11 de marzo de 2008     Número 6

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Aborta diálogo
con el Ejecutivo

Por “malos entendidos” –según versiones desde la Secretaría de Gobernación (Segob)–, pero más bien por falta de voluntad política, las negociaciones entre el Poder Ejecutivo y organizaciones campesinas, sociales y laborales abortaron el 6 de marzo, apenas iniciado el primer encuentro.

Así, la expectativa expresada por la Campaña Sin Maíz no hay País en la marcha del 31 de enero en la ciudad de México, de tener “un debate de frente a la nación en torno a la situación del campo”, continúa como simple esperanza.

Las agrupaciones habían establecido en una carta del 3 de marzo al titular de Segob, Juan Camilo Mouriño, que la agenda del diálogo debería implicar demandas estructurales –en lo relativo a la cuestión agrícola destacaron la renegociación del capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la puesta en marcha de un mecanismo de administración del comercio exterior de maíz, frijol y otros básicos– y encontrar “una inmediata solución”.

Los motivos son más que evidentes: en enero, con el TLCAN desgravado, las importaciones de maíz blanco y amarillo desde Estados Unidos se dispararon en 384 y mil 888 por ciento, en ese orden, respecto de enero de enero de 2007, al tiempo que los importadores oligopólicos del grano presionan constantemente a la baja los precios al productor nacional.

El 6 de marzo Mouriño Terrazo se deslindó de la reunión; dejó la responsabilidad al secretario de Trabajo, Javier Lozano, y a los titulares de Economía y Agricultura, y se retiró porque “tenía otro compromiso”. Eso motivó que los dirigentes campesinos y sindicales abandonaran la reunión. “No hay voluntad ni capacidad política de parte del gobierno para negociar; hay un desprecio a las organizaciones no afines al PAN, y pretenden un manejo autoritario de la política pública y los recursos presupuestarios con miras a las elecciones intermedias de 2009”, afirmó Víctor Suárez, de la Campaña Sin Maíz no hay País.

Los secretarios (excepto Mouriño) dieron ese día una conferencia de prensa y se quejaron de que los dirigentes pretendían respuestas inmediatas a su agenda, y Lozano reiteró el rechazo del Ejecutivo a buscar modificaciones al TLCAN. Dijo que hay vías alternas para atender la “demanda originaria o legítima” de la renegociación.

“Nos quisieron dar el mismo tratamiento de 2007”, cuando después de la marcha contra la carestía alimentaria, el Ejecutivo instaló mesas de diálogo con Agricultura, Economía y Trabajo que no condujeron absolutamente a nada, afirmó Suárez.

Las organizaciones campesinas prevén continuar con su agenda, al margen del Ejecutivo. Ésta implica negociar con el Poder Legislativo, realizar movilizaciones e incluso promover un paro nacional en agosto.

(LER)

DESAFÍOS CAMPESINOS

  • Transformarse o continuar con “beca gubernamental”
  • El CAP, cadáver salinista que ya huele mal

Plutarco Emilio García Jiménez


Foto: Enrique Pérez S. / Anec

Los días 27 y 28 de noviembre de 1988, al concluir el Primer Encuentro Nacional Agrario, 10 organizaciones campesinas (CIOAC, UNORCA, CCC, CNPA, CODUC, UNTA, FDC, CNPI, MNPA y UGOCP) firmaron el Convenio de Acción Unitaria (CAU). Para entonces, Carlos Salinas de Gortari buscaba la legitimación de su gobierno espurio por parte del movimiento campesino, al tiempo que se fraguaban la contrarreforma agraria y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esa alianza fue sin duda una expresión unitaria y plural que no convenía a los planes del salinismo, por lo que había que frenarla y debilitarla: las secretarías de la Reforma Agraria y de Agricultura y la Confederación Nacional Campesina (CNC) revivieron la vieja idea echeverrista de constituir un solo organismo cúpula del campesinado, tras el fracaso del Congreso Permanente Agrario (Conpa) y el Pacto de Ocampo en la primera mitad de los años 70. Para ello, fueron convocadas en Veracruz todas las agrupaciones campesinas el 6 de enero de 1989, fecha en que se conmemora la promulgación de la Ley Agraria carrancista de 1915. Asistió la mayoría de los firmantes del CAU y, por supuesto, las afiliadas al PRI. En su llamado a la creación del Congreso Agrario Permanente (CAP), Salinas afirmó que éste “(...) permitirá fortalecer la unidad en el campo, y en consecuencia dar la fortaleza que el país requiere en los tiempos que vivimos”.

Los días 25 y 26 de mayo de 1989 se constituyó formalmente el CAP, con la CNC, CCI, CAM, UGOCM-JL y con firmantes del CAU, como la CIOAC, UGOCP, UNTA, UNORCA, CODUC, M-400 Pueblos, CCC, y Alcano. Las integrantes del CAU que decidieron no participar fueron la CNPA, FDCCh y CNPI.

Líderes manipulados. Para mantener bajo control a la nueva organización cúpula, Salinas le dio subsidios, y cooptó dirigentes, ofreciéndoles candidaturas a cargos de elección popular por el partido oficial, como ocurrió con Margarito Montes Parra, de la UGOCP, quien a cambio de firmar el “finiquito agrario”, se hizo merecedor del manejo discrecional de grandes sumas de dinero, para compra de tierras y proyectos agropecuarios, y figuró en la lista de candidatos a diputados plurinominales por el PRI.

Los apoyos económicos y prebendas del gobierno a las organizaciones del CAP se tradujeron en candados frente a cualquier iniciativa de movilización y participación de las bases.

Era previsible que el CAP no promovería protestas contra la reforma salinista al artículo 27 constitucional ni contra el TLCAN. En lo sucesivo, el CAP representó el ala oficialista del movimiento campesino mexicano, apuntalando explícita e implícitamente la política neoliberal y las acciones autoritarias del gobierno. Cuando cumplió 10 años de fundado (mayo de 1999), el entonces presidente Ernesto Zedillo afirmó: “Al CAP le ha correspondido impulsar la nueva etapa de certidumbre y corresponsabilidad para la modernización del campo mexicano, enmarcada en la reforma al artículo 27 de nuestra Constitución y la nueva Ley Agraria”. Por su parte, el coordinador del CAP en turno, Juan Leyva Mendívil, agradeció las “bondades” del gobierno, aplaudió el TLCAN, pues las exportaciones agropecuarias se habían incrementado, y dijo: “Sabemos que contamos con el presidente de la República, sabemos que tenemos CAP para mucho tiempo”.

El Mecnam. Con casi 20 años de vida, el desgaste y desprestigio del CAP ha sido creciente. La emergencia del Movimiento El Campo no Aguanta Más (Mecnam), a finales de 2002, produjo el desprendimiento de la UNORCA, organización que desde ese entonces consideró que el CAP era un lastre y un “cadáver”. Otras organizaciones como el CIOAC, CCC, UNTA y CODUC se sumaron a las movilizaciones planteadas por el Mecnam, y en la mega marcha nacional campesina del 31 de enero de 2003 también participó la CNC.

En las movilizaciones actuales contra el TLCAN y contra la política panista hacia el campo, las organizaciones independientes que han formado parte del CAP están en la disyuntiva de continuar en este cascarón para conservar la “beca” o fortalecer el frente de lucha que se manifestó combativamente el 31 de enero en la ciudad de México. El sector del PRIAN que se mantiene en el CAP, encabezado por UGOCP, Alcano y Consucc, ya se ha deslindado del actual movimiento, calificándolo de “fiebre amarilla”; y para confirmar su entreguismo a quien les paga, han declarado su “voto de confianza” al Caballo negro y a la política anticampesina de Felipe Calderón.

La alternativa lógica y más viable para todas las organizaciones en lucha (incluida la CNC) es la construcción de una gran expresión unitaria del movimiento campesino, que enarbole con dignidad y congruencia las actuales demandas sociales y deje atrás la simulación, la pasividad y las prebendas que han caracterizado al CAP, que ciertamente es ya un cadáver que apesta.

Miembro fundador de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA)

Pide Cruz López Mantener vivo al CAP

  • González Aguilera, pripanista que estorba

“Rescatemos al Congreso Agrario Permanente (CAP), no lo destruyamos”, es el exhorto que hace el presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Cruz López Aguilar, al tiempo que esa cúpula enfrenta choques internos porque no hay acuerdos entre sus organizaciones sobre cuáles son las causas campesinas a defender. Según López Aguilar, el CAP debe sobrevivir no obstante que es probable la creación de un nuevo “congreso nacional campesino” –o una instancia con otro nombre, “para que no tenga las mismas siglas de la CNC”– que aglutinaría a las agrupaciones que hoy reclaman la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que se movilizaron en la ciudad de México el 31 de enero, entre ellas la Campaña Sin Maíz no hay País y varias del CAP, como la Central Campesina Cardenista (CCC), la Central Independiente de Obreros Agrícolas Campesinos (CIOAC) y la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA).

Los integrantes del CAP, señala Cruz López, “debemos hacer un análisis de fondo y ver cuáles son las causas que va a defender el CAP”. Esta cúpula tiene por delante “cosas tan importantes como el direccionamiento del Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural Sustentable (...) y participar las negociaciones con el gobierno federal y con el Congreso de la Unión” (para las demandas de los movilizados el 31 de enero).

“Es totalmente inconveniente para el movimiento campesino nacional que (dentro del CAP) seis organizaciones estemos enfrentadas con otras seis, independientemente del tamaño”, dice López Aguilar, e insiste en que, a título personal, considera que el CAP debe seguir vivo, “pero si no hay realmente la posibilidad de hacer el rescate, ya veremos qué decisión tomamos”.

Desde antes del 31 de enero, el coordinador del CAP, José Luis González Aguilera, dirigente de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), se opuso a las movilizaciones. “Algunas organizaciones han adoptado una postura dramática ante el TLCAN (...) Si hay voluntad política del presidente Felipe Calderón para impulsar la agricultura, saldremos adelante”, dijo. En fechas recientes acusó a la CNC de querer “chantajear al gobierno federal para que le entregue 90 por ciento de los recursos de los programas para el campo”.

González Aguilera es un personaje versátil que durante el foxismo transformó a la UGOCM de priísta a panista, y comenzó a funcionar como “interlocutor” en ceremonias oficiales. De acuerdo con Cruz López, el trabajo de rescate del CAP podrá hacerse en cuanto el dirigente de la UGOCM deje en breve la coordinación de este organismo en manos de José Durán, dirigente de la Unión Campesina Democrática (UCD). “La CNC no se sentará a la mesa del CAP mientras González Aguilera esté como coordinador. Si después nos convocan, allí estaremos.”

(Lourdes Edith Rudiño)