Usted está aquí: miércoles 5 de marzo de 2008 Cultura Montaje operístico monumental a partir de una visión femenina del siglo XXI

■ “Carmen es la primera mujer en emanciparse en la historia de la ópera”: Yekta Kara

Montaje operístico monumental a partir de una visión femenina del siglo XXI

■ Para sobrevivir, el género debe abrirse a los públicos masivos, pero sin perder la calidad, dice la directora escénica a La Jornada

■ Presentarán dos funciones en el Auditorio Nacional

Fernando Camacho Servín

Ampliar la imagen Walter Haupt dirige a la Orquesta de Las Américas, ayer, durante un ensayo de Carmen, ópera de Georges Bizet, que el domingo 9 se presentará en Guadalajara y luego en la ciudad de México Walter Haupt dirige a la Orquesta de Las Américas, ayer, durante un ensayo de Carmen, ópera de Georges Bizet, que el domingo 9 se presentará en Guadalajara y luego en la ciudad de México Foto: Marco Peláez

Para sobrevivir, la ópera debe renunciar al elitismo en el que se le ha encasillado durante mucho tiempo y abrirse a los públicos masivos sin perder en el camino la calidad artística.

Carmen, uno de los montajes más populares de este género, es quizá la mejor herramienta para romper las barreras de la exclusividad y acercar a la gente a la “primera ópera feminista” de la historia, dijo en entrevista con La Jornada la coreógrafa turca Yekta Kara, directora escénica de dicha obra, que se presentará el 11 y 12 de marzo en el Auditorio Nacional.

Con casi 30 años de experiencia como directora de la Ópera Estatal de Estambul, Kara ha realizado varios montajes en los que las protagonistas son mujeres, como Turandot, La Traviatta, Tosca y Aída, pero la obra musicalizada por Georges Bizet, basada en una novela de Prosper Merimée, representa algo distinto.

Carmen, apuntó la creadora, es un reto especial, porque se trata de la “primera mujer emancipada en la historia de la ópera. Es valiente y vive para el amor y la libertad”, a diferencia de otros personajes femeninos en la literatura, que viven instalados en la queja y el dolor frente al acoso de los hombres.

Ese carácter audaz, dijo, es mantenido por ella aunque le cueste la vida. Es capaz de enfrentar a Don José, un soldado que se enamora perdidamente de ella, para decirle que ya no lo ama, arriesgándose a sus celos mortales, con tal de mantener la libertad.

Más allá de la libertad sexual

A partir del libreto y la música originales, Yekta Kara pone al día a uno de los emblemas o arquetipos femeninos más importantes de la ópera, con la visión de una mujer del siglo XXI.

“Me siento muy cercana a ella por tratarse de una mujer; probablemente un hombre tendría una visión muy distinta del mismo tema”, afirmó la artista turca, para quien el hecho de provenir de un país islámico no representa un límite ni una motivación en particular.

Aunque a veces el personaje de Carmen es reducido a un temperamento explosivo y fuerte, su libertad “no se limita al aspecto sexual, es sólo el complemento de algo mayor”, que puede tener múltiples lecturas.

El mejor ejemplo es la puesta en escena que realizó Kara hace 10 años en Estambul, en la que Carmen es situada en la época de la España franquista para enfatizar la importancia de la libertad social. “Hoy ese enfoque colectivo se ha ido cada vez más hacia la individualidad del personaje”, señala.

Poco antes, durante la conferencia de prensa, la creadora reiteró su preocupación por la continuidad de la ópera; de ahí el interés de hacer accesible este género a los grandes públicos y llevarlo a estadios y foros masivos.

“La ópera es bella en sí misma, pero debe serlo también para todo mundo, no de forma elitista.”

Por su parte, el director alemán Walter Haupt, recordó que el montaje de Bizet –que tuvo un estreno desastroso en París en 1875–, “se ha convertido en botín de un sinnúmero de directores de escena que lo fueron desvirtuando. Esto nos conduce a recuperar el estilo original del autor”, sin tantos elementos de sobra, y donde la música tenga un lugar preponderante.

Haupt insistió también en la necesidad de que este espectáculo sirva para que el bel canto llegue a la gente que normalmente no tiene acceso a él, y tenga un “efecto refrescante”, sobre todo entre los jóvenes.

La masificación de la ópera, aseveró, no tiene nada que ver con la pérdida de calidad artística, una premisa “no negociable”. En ese sentido, el reto de la versión monumental de Carmen es doble: complacer a los conocedores, y cautivar a los nuevos públicos que harán que este arte no muera o se convierta en obra de museo.

 
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