento apachurrada. Sólo espero que el juez de lo familiar me conceda la guardia y custodia de mi niña”.

Arturo Vázquez Razo, coordinador general de la organización civil Colectivo Integral para la Atención de la Familia recuerda a Tania como una persona que aparentaba timidez y fragilidad pero que se distinguió por la fortaleza con que defendió sus derechos y los de sus compañeras y compañeros con VIH/sida y por ejercer con valentía sus derechos, como cuando decidió embarazarse. Desde el año 2000 se involucró a fondo en la defensa de los derechos humanos de las mujeres seropositivas del Instituto Mexicano del Seguro Social.

“Tania cumplió su deseo de ejercer la maternidad a costa incluso de su deterioro en la salud. Estaba siempre al pie del cañón a pesar de haber bajado mucho de peso. Le ganó la enfermedad. Es una pérdida importante. Es una lección para los activistas que damos todo y a veces nos olvidamos de nosotros mismos”.