Usted está aquí: viernes 14 de marzo de 2008 Espectáculos Café Tacvba, dilatación emocional de tres horas y media en el Palacio de los Deportes

■ El grupo presentó un sorprendente juego de luces que dejó boquiabierto al público

Café Tacvba, dilatación emocional de tres horas y media en el Palacio de los Deportes

■ Arriesgado set list de 36 canciones, que contempló temas del nuevo disco Sino, covers y rarezas

Jorge Caballero

Ampliar la imagen Emmanuel del Real y Joselo Emmanuel del Real y Joselo Foto: Salvador Bonilla

El miércoles por la noche en el Palacio de los Deportes, el grupo Café Tacvba demostró que el tiempo no es lineal, sino curvo y haciendo un agujero dimensional brindó exactamente su mejor concierto tras cuatro años de ausencia de los escenarios para presentar su reciente disco, Sino; una dilatación emocional de tres horas y media, interminable delirium a lo largo de 210 minutos, 12 mil 600 gozosos/expandibles segundos, reflejada en los 18 mil asistentes, público integrado por sus contemporáneos cuarentones, más los fanáticos recolectados en casi 20 años de carrera: treintañeros, veinteañeros y una amplia franja de adolescentes, apenas niños, a los que el vocalista de la banda, Rubén Albarrán, bajo el seudónimo/personalidad de Cone Cauhitl les dedicó el concierto.

El concierto de la noche del miércoles, además, contó con un sorprendente juego de luces que dejó boquiabierto al respetable, que se mimetizó con el arriesgado set list de 36 canciones, que contempló temas nuevos, covers, rarezas y lados b, incluso hicieron gala del más puro art nacó al sacar una cortina luminosa cilíndrica que los resguardó en el escenario alterno montado en medio de la pista.

Las hostilidades iniciaron con la proyección del documental de Ernesto Contreras sobre la historia de Café Tacvba por los escenarios, el preámbulo calentó el ánimo del público, que tras una breve espera vio aparecer a Rubén Albarrán, Enrique Rangel, Emmanuel del Real y Joselo, quienes saludaron y arrancaron con Seguir siendo, hilvanada con Tengo todo. Continuaron con Vámonos, Eo, Cero y uno y Locomotora. Rubén volvió a interpelar a su público y soltó “están de poca madre, por eso ahora les vamos a regalar un ramo de flores”, y entonó la canción de título homónimo. Los gritos del público seguían llenando el Palacio de los Deportes.

El gozo continuó, Rubén se movía por todo el escenario, el resto de los músicos hacía lo suyo en cada una de sus posiciones. Ya habían tocado Las flores, una de las más coreadas/bailadas, 53100, Medio día y Trópico de cáncer cuando el vocalista se dirigió de nuevo al público: “nuestro propósito es ponerlos a bailar, por lo que si traen reloj aviéntenlo, porque se acabó el tiempo. Parece que no ha pasado el tiempo desde que festejamos nuestros 15 años aquí mismo… por eso no podemos pedir más que lo imposible”, y soltó el homenaje ballardiano contenido en Hombre impasible con su carga ecológica/utópica. El concierto estaba en un nivel óptimo y apenas había trascurrido una hora.

Luego de unas rolas más, que incluyeron el primer sencillo de Sino, la decadentona Si volviera a comenzar, el cuarteto de Ciudad Satélite se trasladó al escenario alterno para el set acústico, donde la cortina cilíndrica luminosa los resguardó, el público en éxtasis festejó le escenografía; cantaron Una mañana, María, Muerte chiquita y El río/Polen.

Pasitos al estilo Juan Gabriel

De vuelta al proscenio principal entonaron la energética Ingrata, trasformando en un enorme LUCC el Palacio de los Deportes, y la no menos efectiva La pinta. “Y esta es para toda la Chilanga Banda, el público más chingón del mundo”, dijo Rubén y soltó la pieza del maestro Jaime López que vio su mayor éxito con la versión de Café Tacvba, la conexión entre el grupo y el público estaba en su cenit, la comunión fue coronada con Déjate caer, de Los Tres, los tacvbos hicieron su tradicional coreografía con pasos robados a Juan Gabriel y algunos pasitos homenajeando al cantante Emmanuel.

El momento más bajo, sólo por decirlo así, fue protagonizado cuando la banda interpretó las canciones instrumentales de su disco Revés/Yosoy, fueron exactamente La 2, La 6 y La 13. Volvió a tomar vuelo cuando Meme tomó el micrófono para cantar la melcochona/cursi Eres. Rubén desapareció para reaparecer al borde del primer piso, saludó a los que se encontraban en el segundo, el gesto fue devuelto con una enorme ovación. Terminaron el show con El baile y el salón, De acuerdo y El puñal y el corazón.

Ya pasaba de la media noche y nadie se movía de su asiento, los músicos reaparecieron para el encore y deleitar con un puñado de canciones/himnos generacionales. El ánimo no decayó hasta la última estrofa de Pinche Juan.

El enorme concierto que realizó Café Tacvba lo coloca como la mejor propuesta musical/visual vigente no sólo en México, sino de toda Latinoamérica, a la altura de bandas legendarias como Soda Stereo o Héroes del Silencio, con la salvedad que estas bandas ya fenecieron.

 
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