Usted está aquí: jueves 6 de marzo de 2008 Sociedad y Justicia La Iglesia católica debe abocarse a los pobres: Maccise

■ La globalización los ha marginado de todo, afirma

La Iglesia católica debe abocarse a los pobres: Maccise

José Antonio Román

Para la Iglesia católica la opción preferencial por los pobres no sólo sigue vigente, sino que resulta imperativa; más aún cuando el proceso de globalización ha convertido a los “marginados” de ayer en amplios sectores de “excluidos” de todo, señaló Camilo Maccise, superior general emérito de los carmelitas descalzos y actual superior de la provincia mexicana.

La globalización, que ha concentrado el poder y los bienes materiales en unas cuantas manos, ha hecho que los pobres, que son sectores cada vez más grandes, hayan “pasado de la periferia del mundo a estar fuera de él” y los ha privado “de cualquier posibilidad de gozar de los bienes”, afirmó el religioso.

Primero, durante su participación en una jornada de reflexión en torno al documento de Aparecida, Brasil, de la quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam) en 2007, y posteriormente, en entrevista, Maccise señaló que la vida consagrada está llamada a ser espacio de anuncio explícito del evangelio, principalmente a los más pobres, como se hizo desde los inicios de la evangelización.

El reconocido teólogo ha sido testigo de grandes acontecimientos eclesiales, como las asambleas generales del Celam en Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007), además de haber asistido como presidente de la Unión de Superiores Generales a diversos sínodos.

En entrevista, Maccise afirmó que, a diferencia del documento de Santo Domingo, que llegó preparado desde Roma, el de Aparecida fue producto de la reflexión y aportaciones de la comunidad católica latinoamericana, además de que éste, por decisión unánime de los episcopados, se decidió elaborar bajo el método de “ver, juzgar y actuar”, que durante muchos años fue criticado desde Roma, pero desde el cual se recoge con mayor fidelidad evangélica la lacerante realidad del continente y de quienes en él viven.

Recordó que en Santo Domingo algunos obispos con “gran visión y valor pudieron salvar lo salvable” ante un documento que llegó preparado. En cambio, el de Aparecida, explicó, tuvo un año para recoger las reflexiones y aportaciones de toda la comunidad católica, las cuales se expresaron en más de 2 mil 500 cuartillas.

Otras de las diferencias que detalló el religioso fue que este último, consecuencia de las rápidas transformaciones sociales de los últimos 15 años, incluye con mayor claridad y fuerza el fenómeno de la globalización; la evolución de las tecnologías de la información y de las comunicaciones; el creciente pluralismo religioso y también la exclusión social, que provoca que incluso continentes enteros, como África, no figuren en el escenario internacional y no tengan cabida en los centros de poder económico. De esa región sólo existen algunos pocos países de donde se extraen valiosos recursos naturales, dijo.

En 1992 se hablaba de “marginados”, de los pobres ubicados en la “periferia”, pero hoy ni siquiera existen dentro del proceso de globalización, que los tiene totalmente fuera; por ello, Aparecida modificó el término definiéndolo como “exclusión”, expresó.

En su ponencia magistral sobre el desafío y compromiso de la espiritualidad en el documento de Aparecida, y ante un auditorio repleto, el pasado martes, el padre Maccise señaló que uno de los principales retos que tiene la Iglesia es preparar discípulos y misioneros, pues si no se capacita a los laicos como agentes de evangelización en América Latina no hay posibilidad alguna de hacer llegar este credo.

“Hay algunos obispos que están muy preparados para y ya trabajan en ello, pero hay otros que no acaban de ver la necesidad de tener y promover esa corresponsabilidad”, concluyó el religioso.

 
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