Usted está aquí: lunes 3 de marzo de 2008 Espectáculos Calle Santa Fe, memoria de la resistencia ante el pinochetismo

■ Carmen Castillo, ex militante chilena, regresa con su cine de denuncia política y social

Calle Santa Fe, memoria de la resistencia ante el pinochetismo

■ Es el ejercicio de autocrítica del grupo Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)

■ Estaba obsesionada con la dictadura, pero descubrí que el bien es más interesante, afirma la realizadora

Blanche Petrich

Ampliar la imagen Carmen Castillo y su pareja, Miguel Enríquez, líder del MIR, asesinado en la casa de la Calle Santa Fe por las fuerzas de Pinochet Carmen Castillo y su pareja, Miguel Enríquez, líder del MIR, asesinado en la casa de la Calle Santa Fe por las fuerzas de Pinochet

La cineasta Carmen Castillo vuelve con su cine denuncia a Chile con un documental, Calle Santa Fe, que es al mismo tiempo una historia personal y un registro social; una confrontación cruda con el espejo y el ejercicio colectivo de autocrítica de un grupo de ex militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que cuestionan sin concesiones sus errores, su rigidez del pasado, sus muertos, sus dolores y su derrota.

Es también la historia de una casa en una calle tranquila de un barrio popular de Santiago de Chile. Hoy es habitada por desconocidos y está pintada de verde y amarillo. Carmen sueña con rescatarla, volver a pintarla de blanco y convertirla en un espacio para recrear y honrar la memoria de los revolucionarios.

Era, en 1974, una casa de seguridad del MIR. Ahí vivían Miguel Enríquez, el líder de la organización, su mujer –Carmen, que también era militante– y dos combatientes más. El 5 de octubre cayó en manos de las fuerzas pinochetistas en medio de un intenso combate. Dos combatientes lograron salir, pero Carmen, que estaba embarazada, fue herida y Enríquez resolvió resistir solo hasta el último aliento.

“Cómo fue que no morí”

Carmen no supo –lo sabe ahora– cómo pudo salir en una ambulancia hasta un hospital. De ahí fue desterrada. En el exilio perdió a su hijo.

En 2005, casi de manera fortuita, Carmen la cineasta volvió a la calle Santa Fe. Estaba rodando para una película y cámara en ristre fue a tocar la puerta de su vecino Manuel, y “le pregunto cómo fue que yo no morí, cómo llegué a un hospital para que me salvaran la vida. En ese momento me di cuenta de que Manuel es el verdadero héroe anónimo de Chile. El que se atreve a cruzar un cerco de militares, a pelear con ellos para ir a buscar una ambulancia”.

Ahí nació una nueva idea. “Durante muchos años me obsesioné con el mal: los torturadores, la máquina de matar, la dictadura, la traición”. Una de sus primeras películas sobre Chile es La flaca Alejandra, militante que se quiebra en la tortura y pasa a ser informante del ejército. “Pero en ese momento, al oír a Manuel, me dije: el bien es mucho más interesante. A partir de ahí me atreví a interrogar el acto de resistencia de Miguel Enríquez, el acto de resistencia de muchos otros”.

La directora de cine emprendió un recorrido entre sus amigos, ex militantes del MIR, mujeres sobre todo, para rastrear la historia que callan los libros y las películas. “Según la historia oficial, Miguel Enríquez y los miristas murieron por nada, porque buscaban la muerte”.

En el camino, la cineasta fue encontrando pedazos intactos de una memoria que creía perdida; filmaciones grabadas en viejos VHS con escenas de las barricadas, las huelgas, la organización en los barrios, las brigadas, las ollas populares, los héroes anónimos que siempre le dijeron “no” a la dictadura. Encontró a Luisa y a su marido, que cuentan cómo aprendieron de sus tres hijos, los tres asesinados, a convertir el miedo y el dolor en esperanza. Encontró una impresionante secuencia filmada por Pablo Salas: Estela Ortiz, una mujer que un día cualquiera decide caminar con unos claveles en la mano, abrazando a sus dos hijos, para colocar una ofrenda en el sitio donde fue encontrado su marido, degollado. Los carabineros la acosan, tratan de cerrarle el paso y ella avanza. Al espectador se le corta la respiración hasta que ella llega al prado y pone su clavel. Triunfa.

“Lo que intenté hacer es indagar el acto de resistir. Busco, encuentro y registro en la película toda esa memoria de la resistencia popular de los años 80. Eso es lo que lleva a la victoria del plebiscito. En el Chile visible de hoy, entre los políticos y los intelectuales, no hay ningún reconocimiento a nada de esto.”

–¿Ni ahora con la presidenta Michelle Bachelet, que viene de la izquierda?

–No, Bachelet no ha hecho gestos que impliquen un reconocimiento a los sectores populares que combatieron a la dictadura. Guiada por mis amigos, atravesé los muros hacia ese Chile invisible y me encontré con que las nuevas generaciones están activas. Quiero decir, Michelle es una gran mujer, con un itinerario parecido a los nuestros, torturada, médica, autónoma, mujer con hijos. Pero está sola, en una pelea espantosa, gobernando con las leyes del pinochetismo. Creo que debería hacer más de lo que hace. Mientras ella es presidenta, una mujer mapuche, jovencita, hizo una huelga de hambre de 112 días. Al final, el gobierno cedió y la mujer levantó su huelga de hambre. Pero nunca debió haber tardado tantos días, un gobierno de izquierda debió haber ido a verla desde el principio.

En la imaginación de la directora de Calle Santa Fe, el final de la película sería una escena con la casa vacía, pintada de blanco, las ventanas abiertas y en off su voz leyendo el poema de César Vallejo donde dice: “Todos se fueron. Sólo queda el sujeto del acto”.

Pero los documentalistas proponen y la realidad dispone. “Cuando ya habíamos conseguido, con ayuda de José Saramago, el dinero para comprar la casa, me doy cuenta que a los muchachos no les parecía mi idea. Me dijeron: mira, Carmen, esa casa era buena para la clandestinidad, pero no sirve como centro social. Lo entendí como una interrogación. Al fin pude dejar en paz la casa. Desde entonces ando con mis fantasmas como que más livianitos”.

Así se hace la historia

–Da la impresión que tu generación, la nuestra, es la de la derrota, pero que los jóvenes no comparten esa condición.

–Creo en lo que dice Victor Serge: de derrota en derrota hasta la victoria final. En nuestra generación tuvimos que aceptar que fuimos derrotados y hubo muchos muertos. Pero con las penas, los dolores y la alegría de las generaciones vencidas se hace la historia. Y los jóvenes me devolvieron todo eso.

Calle Santa Fe, que se exhibió en Cannes y San Sebastián, obtuvo dos reconocimientos en el Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México; uno en la categoría de derechos humanos y otro fue el de la crítica mundial como mejor documental. Prontro tendrá su corrida comercial en el país.

 
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