Usted está aquí: viernes 21 de marzo de 2008 Opinión La différance

José Cueli

La différance

En el capítulo Políticas de la diferencia, del libro Y mañana qué, Jacques Derrida y Elizabeth Roudinesco llevan a cabo una interesante reflexión en torno a un tema que a todos nos atañe: la diferencia. Dicho concepto es vasto y complejo, ya que involucra y trasvasa a prácticamente todos los fenómenos humanos en las vertientes sexual, étnica, política, religiosa, cultural y social.

Este aspecto esencial y decisivo en la esencia de la persona se encuentra también en la base de casi todos los conflictos humanos. desde la discriminación, marginación y exclusión hasta los de carácter bélico, las limpiezas étnicas, la criminalidad y el terrorismo. De ahí la importancia de profundizar en este aspecto tan complejo. Y en ello quizá sea justamente Derrida, en la actualidad, quien mejor ha sondeado las profundidades de tan seria problemática.

En la nueva corriente filosófica postulada por Derrida como deconstrucción, un concepto crucial es el de la différence. Derrida escribe (como señala Roudinesco) por primera vez este término en 1965, en un artículo dedicado a Antonin Artaud, “La palabra soplada”, que aparecería por primera vez en la revista Tel Quel y posteriormente en su libro La escritura y la diferencia. Cabe aquí aclarar que en francés différence y différance se pronuncian de la misma manera y que la ambigüedad sólo se percibe en la escritura. Según Roudinesco el término hace pensar tanto en el Nietzsche de El nacimiento de la tragedia como en la noción de lo heterogéneo de Georges Bataille, quien influenciado por el pensamiento de Marcel Mauss hace una distinción estructural en el análisis de las sociedades humanas, en el cual distingue dos polos posibles: el de lo homogéneo o campo de la sociedad humana y productiva, y el heterogéneo en el cual situaría lo pulsional, lo sagrado, la locura, el crimen, lo improductivo, lo excrementicio, lo cual, para él, resulta imposible de simbolizar o asentar en el campo de la razón. Sería, por tanto, una existencia “otra”, fuera o mejor dicho expulsada de todas las normas. En este punto Roudinesco enlaza con la différance derridiana que, según la autora, trataría de definir (si esto es posible) una suerte de “parte maldita”, “una diferencia en el sentido del absoluto o de la duplicidad, algo que no se deja simbolizar y que excede a la representación”. Ella interpretaría la différance como la “anarquía improvisadora” que sería portadora de la negatividad, pero también de una alteridad que escaparía sin cesar a lo mismo y a lo idéntico.

Esta idea fue desarrollada por Derrida tanto en La pharmacie de Plato, como en su texto La diseminación. En esta lectura del Fedro, el filósofo francés analiza el mito de Thot (Theuth), quien es a la vez dios de la escritura, droga (pharmakon) y remedio contra la misma. Frente a la disertación de Roudinesco en torno a la différance, Derrida responde: “lo que la différance tiene de universalizable frente a las diferencias es que permite pensar el proceso de diferenciación más allá de toda especie de límites: y se trate de límites culturales, nacionales, lingüísticos e incluso humanos. Hay différance no bien hay una huella viviente, una relación vida/muerte, presencia/ausencia”.

Agrega que la différance no es una distinción ni una esencia ni una oposición, sino un movimiento de espaciamiento, un “devenir espacio” del tiempo, un “devenir tiempo” del espacio, una referencia a la alteridad.

Derrida concluye que bajo estas circunstancias siempre ha desconfiado del culto a la identidad, así como de lo comunitario, ya que conlleva, entre otros riesgos, el de desembocar en un narcisismo de las minorías. Por ello, para él y “el comunitarismo o el Estado-nacionalismo” representan las figuras más evidentes de ese riesgo y, por tanto, de ese límite en la solidaridad.

“El riesgo debe ser revaluado a cada instante, en contextos móviles que den lugar a transacciones siempre originales”. Nos alerta, por tanto, ante el hecho de no caer en reduccionismos en cuanto a las responsabilidades políticas ante situaciones tan complejas, contradictorias y sobredeterminadas.

 
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