Usted está aquí: martes 4 de marzo de 2008 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Con Calderón han emigrado 625 mil mexicanos

■ ¿Quién será rescatado?

A lo largo de 2007 casi 24 mil millones de dólares ingresaron a la economía nacional, producto de las remesas enviadas por la creciente paisanada que emigra para ganarse la vida en el vecino del norte. Con el monto registrado el año pasado, en los últimos siete años los mexicanos que laboran en Estados Unidos “inyectaron” casi 100 mil millones de dólares a la actividad económica de su país de origen, la misma que los expulsó.

El monto acumulado por demás es sobresaliente (equivale a los ingresos petroleros, internos y externos, obtenidos en 2007), que en mucho ha permitido a las familias receptoras sobrellevar el impacto de una economía, la mexicana, que en el discurso es una maravilla, pero que en los hechos parece más una tragedia.

Sin embargo, el creciente flujo de dólares por el concepto referido reporta una “atonía” producto del “atorón” (Fox dixit) económico estadunidense. Ese es el factor real, y no –como presumen algunos en el gobierno– producto del “menor ritmo” de emigración que se observa, según dicen, desde que la “continuidad” se sentó en Los Pinos.

Por el contrario, alrededor de 625 mil mexicanos han emigrado al extranjero, fundamentalmente hacia Estados Unidos, desde que el calderonismo entró en “acción”, o lo que es lo mismo casi un mexicano por cada minuto transcurrido del gobierno de la “continuidad”. En los últimos siete años alrededor de 3.8 millones de mexicanos fueron expulsados por razones económicas, es decir, más de 8 por ciento de la población económicamente activa. Esa sí es una cifra histórica real.

Para 2008, la estimación en torno al monto de remesas que la paisanada enviará a sus respectivas familias no es alentador (no se les vaya ocurrir privatizar este segmento, porque “ya no es costeable para el país”, como dicen en el caso del petróleo). Se pronostica un descenso que en el peor de los casos podría ser de 30 por ciento con respecto a 2007, pero aún si ello se materializa el flujo se mantendrá como la segunda fuente de divisas para el país.

México no será la excepción en lo que se refiere a la “atonía” en el monto de remesas por la debilidad económica estadunidense. Centroamérica, una región que en 2007 captó 12 mil 160 millones de dólares por el concepto referido, también reportará un descenso. De ese monto, casi 85 por ciento se concentra en Guatemala, El Salvador y Honduras. Nicaragua, Costa Rica y Panamá se reparten el 15 por ciento restante.

Para el caso mexicano, las remesas representan cerca de 3 por ciento del producto interno bruto, pero a las naciones centroamericanas significa mucho más. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dichos envíos significan 27 por ciento del PIB hondureño e igual proporción del salvadoreño; 17 por ciento del nicaragüense y 12 por ciento del guatemalteco.

Del valor total de sus exportaciones, las remesas representan casi la mitad de las nicaragüenses, cerca de 60 por ciento de las guatemaltecas, 75 por ciento de las hondureñas y prácticamente la totalidad de las salvadoreñas. Así, una caída en los envíos de dólares, producto de la “atonía” económica estadunidense, tendría un severo impacto en esas economías centroamericanas. La dependencia de Costa Rica y Panamá no es significativa en este renglón.

El Salvador encabeza la lista de países centroamericanos en términos de remesas per cápita, llegando a un millón de adultos (en promedio 12 envíos al año de 300 dólares). En Honduras, el mercado de remesas de mayor crecimiento en América Central, la inyección de dólares por el concepto referido beneficia a alrededor de 950 mil adultos (en promedio 225 dólares, 12 veces al año).

En Guatemala, alrededor de un millón 400 mil adultos reciben remesas de sus familiares en Estados Unidos (en promedio 240 dólares, 12 veces al año) y unos 500 mil en Nicaragua (en promedio 205 dólares, 10 veces al año). Las remesas a Costa Rica y Panamá representan flujos menos caudalosos pero benefician a grandes cantidades de personas: 300 mil en Costa Rica (en promedio 250 dólares, ocho veces al año), y alrededor de 100 mil en Panamá (en promedio 320 dólares, 10 veces al año).

A juicio del BID, el verdadero impacto de las remesas se mide por el número de familias que se benefician con estas transferencias. En América Central unos 4 millones de familias reciben remesas regularmente de parte de sus integrantes que viven y trabajan en el extranjero, fundamentalmente en Estados Unidos. Aproximadamente 75 por ciento de estas remesas se usan para cubrir gastos esenciales como vivienda, ropa, comida, medicina electricidad y agua. “Las remesas representan el mayor programa de alivio de pobreza en América Central”.

En Centroamérica, cerca de 3 mil millones de dólares en remesas se destinan a fines distintos al consumo inmediato, pero el potencial del desarrollo económico de estos fondos se ve severamente restringido porque más de 90 por ciento de las transferencias se realizan fuera del sistema financiero formal.

Con la recurrencia de los “atorones” económicos en Estados Unidos, muchos centroamericanos han “diversificado” su objetivo geográfico. Así, muchos emigran a Europa y Canadá en busca de empleo. “Hace cuatro años, los centroamericanos que dejaban sus países se mudaban casi exclusivamente a Estados Unidos”. En cambio, casi la totalidad de los emigrantes mexicanos tiene la mira puesta en el vecino del norte.

Las rebanadas del pastel

¿Cuál de los estados de la República será “rescatado” con el “Programa de Apoyo a la Economía, 10 medidas temporales para impulsar la actividad económica, la inversión y el empleo en México”? Obligadamente tendrá que ser una de las entidades de la Federación, porque lo anunciado ayer por el inquilino de Los Pinos, cuando mucho, sólo alcanza para eso, no para el país en conjunto. Si ésa es la “imaginación y firmeza” (Calderón dixit) gubernamentales para enfrentar la ola recesiva estadunidense, ¿de qué tamaño es su ofuscación y fragilidad?

 
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