Usted está aquí: lunes 24 de marzo de 2008 Cultura La patria se llamaba Victoria Dornelas

Centenario de un gigante universal

La patria se llamaba Victoria Dornelas

Monica Mateos-Vega

Ampliar la imagen La patria, oleo sobre tela realizado por Jorge González Camarena en 1962 La patria, oleo sobre tela realizado por Jorge González Camarena en 1962 Foto: Archivo Marcel González Camarena

Durante muchos años, Jorge González Camarena pintó a su ideal de mujer mexicana: ojos profundos, cabello azabache, piel morena, bien formada, un tanto corpulenta, segura de sí misma, majestuosa.

Sucedió que un día el pintor se topó, en la realidad, con ella. Su nombre: Victoria Dornelas, de quien quedó de inmediato prendado.

La leyenda cuenta que se trataba de una muchacha originaria de Tlaxco, Tlaxcala, donde inclusive existe una estatua dedicada a quien fuera la modelo del célebre cuadro La patria, imagen que durante muchos años ilustró los libros escolares de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

El óleo sobre tela, de 120 x 160 centímetros, fue realizado en 1962. Desde ese año y hasta 1972, la obra ilustró más de 350 títulos de publicaciones, imprimiéndose un total de 523 millones de ejemplares, entre materiales para profesores y alumnos. En 1992, la SEP retomó la obra para las ediciones conmemorativas.

Marcel González Camarena afirma que personalmente viajó a Tlaxco para buscar algún rastro de Victoria, “pero no hay ni datos en el registro civil ni en los libros de bautizo, no hay familiares. Nadie sabe nada de ella en ese lugar.

“Pero sí existió. Mi abuelo la conoció a los 16 o 17 años, estaba casada con el guarura de algún político. Deben de haberse encontrado por ahí de 1959 o 1960, pero él ya la había pintado muchos años antes.

“Es decir, nunca me lo platicó, yo lo investigué después, ya que me imagino el impacto que le causó conocer a su ideal de mujer, porque las facciones de Victoria son idénticas a las de las mujeres que pintó mucho antes de conocerla.

“Ella no quería ser su modelo, decía que su marido la iba a matar. Al final aceptó, dejó al esposo y mi abuelo no sólo la inmortalizó en La patria, sino en un montón de cuadros. Vivieron un tórrido romance durante muchos años. Después, nunca se supo más de ella.”

 
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