Usted está aquí: lunes 10 de marzo de 2008 Política En el PRD una casta olvidó ser la bujía del cambio

Entrevista a Camilo Valenzuela, aspirante a encabezar el Partido de la Revolución Democrática

En el PRD una casta olvidó ser la bujía del cambio

Necesario, postergar a junio los próximos comicios internos

El candidato plantea que un sol azteca “metido en un callejón de elecciones cuestionadas sería lo peor que puede pasar”, por lo que llama a atender la inconformidad interna –“dejar de ver a la gente sólo como votantes”– y rencauzar al partido

Alma E. Muñoz

Ampliar la imagen El dirigente de una parte de la corriente Red de Izquierda Revolucionaria El dirigente de una parte de la corriente Red de Izquierda Revolucionaria Foto: Yazmín Ortega Cortés

Aspirante a la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Camilo Valenzuela asegura que al instituto le urge construir un cauce político definido. Se imponen –sostiene– decisiones cupulares negociadas y con el liderazgo en turno. “Antes, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y ahora con Andrés Manuel López Obrador y su burbuja.”

En entrevista con este diario, el dirigente de una parte de la corriente Red de Izquierda Revolucionaria insiste en que la vida interna del partido debe ser escuela de democracia participativa, para que el PRD retome la lucha de masas y pueda “liberar a México de su sometimiento al capital trasnacional y a los dictados de Estados Unidos.

“Hay que reactivar el movimiento que se formó tras el fraude electoral de 2006 con nuevas fuerzas político-sociales”, plantea, “y dejar atrás el pragmatismo, donde predomina el interés y la conveniencia sobre las convicciones.

“Necesitamos –insiste– dar una nueva dinámica al partido y subsanar aquellos problemas en gobiernos donde somos mayoría, porque allí se refleja que ha venido conformándose una casta que prioriza prebendas, puestos, etcétera, en lugar de ser bujía del cambio, de la transformación”, además de que busca subordinar al partido.

Afirma que en el PRD “todo puede pasar con el manejo burocrático y elitista que se tiene”, y está convencido de que es necesario postergar a junio las elecciones programadas para el 16 de marzo próximo, por la inequidad e irregularidades en el proceso. Entre ellas, “una campaña sucia que no puede pasar en el PRD”.

Valenzuela está convencido de que si alguien gana en un proceso “que no es creíble” tendrá “una victoria pírrica. Eso es lo que debemos evaluar y hacernos responsables todos”.

Vive el país “momentos de extraordinaria gravedad”

–¿Le apuesta a un interinato?

–No, yo apuesto a que el proceso electoral lo hagamos bien. Los momentos que vive el país son de extraordinaria gravedad, y un PRD metido en un callejón de elecciones cuestionadas sería lo peor que puede pasar.

–¿Y alguno de sus tres principales contendientes (Alfonso Ramírez Cuéllar, Jesús Ortega o Alejandro Encinas) garantiza un cambio?

–Creo que los tres han sido parte de aparatos burocráticos, de decisiones cupulares y se han beneficiado de ellos… Hay acusaciones fuertes contra Jesús, se le llama traidor, entreguista; Encinas parece una imposición (por ser apoyado por López Obrador), y Ramírez Cuéllar representa al grupo que ha estado aprobando leyes, avalando, negociando –en referencia a la aprobación de la llamada ley Televisa, cuando Pablo Gómez, integrante de Movimiento por la Democracia, era coordinador de los senadores del sol azteca.

“Si bien es muy importante quién quede a la cabeza del partido, lo fundamental para cambiar es qué tanto la inconformidad, la insatisfacción que se ha incubado en el PRD con los contenidos y los métodos de las políticas que practicamos, se transforman en un movimiento, en una tendencia que se haga sentir.”

Porque –añade– “aún en el hipotético caso de que yo quedara al frente, lo cual de por sí expresaría que esa inconformidad alcanzó un nivel muy avanzado, lo fundamental es que el proceso de rescate del partido continúe y se consolide”.

–¿Hay que terminar con los liderazgos?

–Lo que necesitamos es dar una nueva dinámica al PRD, no en la idea de expulsar o eliminar gente. Se trata de rencauzarlo para que deje de ser un partido aparato, puramente electoralista, de decisiones cupulares, de vida interna empobrecida al extremo, de debilitamiento de su organización, porque no hay comités de base.

“Tenemos que dejar de ver a la gente sólo como votantes o como seguidores de líderes y del partido. Verlos como la fuerza fundamental de un cambio, que tiene que organizarse y desarrollarse políticamente con democracia participativa como poder popular. Si esto no cambia, no podremos recomponer las cosas adentro… Ni siquiera podríamos asegurar gobiernos transformadores.”

Camilo Valenzuela está en contra de que se abandone el resolutivo asumido por la Convención Nacional Democrática, del 16 de septiembre de 2006, para derrumbar la República simulada. “La idea de que mediante el entramado institucional podemos lograr cambiar al país es un error estratégico; no hay vía más democrática que la lucha política de masas.”

–¿Está en riesgo la elección?

–El proceso es muy vulnerable… Estamos hablando de una elección donde la información y la reflexión no son elementos para orientar el voto, sino las recomendaciones, la capacidad de operación de un aparato burocrático como el de Nueva Izquierda y sus aliados.

Además, “yo he planteado que no podemos seguir con un líder perredista que decida. Con los cientos de cartas de Andrés Manuel –distribuidas en favor de Alejandro Encinas– el proceso está viciado. A mí se me ha cuestionado la repartición de trípticos, pero no es lo mismo robarse cientos de millones que robarse un plátano”.

Por eso, insiste, “tengo derecho a criticar “es una mínima reacción hasta de desahogo, por salud, para no hacernos más neuras de lo que ya estamos”. Y recuerda que desde el inicio de las precampañas de Ortega y Encinas empezó a plantear que “el principal problema a enfrentar es que el proceso sea limpio y creíble”.

 
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