Usted está aquí: domingo 30 de marzo de 2008 Opinión Santo Domingo y San Francisco

Ángeles González Gamio
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Santo Domingo y San Francisco

Ya se acerca el Festival de la Ciudad en el Centro Histórico, que durante casi dos semanas da vida a recintos, calles y plazas del hermoso sitio que alberga el corazón de todos los mexicanos en el Zócalo, con la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, los edificios del antiguo Ayuntamiento y su viejo portal de mercaderes, que continúa siendo alma de la rica vida comercial que desde siempre ha caracterizado a la capital de México.

Parte de los recursos que se obtienen del festival se dedican a restaurar obras de arte. En los años recientes se les devolvió el esplendor a cuatro monumentales óleos de la Catedral, con forma de óvalos, que pintó en 1767 Miguel Cabrera, uno de nuestros mejores pintores virreinales, que dan magnificencia a los accesos laterales del magno recinto.

Este año le tocó a dos retratos anónimos, pero de excelente factura, que representan a Santo Domingo y a San Francisco, que se encontraban en la entrada del impresionante coro, recientemente restaurado al igual que casi la totalidad del interior de la Catedral, que por años estuvo cubierta de andamios que la sostenían, mientras se llevaban a cabo las difíciles obras para salvarla de que se partiera, debido a los hundimientos diferenciados.

El extraordinario trabajo de restauración de los cuadros, al igual que el de los grandes óvalos, lo llevó a cabo Mónica Baptista de López Negrete, en su taller Restauro y Conservación, al frente de un grupo de especialistas que incluyen pintores, herreros, ceramistas, carpinteros, coloristas, fotógrafos e integradores de color.

Al hablar de Mónica es imposible no mencionar la soberbia casona del siglo XVII que rescató junto con su esposo, Salvador López Negrete, y con Manuel Serrano, situada ni más ni menos que frente a la fachada oriente del Sagrario de la Catedral. Edificada sobre restos del Templo de Tezcatlipoca, hace poco más de una década estaba casi en ruinas y, actualmente es la mejor muestra en el Centro Histórico de una extraordinaria restauración particular, que además como ya hemos dicho, está decorada exquisitamente con muebles y objetos originales de la época y la mantienen viva con gran generosidad; son un admirable ejemplo a seguir.

Hablando de la Catedral recordamos el interesante video Catedral Metropolitana, siglos de armonía, que realizaron la Fundación Mario Moreno Reyes AC, Videoservicios Profesionales y la arquidiócesis primada de México, que seguramente todavía se puede conseguir. El trabajo, que comentamos hace ya tiempo, es impresionante, ya que apoyados en un excelente guión, los talentosos videoastas Joaquín Berruecos y Rosibel Gadea, fueron a España para rastrear los orígenes que nos explican muchas de las formas de la Catedral. La fuerte influencia de la de Sevilla y el estilo herreriano que caracteriza al monasterio del Escorial, que se despliegan ante nuestros ojos en bellas imágenes.

Nos permite apreciar detalles extraordinarios de las fachadas, la cúpula, las torres y el encaje barroco del Sagrario, que difícilmente podemos ver estando ahí mismo, por las alturas y perspectivas. Otro aspecto de gran interés es conocer cómo se fueron integrando los distintos estilos a lo largo de tres centurias, y la notable forma en que se fueron armonizando hasta convertirla en una obra única.

Nos platican que la construcción se inició alrededor de 1562, posiblemente con un diseño de Claudio de Arciniega. Consta de cinco naves: una central, de mayor altura, dos procesionales y dos en los extremos, ocupadas por capillas con nervaduras, al igual que la sala capitular y la sacristía. El video nos habla de las dos dedicaciones que tuvo la Catedral a lo largo de los 300 años que duró su edificación, que se había calculado se realizaría en una década.

Y las obras no han parado, ahora están trabajando en una de las torres y en uno de los órganos, pero lo que es seguro es que en pocos momentos de su larguísima historia ha estado tan bella como ahora que se ha enderezado, limpiado y restaurado; se puede uno pasar varias horas recorriéndola deleitosamente.

Hay que estar muy pendientes de los actos del festival, ya que en alguno de ellos se va a llevar a cabo la colocación de los cuadros de San Francisco y Santo Domingo, que seguramente estará acompañada de un buen concierto.

Antes puede disfrutar de una sabrosa comida mexicana tradicional en la Hostería de Santo Domingo, en su colorida sede ubicada en la calle de Belisario Domínguez 72, a unos pasos de la majestuosa plaza, en donde desde 1860 ocupa parte de lo que fue el inmenso convento de Santo Domingo. Sus platillos clásicos son el chile en nogada que ofrece todo el año, el mole, la enfrijolada, que es una deliciosa sopa y la pechuga en nata. Hay una variedad de postres, que incluyen la capirotada de las abuelas.

 
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