Número 140 | Jueves 6 de marzo de 2008
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

NotieSe

Dar a luz con VIH
Estela tiene 22 años, vive en Tampico, Tamaulipas. Desde los 15 años ha vivido sola. Cuando supo de su embarazo también se enteró que vive con VIH. “Tengo a mi mamá, mi papá, pero no viven juntos; tengo un hermano de 19 años que está estudiando en el Tec de Madero. Ahora estoy en un grupo de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos. Tengo un niño de nueve meses. De hecho cuando estaba embarazada, yo no sabía que estaba infectada, me enteré cuando tenía cinco meses de embarazo. He tenido problemas de alcoholismo y drogadicción desde los 15 años. Me junté con un muchacho también drogadicto, empecé a tener relaciones con él y todo eso. El problema fue cuando me di cuenta que se inyectaba. Al principio, él se inyectaba con su propia jeringa, y yo nada más lo veía y le decía que no lo hiciera, que era malo, entonces ya empecé a meterme en lo que eran las drogas. Primero era alcohol y marihuana, después empecé con pastillas y a inyectarme también. Yo siempre me inyecté con mi jeringa, pero el muchacho ese ya tenía más tiempo y era más su necesidad de la droga, no le importaba si se inyectaba con jeringas de otras personas.

“Entonces, yo decidí llegar a un grupo de AA, luego me enfermé, fue en abril de 2000. Me hicieron unos análisis, ahí dentro del grupo, y salieron negativos. Conocí a otro muchacho, que es el papá de mi hijo, empecé a tener relaciones con él y todo esto. La cosa fue que cuando yo me embaracé y les dije a los doctores que me drogaba me mandaron a hacer otros análisis. Tenía dos meses de embarazada y me llegó el reactivo positivo, tenía VIH. Me dijeron que no me preocupara porque había un tratamiento para formar una especie de escudo; que como mi hijo se alimentaba de mí, en el vientre, el escudo servía para contrarrestar la mayor cantidad de virus para que no estuviera en mi bebé.

“Me dijeron que el tratamiento tenía que empezar a la semana 14 del embarazo, pero los resultados no llegaban de México. Me habían dicho que en tres semanas llegaban y ya habían pasado tres meses y no había resultado. Entonces fue cuando comencé a desesperarme, empecé a decir a los doctores que yo no quería esperar a que llegaran los resultados, que ya iba a tener 18 semanas y que yo quería que me empezaran a dar el tratamiento. Por eso fue que entré al programa de medicamentos gratuitos, más que nada para salvar al niño. “Me dijeron que no podía tener a mi hijo por parto natural, porque había más peligro por contacto, ya que puede haber desgarros y es como si tuviera contacto sexual con él; me tenían que hacer una cesárea, pero tenía que ser antes de los nueve meses, antes de que mi bebé bajara a lo que es la pelvis, o no sé, antes de los dolores, porque si no iba a ser muy difícil que me hicieran la cesárea. Sin embargo, yo veía que los doctores me daban vueltas, que todavía no, y que todavía, hasta que ya me puse enérgica con la doctora.

“Fue entonces que ya me dijeron, un martes, pero recuerdo que no me querían operar, no me querían atender, nomás me decían ‘ése es el que te va a operar’ y luego ‘siempre no’. Los doctores tenían miedo de operarme. Hasta que hubo una doctora que me dijo: “Yo te voy a operar, porque yo ya he operado otras veces, porque no eres la primera, ya ha habido varios casos”. Estuve una semana internada, esperando que alguien me operara, que apareciera alguien que no tuviera miedo de operarme.

“También me explicaron que yo no podía amamantar a mi hijo, porque es como si le estuviera dando de mi sangre. Eso me ponía mal, o sea, me agitaba, porque yo quería saber qué se sentía amamantar a mi bebé, y a veces como que me daban ganas de hacerlo sólo para saber qué se siente.

“A los ocho meses de edad le hicieron unos análisis, pero todavía no llegan los resultados. Tengo fe y confío en los doctores porque se hizo lo correcto. A los cuatro meses le hicieron una carga viral, y me dicen, ‘¿sabe?, buena noticia, no se le ha detectado’”.

Testimonio tomado del libro Vivencias, experiencias de personas que viven con VIH, de María Isabel Peñarrieta, Gloria Estela González y Norma Citlallic Martínez, editado por la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.