Usted está aquí: domingo 23 de marzo de 2008 Cultura Revisan por primera vez el papel del flamenco en el campo de las artes visuales

■ Muestran en Madrid 400 obras de 150 artistas alrededor de esa manifestación cultural

Revisan por primera vez el papel del flamenco en el campo de las artes visuales

La noche española incluye creaciones de Manet, Dalí, García Lorca y Alberti, entre otros

■ Bailaores y cantaores mantienen mutua influencia con la modernidad y las vanguardias

Merry MacMasters (Enviada)

Ampliar la imagen La salchichona, 1917, óleo de Pablo Picasso, perteneciente al museo del artista en Barcelona, forma parte de la colectiva que se exhibe en el Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid La salchichona, 1917, óleo de Pablo Picasso, perteneciente al museo del artista en Barcelona, forma parte de la colectiva que se exhibe en el Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid

Madrid. El baile flamenco es el protagonista de “la noche española”, un jolgorio que despunta en 1840 con la visita del poeta y novelista francés Théophile Gautier a Madrid, experiencia recogida en el libro de viajes Tras los montes, Voyage en Espagne (1843) y la novela Militona (1843), pero eclipsado el 18 de julio de 1936, tras la muerte de la bailaora Antonia Mercé La Argentina, notable republicana, la cual coincidió con el levantamiento de Franco en Marruecos.

Es cuando aparecen imágenes oscuras, orientadas hacia lo grotesco y lo macabro, entre ellas los esqueletos de Ragel o Masson. De forma paralela, los bailaores han evolucionado y algunos, ya bailarines, arropados por una formación clásica, acceden a los grandes teatros y al cine.

A lo largo de casi un siglo, no obstante, la intensidad del zapa-teado, el cante, la guitarra y el gesto animaron el arte de su época como plantea La noche española: flamenco, vanguardia y cultura popular (1865-1936), exposición de alrededor de 400 obras de 150 autores, organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, cuya exhibición concluye el lunes 24 de marzo.

Pintura, escultura, dibujos

De hecho, la muestra que incluye pintura, escultura, fotografía, dibujos de decorados y figurines –además de vestuario original– para danza y teatro, más de 40 proyecciones, publicaciones y documentos, pretende revisar, por primera vez, la posición del flamenco en el contexto de la cultura visual y su relación de mutua influencia con la modernidad y las vanguardias artísticas.

La lista de artistas es impresionante: Pablo Picasso, Edouard Manet, Gustave Courbet, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Gustavo Adolfo Bécquer, Rafael Alberti, Amadeo Modigliani, Man Ray, Joan Miró, Alexander Archipenko, Edgar Degas, Natalia Goncharova, Juan Gris, Le Corbusier, Joaquín Sorolla, Edward Weston y el mexicano Marius de Zayas, entre muchos otros.

Tras su aprendizaje de los maestros de la pintura del siglo XVII, Manet viaja a España en 1865, a la vez que el cantaor Silverio Franconetti, después de nueve años en Argentina, regresa a Sevilla para poner las bases de lo que pronto sería el cante flamenco.

Invocación a la tragedia

La exposición se divide en tres grandes núcleos temáticos: Alrededor de 1900. La España negra, Los años diez. Cubismo y ballets rusos, y La República. La España eterna y la españolada. La muestra abre con un retrato al óleo de la bailarina Carmencita (1890), de William Merrit Chase, enfrentado a un fragmento de una película muda de Thomas Alva Edison, de 1894, en el que se observa a la artista española bailando durante una actuación en Nueva York.

Antes que Chase, Manet había introducido en su pintura no sólo los asuntos españoles, sino gracias a ellos, un nuevo modo de pintar que sigue a Velázquez y preludia el impresionismo.

Los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo y Valeriano, son los primeros que huyen de la imagen romántica y pintoresca de España y abordan mediante sus trabajos, en los que utilizan el tema del baile español, un estudio más antropológico que les permite realizar crítica social y política que incluye el uso de caricaturas.

Esta fase inicial convive con un ambiente general de pesimismo generado por la pérdida de Cuba y de Filipinas, en 1898, y por una dura realidad social reflejada en España negra, libro de viajes de Verhaeren y Darío de Regoyos.

La difusión del cubismo y la llegada a la Península Ibérica de artistas que huyen de la Primera Guerra Mundial, como Gleizes, Picabia o Roberto y Sonia Delaunay coincide con la representación del baile español, como modelo de ritmo abstracto y decorativo.

Durante el conflicto bélico se refugian en España los ballets rusos y el trabajo que hacen con ellos Picasso y Goncharova como decoradores es un acontecimiento esencial en la relación entre flamenco y vanguardia.

Desde los inicios hay en la pintura de temas españoles una invocación a la tragedia (Carmen, los temas taurinos), junto a una reivindicación de la belleza y de la vida (los bailaores). La generación del 27 explora las virtudes lúdicas modernas de la verbena, pero también estudia con mirada crítica la España eterna.

El bailaor Vicente Escudero y La Argentina representan a los artistas que se acercan al flamenco desde una formación clásica. Los dos cuentan con un espacio propio dentro de la muestra. De Mercé se presentan trajes realizados a partir de diseños art decó de Néstor.

Sin embargo, la figura de la bailaora Carmen Amaya, con sus pantalones y su zapateado furioso, resume esa imagen de la España eterna, dramática y batalladora.

 
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