Usted está aquí: miércoles 2 de abril de 2008 Cultura Sin la ironía y el humor sería imposible sobrevivir a tanto desastre: Rosa Beltrán

■ Redita el sello Seix Barral Amores que matan, libro de cuentos de la escritora

Sin la ironía y el humor sería imposible sobrevivir a tanto desastre: Rosa Beltrán

■ “La literatura no es un pasatiempo o una profesión, sino parte esencial de la persona”, indica

Ana Mónica Rodríguez

Ampliar la imagen Rosa Beltrán, durante la entrevista con La Jornada Rosa Beltrán, durante la entrevista con La Jornada Foto: María Meléndrez Parada

El libro Amores que matan es un proyecto literario donde el cuento se convierte en un laboratorio de formas, porque ahí se entretejen –con ironía– las relaciones amorosas en sus distintas facetas: la pasión, el sentimiento filial, el amor, el desamor, las traiciones y el poder que mantiene uno sobre el otro.

Así lo explica la escritora Rosa Beltrán a propósito de la nueva edición del volumen, en el sello Seix Barral, el cual reúne 14 cuentos que tienen como eje las diversas manifestaciones del amor y “cuyos relatos mantienen entre sus constantes el manejo de la ironía y el humor, sentimientos sin los cuales sería imposible sobrevivir a tanto desastre”.

Profunda soledad

La serie de cuentos sobre el amor se ubica “en la época posmoderna y están signados por una profunda soledad, por esa necesidad desesperada y casi enferma de encontrar al otro o a los otros, a pesar de que no existe la disposición de renunciar al narcisismo que nos caracteriza, tampoco a la competitividad y al hedonismo de una época”, dice Rosa Beltrán.

“Este género es un laboratorio de formas y con él se puede tomar la temperatura de una cultura y de un momento histórico específico; el cuento, además, tiene la posibilidad de rescatar una experiencia memorable, y para reflexionar el lector debe leerlo de manera distinta a la narrativa.”

En Amores que matan, dice la titular de la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cada personaje tiene un perfil determinado, en el que mediante “los usos de las distintas voces de los narradores, la primera persona destaca por ser superyoica, pero también subjetiva y marginada, que explora cuál es el lugar de la verdad en el amor, si es que de verdad existe”.

Mientras que las terceras voces se perfilan en los cuentos de manera objetiva y distanciada, y hacen uso de la ironía para hablar de la imposibilidad de encontrar esa misma verdad.

Por tal razón, las historias de Rosa Beltrán son los testimonios de mujeres y hombres enfrentados al amor, en cualquiera de sus manifestaciones, y a su incapacidad de escapar de él.

“En el amor todo son frases prestadas y uno nunca está seguro de decir lo que se quiere cuando se ama. Pero cuando uno quiere con todas sus fuerzas, no estar allí y no poder hacerlo, ¿cómo es que se dice?”, plantea la escritora en su obra, la cual fue ampliada para esta nueva edición.

Los personajes de las historias de Beltrán han emergido tanto de sus lecturas como de sus vivencias, como en los cuentos que integran este volumen “Shere-Sade”, “Manual de autoayuda para chinos”, “Tiempo de morir”, “Grafitti”, “Réquiem”, “El hombre de esta mujer usa trajes Sidi”, “Dilettantes”, “Isla en el lago”, “Vacaciones”, “Isadora”, “Amanda”, “Antesala”, “Entreacto” y “Liberación femenina”.

“Es inevitable que no escriba sobre lo que he vivido y leído, cuando la literatura no es un pasatiempo o una profesión, sino una parte esencial y constitutiva del ser, porque a mí las letras me explican, transforman y conforman.”

Vivir el proceso amoroso

Rosa Beltrán también aborda de manera directa temas que por su complejidad son poco tratados. “Por ejemplo, el cuento Réquiem es una suerte de subversión al mito de Edipo, no se trata de matar al padre, no existe un parricidio, pero la madre después de muerta crece y es imposible deshacerse de ella, porque las personas descubren que están habitadas por ese cadáver.

“Queremos matar a nuestras madres, pero somos ellas y reproducimos inevitablemente todo lo que ellas son; además de la primera imagen amorosa sobre el mundo, está la tendencia al dominio, de formas sinuosas, oblicuas, ya sea el chantaje, por ejemplo, o el ejercicio de una suerte de machismo disfrazado.”

¿Todos los amores matan? Beltrán responde que coincide con Octavio Paz, quien dice: “los amores están condenados a morir porque se alimentan de tiempo, pero lo que interesa no es el final de las historias, aunque estamos acostumbrados a pensar en el desenlace; esto es una perversión en la lectura y escritura de nuestra época. Perder o ganar, llegar al final, pero eso quiere decir que lo que más nos interesa es nuestra muerte, el instante del deceso y es, por supuesto, vivir el proceso amoroso el que da sentido a nuestras vidas”.

Rosa Beltrán fue subdirectora de La Jornada Semanal y es autora de las novelas La corte de los ilusos, El paraíso que fuimos y Alta infidelidad; entre sus volúmenes de cuentos figuran Optimistas y La espera. Su obra ha sido traducida al inglés, italiano, francés, alemán y holandés.

Ahora trabaja en varios proyectos para la Dirección de Literatura de la UNAM y escribe un libro de ensayos sobre la transformación cultural a partir de los años 80 y, a la par, realiza otro volumen de cuentos sobre lo que somos o creemos ser en el amor.

 
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