Usted está aquí: viernes 21 de marzo de 2008 Cultura Vorágine diaria para admirar los tesoros de Egipto y Mesoamérica

■ La muestra Isis y la serpiente emplumada recibe entre 5 mil y 7 mil visitantes por jornada

Vorágine diaria para admirar los tesoros de Egipto y Mesoamérica

■ Una larga fila de personas se confunde con las esculturas de Leonora Carrington emplazadas en Reforma

■ Elementos visuales, auditivos y explicativos en 20 salas del Museo de Antropología

Ana Mónica Rodríguez

Ampliar la imagen Afluencia masiva de personas, el pasado martes, para ingresar al Museo Nacional de Antropología, en Chapultepec Afluencia masiva de personas, el pasado martes, para ingresar al Museo Nacional de Antropología, en Chapultepec Foto: José Antonio López

Una gran hilera serpenteante se observa a lo largo de Paseo de la Reforma y se confunde con las esculturas de Leonora Carrington instaladas en esa vialidad.

Esto se debe a las miles de personas que esperan turno para ingresar al Museo Nacional de Antropología y adentrarse en el mítico mundo de Isis y de la serpiente emplumada, que a diario visitan entre 5 mil y 7 mil personas.

Esta cifra se podría multiplicar si la permanencia de las 800 personas que ingresan a las salas temporales fuera de menos de dos horas, tiempo necesario, según los organizadores, para recorrer la magna exposición que presenta tesoros ancestrales.

La agitación del personal y de los elementos de seguridad del museo se manifiesta desde que los visitantes cruzan la gran puerta de cristal del museo.

El camino hacia la exposición temporal está totalmente controlado. También los organizadores han descartado la opción de realizar entrevistas y anotaciones dentro de las salas.

Paciencia y expectación

Afuera, en tanto, la multitud hace acopio de paciencia ante la expectativa de recorrer después de una larga espera la muestra que fue inaugurada el pasado 28 de febrero y que concluirá en junio próximo.

En este lapso, el cambio anímico del público también es perceptible. De la ansiedad y el agobio a causa de la espera, el mero hecho de entrar lo torna silencioso y reflexivo luego de tener frente a sí las efigies y grandes bustos de los guardianes de esta exposición temporal: las deidades de Egipto, Isis, y de Mesoamérica, Quetzalcóatl.

Entonces las visiones acumuladas del pasado y las oscilantes del mundo actual se confunden al iniciar el recorrido, que incluye a lo largo de 20 salas toda una serie de apoyos visuales, auditivos y explicativos sobre el gran acervo que también causó revuelo en el pasado Fórum Universal de las Culturas, en Monterrey.

Esta semana de asueto se espera que Isis y la serpiente emplumada sea todavía más visitada por quienes permanezcan en el Distrito Federal, porque su poder de convocatoria es sólo comparable con la magna exposición Faraón: el culto al Sol en el antiguo Egipto, la cual tuvo hace cerca de tres años un gran éxito en su exhibición en el mismo recinto.

Durante la espera en la larga fila y bajo el sol, las personas coinciden en señalar que acuden a la exposición por lo atractivo que les resulta la civilización egipcia y la de “nosotros”, la de la prehispánica.

Parejas de enamorados, hombres solitarios leyendo periódicos o revistas, madres de familia controlando a los hijos desperdigados por el camellón y numerosos grupos de estudiantes son parte del entorno que Isis y la Serpiente emplumada atrae a su efímero santuario.

Isis era esposa de Osiris y la madre simbólica de los faraones, identificada con la Luna y otros astros, y Quetzalcóatl, dios creador y benéfico, vinculado con el Sol viejo y con Venus.

Ambas deidades son el hilo conductor para mostrar los avances culturales alcanzados en el valle del Nilo y en Mesoamérica.

Tal vez por esta razón un joven admiraba con mirada severa una serie de jeroglíficos grabados en una estela egipcia. O un padre explicaba a sus tres hijos por qué la cámara mortuoria de Isis, recreada en la exposición, “parece un laberinto adornado con coloridos dibujos”.

Los adornos, pectorales, collares y brazaletes de oro de los faraones y reinas son otros de los atractivos de la muestra, que atraen la mirada del variopinto público durante su recorrido por las más de 300 preciadas obras.

Receso didáctico

En torno a los impresionantes sarcófagos, los niños manifiestan diversas opiniones y teorías ante la mirada complaciente de sus padres.

En tanto, los adultos disfrutan observando el lugar donde reposaron los faraones, con todas sus pertenencias para llegar al inframundo.

Las proyecciones que explican la historia de las civilizaciones egipcia y mesoamericana, así como de sus dioses, también atraen al público y permiten tomar un receso “didáctico”.

En algunas salas fueron colocadas sillas que permiten, sobre todo a las personas mayores, relajar las piernas.

Las 144 piezas egipcias proceden, en gran medida, de las salas del Museo Egipcio, de El Cairo, aunque también se cuenta con relevantes obras custodiadas en el Museo Grecorromano, de Alejandría, así como de las zonas arqueológicas de Luxor,  Karnak, Dendera y Asuán.

A su vez, los acervos prehispánicos  proceden de varios museos de México y de las más sobresalientes zonas arqueológicas del país.

Por la cultura del Nilo destacan las estatuas de deidades como Athor, Isis, Segmet, Horus y Anubis; una efigie de Ramsés II, como Horus; un busto de Serapis; la tapa del sarcófago de la Dama Isis, y la columna de Tutmosis IV, entre otros.

En torno a Ehecátl-Quetzalcóatl y al patrimonio prehispánico proveniente de diversas culturas, como la teotihuacana, mexica y olmeca, resurgen la pintura mural, grandes cabezas de serpientes, esculturas, fragmentos arquitectónicos, braseros y diversos recipientes.

Las exposiciones que durante los años recientes han atraído a grandes públicos han sido: Persia: fragmentos del paraíso, España medieval y el legado de Occidente, Buda, que se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, y el Homenaje Nacional a Frida Kahlo, muestra que convocó a miles de personas al Palacio de Bellas Artes.

 
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