Usted está aquí: jueves 6 de marzo de 2008 Ciencias El cerebro no filtra los sonidos por su dirección; el tono es la clave

■ El hallazgo ayudará a crear mejores dispositivos para personas con problemas auditivos

El cerebro no filtra los sonidos por su dirección; el tono es la clave

■ Está determinado por las diferentes estructuras que contienen las ondas de la voz, explica experto alemán

■ La masculina, grave, las produce con lentitud; la femenina, con rapidez

Reuters

Londres, 5 de marzo. Hacer caso omiso de otras conversaciones en una fiesta llena de gente es posible debido a que el cerebro puede distinguir los diferentes tonos de voz, dijeron científicos el miércoles en un estudio.

Los investigadores llaman “fenómeno del coctel” a esta habilidad de escuchar a alguien mientras otras personas hablan al mismo tiempo, y durante mucho tiempo pensaron que se debía a la dirección de los sonidos.

“Se creía que los sonidos venían desde diferentes lugares en el espacio y que el cerebro distinguía esas direcciones para determinar la fuente del sonido”, dijo Holger Schulze, quien dirigió el estudio.

“Creemos que el cerebro también elige basándose en las fluctuaciones en las ondas de la voz”, afirmó el investigador.

Desarrollo de aparatos

Las personas con dificultades de audición tratan de distinguir estos sonidos en una multitud, por lo que este descubrimiento, publicado en la revista médica PloS One, puede ayudar a la creación de mejores dispositivos, aseguró Schulze, neurobiólogo del Instituto Leibnitz, en Alemania.

“Quizás se podría cambiar la señal acústica para filtrar el ruido de la misma forma que lo hace el cerebro”, dijo Schulze.

“Si pudiéramos implementar eso en los aparatos, ni siquiera tendrías que hacerlo con tu cerebro”, afirmó el científico.

El estudio de roedores, que poseen un sistema auditivo parecido al de los humanos, demostró que las diferencias en el tono producidas por una onda de voz son la clave para que el cerebro interprete la información, precisó Schulze.

Cada voz arrastra consigo diferentes ondas que contienen estructuras temporales, las cuales determinan el tono. La voz grave de un hombre produce ondas lentas, mientras el tono de una voz femenina genera ondas más rápidas, según el investigador.

En el estudio, los científicos colocaron electrodos en el cerebro de ratones para medir la actividad cerebral mientras los animales escuchaban una serie de sonidos artificiales.

Estos sonidos imitaban diferentes estructuras temporales de las voces, lo que demostró cómo el cerebro suprime información. En los seres humanos el cerebro puede ser capaz de decidir qué conversación es significante, según los científicos.

“Hay un mecanismo en el cerebro que separa las voces, inhibe las que no le interesan y mantiene el interés por otras”, dijo Schulze.

Olores irritantes

Los olores demasiado irritantes, que provocan tos y arcadas, actuarían sobre un tipo único de células en la nariz que sienten los químicos cáusticos y advierten al cerebro del potencial peligro, informaron investigadores estadunidenses.

Los científicos pensaban que esos aromas actuaban directamente sobre las terminales nerviosas nasales, pero el estudio en ratones sugirió que células especiales en la punta de la nariz trabajan de sensores de control de calidad del aire y protegen al cuerpo de los químicos perjudiciales.

Thomas Ginger, de la Universidad de Colorado en Denver, cuyo estudio fue publicado en Journal of Neurophysiology, dijo que las células sensoras se encuentran en la mayoría de los vertebrados acuáticos, inclusive los tiburones.

El investigador cree que son parte de un antiguo sistema sensor y que estarían presentes en todos los mamíferos.

“El presente estudio es el primero en mamíferos que obtiene una idea clara sobre a qué están respondiendo estas células”, indicó Finger. “Algunos peces las usan para detectar predadores”, agregó.

En las personas, las células generarían una respuesta a las altas concentraciones de químicos irritantes. El amoniaco, el aguarrás, e inclusive el gas que despide una bebida al abrirse, pueden activar la alarma.

El investigador Diego Restrepo, de la Universidad de Colorado, quien también trabajó en el estudio, señaló que las concentraciones elevadas de químicos irritantes pueden provocar un reflejo que hace que la persona deje de respirar por un breve lapso.

Los expertos usaron tejido de la nariz de ratones para medir los cambios en las células sensoras mientras las exponían a niveles altos y bajos de varios olores irritantes. El equipo observó evidencia de que las células no sólo respondían al estímulo, sino que enviaban la información a las fibras nerviosas en la nariz.

Restrepo dijo que sólo los niveles potencialmente peligrosos de olor pueden activar la respuesta de protección mediante arcadas y tos.

“Hay personas que son especialmente sensibles a los irritantes. Esto tendría consecuencias para su tratamiento”, añadió el experto.

 
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