Usted está aquí: martes 25 de marzo de 2008 Economía A la caza de los virus del futuro

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Salud

A la caza de los virus del futuro

Ampliar la imagen Casi todos los virus humanos de origen conocido provienen de animales, por lo que los científicos enfocan sus baterías hacia ese punto Casi todos los virus humanos de origen conocido provienen de animales, por lo que los científicos enfocan sus baterías hacia ese punto Foto: Archivo

El 18 de febrero pasado se apagó una tenue luz de esperanza. El Consejo de Población, organización internacional de beneficencia, reveló los resultados de una de las mayores pruebas emprendidas: un microbicida vaginal con el cual se pretendía evitar que las usuarias se infectaran de VIH, el virus del sida. El microbicida fracasó. El llamado Carraguard, cuyo ingrediente principal es un gel obtenido de algas marinas, no demostró ser más eficaz que un placebo en un experimento que involucró a 6 mil sudafricanas.

Más de 2 millones de personas mueren de sida al año. Es urgente encontrar una manera de detener su expansión. De acuerdo con Nathan Wolfe, virólogo de la Universidad de California, las cosas no tenían que haberse puesto tan mal. Si en los años 70 hubiese existido un programa que investigara enfermedades desconocidas en África, se habría descubierto el sida mucho antes de que causara la muerte de tantas personas.

Los microbicidas y otras medidas se habrían probado cuando los infectados sólo eran cientos de miles, en vez de decenas de millones. El sida sería aún terrible, pero no tanto como ha llegado a ser.

Para evitar que esto acontezca de nuevo, el doctor Wolfe intenta crear lo que denomina Iniciativa Global para el Pronóstico de Virus (GVFI, por sus siglas en inglés). Se trata todavía de un proyecto piloto, con sólo media docena de emplazamientos en África y Asia. Pero Wolfe espera, si puede recabar los 50 millones de dólares que necesita, convertirlo en una red planetaria capaz de pronosticar epidemias antes de que sucedan, y permitir que las personas preparen mucho antes sus defensas.

El doctor Wolfe resumió sus ideas, y la investigación que lo ha llevado a creer que son factibles, en la reunión de este año de la Asociación Estadunidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés), en Boston.

Wolfe inició su trabajo hace casi una década en Camerún, durante un proyecto que evocaba las expediciones para capturar animales del siglo XIX que se internaban en la selva para buscar una nueva especie. Con la excepción de que su cantera son los virus, no mariposas ni pájaros.

Pequeña cacería

Casi todos los virus humanos de origen conocido provienen de animales. Pero no es simplemente que un virus animal descubra de pronto que las personas son anfitriones agradables y por eso las infecte.

En el caso del sida, por ejemplo, la epidemia global fue causada por lo que en principio era un virus de chimpancé. Hay, sin embargo, una segunda variedad de sida, causada por un virus de mono. Ésta no se ha globalizado. Sólo se halla presente en África occidental.

Además, hay otras dos raras variedades, causadas por versiones diferentes del virus de chimpancé. Estas variedades extrañas ejemplifican lo que Wolfe denomina “charla viral”, término que tomó prestado de las agencias de inteligencia que vigilan teléfonos para determinar el uso de ciertas palabras o pautas poco frecuentes de comunicación.

Su tesis es que existe un continuo intercambio viral de bajo nivel entre especies. En especial en ciertas personas, como cazadores y agricultores, que están en proximidad constante, y a menudo sangrienta, con animales. Su esperanza es que al vigilar esta “charla viral” podrá descubrir agentes patógenos antes de que den el siguiente paso evolutivo, que sería crucial, para ser capaces de transmitirse de un ser humano a otro.

Hasta ahora ha concentrado sus esfuerzos en un grupo conocido como retrovirus, al cual pertenece el VIH. Ha encontrado tres ejemplos de “virus espumosos” que saltan de simios y monos salvajes a cazadores cameruneses. En este momento ninguno de los que se conocen puede propagarse entre humanos. Pero hasta el siglo XX así ocurría también con los equivalentes simiescos del VIH.

Wolfe ha encontrado también dos nuevos miembros del grupo denominado HTLV que se han trasladado de monos a hombres. Estos casos son en particular importantes en virtud de que el HTLV-1, un ejemplo del grupo descubierto hace varias décadas, se ha propagado por el mundo.

El HTLV-1 no es tan común como el VIH y causa síntomas sólo en 5-10 por ciento de aquellos a quienes infecta. Pero entre esos síntomas puede figurar una leucemia fatal. Y un tipo diferente de HTLV podría no ser tan selectivo en cuanto a las personas que mata.

Incluso, de manera más preocupante, Wolfe ha encontrado muchos ejemplos de virus que se recombinan en sus cazadores cameruneses. Los virus recombinados a menudo tienen propiedades que no estaban presentes en ningún progenitor. En ocasiones entre esas propiedades está la capacidad de saltar de un humano a otro. La versión pandémica del VIH es resultado de una recombinación así.

La siguiente etapa del proyecto es integrar un inventario tan completo como sea posible de virus animales. Wolfe ha reclutado cazadores para tomar muestras de sangre de cualquier animal que capturen. Y colabora con Eric Delwart y Joe DeRisi, de la Universidad de California en San Francisco, para analizar esta sangre en busca de genes virales desconocidos que indiquen una nueva especie.

El GVFI observará también a las personas, vigilando síntomas de mala salud de causa desconocida, y tratará de asimilarlos con virus inusuales.

Si Wolfe puede reunir el dinero, el proyecto no se limitará a las selvas tropicales. Los mercados de animales son los siguientes objetivos. Wolfe trabaja con Peter Daszak, del Consorcio para la Medicina de Conservación, en el estudio de los denominados “mercados húmedos” de China, donde comenzó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés) en 2002.

Daszak y Wolfe inspeccionarán los animales que se venden ahí y examinarán a los dueños de los puestos y a la clientela, en busca de señales de virus extraños.

Daszak es coautor de un estudio publicado recientemente en Nature que traza un mapa de los focos rojos de enfermedades emergentes y concluye, como el doctor Wolfe, que la verdadera amenaza está en los trópicos. Eso a pesar de que las enfermedades más nuevas se reportan primero (como el sida) en países ricos.

En caso de que el GVFI opere adecuadamente, Wolfe espera observar no sólo las amenazas, sino también identificar las características generales (si las hay) que comparten los virus amenazantes. Si algunos rasgos se asocian a menudo con una tendencia a convertirse en pandémicos, entonces el pronóstico de brotes de nuevas enfermedades virales será más fácil y más científico. En ese momento, esta rama de la medicina podrá dar un importante salto total de la cura a la prevención. Y entonces, una catástrofe como el sida no tendrá que suceder otra vez.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya

 
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