Usted está aquí: viernes 29 de febrero de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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Cambios estructurales inesperados e inverosímiles

Crecimiento chino en el medio rural y recesión en el semiurbano

Un paradigma que hasta ahora no había sido puesto en duda es la existencia de una asociación muy fuerte entre tamaño de la localidad y nivel de vida de sus habitantes; que las peores condiciones de vida (ingresos y satisfacción de necesidades básicas) se encuentran en las localidades de menor tamaño y que a medida que pasamos a mayores tamaños éstas van mejorando. Los contrastes urbano-rurales han sido destacados desde hace mucho, tanto desde la perspectiva de los índices de marginación como de los contrastes en la satisfacción de las necesidades específicas (Véase la Serie Necesidades Esenciales en México, Coplamar-Siglo XXI, 1982-1983 (6 volúmenes). Con un espectro de tamaños de localidades más detallado, encontré que en 1989 (a partir de la base de datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, ENIGH, de 1989 ajustada a cuentas nacionales), la proporción de población en pobreza1 desciende a medida que pasa uno de localidades menores a mayores. Igualmente Araceli Damián y yo encontramos, a partir de la ENIGH1996 sin ajuste a cuentas nacionales, una fuerte asociación entre tamaños de localidad, todavía más desglosados, y la menor incidencia de la indigencia (la más extrema de las pobrezas)2, cuyos valores fueron: rural: 78.1 por ciento; 2 mil 500 a 15 mil (semiurbanos): 57.4 por ciento; 15 mil a 100 mil: 43.1 por ciento. Toda la evidencia, vieja y nueva, sostiene que este paradigma se basa en realidades estructurales que cambian muy poco.

Sin embargo, al comparar la evolución del ingreso y las condiciones de vida según las ENIGH de 2000 y 2006, enfrentamos un fenómeno inesperado. Al desagregar en dos grupos las localidades de menos de 15 mil habitantes (límite urbano-rural oficial), el de menos de 2 mil 500 (en adelante medio rural, MR) y el de 2 mil 500 a 15 mil (en adelante medio semiurbano, MSU), se encuentra una evolución 2000-2006 que contradice dicho paradigma y que tiende a eliminar las diferencias entre ambos, y en ocasiones revertirlas, provocando un cambio estructural inesperado e inverosímil, cuyos rasgos se analizan a continuación (véase cuadro):

Evolución opuesta de la población. Como se apreciará, esta evolución se mueve en sentido opuesto a las demás. Mientras la población rural decrece en 2.8 por ciento, la semiurbana crece en 6.9%. El crecimiento demográfico suele ser resultado del crecimiento económico y el descenso de la población de la crisis (la gente se traslada adonde hay empleos y huye de donde no hay), por lo cual estos datos (si fueran los únicos que tuviéramos) nos harían pensar que habría habido crecimiento económico y mejoría en las condiciones de vida en el MSU y estancamiento o empeoramiento en el MR. Pero según las ENIGH fue exactamente al revés. Veamos.

Evolución radicalmente opuesta de los ingresos. El ingreso por persona en el MR crece a un ritmo semejante al de la economía China: 62.6 por ciento en el sexenio (un incremento anual simple promedio mayor a 10 por ciento). En contraste, el ingreso del MSU decrece en 20.9 por ciento. Se asocia así el crecimiento del ingreso al despoblamiento y el descenso del ingreso al crecimiento demográfico.

Evolución dispar de la pobreza alimentaria. En 2000, la incidencia de la ‘pobreza alimentaria’ del método oficial, era de 52.9 por ciento en el MR y de 22.8 por ciento en el MSU. Más del doble en las primeras que en las segundas. Pero el milagro chino del crecimiento del ingreso rural redujo esta pobreza a sólo 27.4 por ciento (casi a la mitad: el dato de 2006 es sólo 51.8 por ciento del de 2000), mientras la pobreza semiurbana bajó sólo tres puntos y terminó en 19.7 por ciento. Se redujo así la distancia en la incidencia de la pobreza entre ambos medios de 30 puntos a sólo 8. La pequeña baja de la pobreza semiurbana, a pesar de la reducción del ingreso promedio por persona, se explica porque ésta sólo ocurre en los cuatro deciles superiores, mientras hay aumentos en los demás. Es decir, se produjo una mejoría sustancial de la distribución del ingreso en este medio, lo que no ocurrió en el rural, donde el ingreso de todos los deciles aumentó de manera similar.

Ordenación invertida en el tamaño del hogar. Una explicación parcial de los movimientos opuestos en el ingreso por persona en ambos medios, es la evolución contrapuesta en el tamaño del hogar (número de integrantes), que disminuye notablemente en el MR (de 4.61 a 4.13) y aumenta en el MSU (de 4.24 a 4.34), produciendo con ello la inversión en la ordenación de tamaños entre ambos medios, siendo en 2006 mayores los hogares semiurbanos que los rurales, cuando eran mucho más pequeños en 2000. Un cambio estructural inesperado e inverosímil, y falso porque según el Conteo de Población de 2005, los hogares semiurbanos son más pequeños que los rurales.

Se invierte el orden en la tasa de dependencia económica (TDE). En el 2000 la TDE era de 1.97 en el MR, es decir, había 1.97 dependientes por cada ocupado, contra 1.78 en el MSU, pero al bajar mucho esta relación en el primero (a 1.66) y mantenerse casi igual en el segundo (1.72), se invirtió el orden: ahora es más alta la TDE en el MSU. Lo ocurrido en el MR es un auténtico milagro: los hogares se hacen más pequeños, pero el número de ocupados permanece igual y sólo disminuyen los dependientes. Esto explica que el ingreso por persona derivado de salarios crezca, en el MR, en 83.4 por ciento mientras en el MSU decrecen en 3.6 por ciento.

Inversión o reducción drástica de brecha en acceso a satisfactores del hogar. Como se aprecia en el cuadro, el MR ha alcanzado condiciones de vida casi iguales y, en dos casos mejores, que el MSU.

Con esto se completan los cambios estructurales sorprendentes, pero desgraciadamente inverosímiles y, en algunos casos, ya sabemos que falsos.

1Véase el capítulo, de mi autoría, “Incidencia e intensidad de la pobreza en México”, en Julio Boltvinik y Enrique Hernández Laos, Pobreza y distribución del ingreso en México, Siglo XXI, 1999).

2 “La pobreza en México en 1996”, elaborado para el Centro de Promoción Social, AC, en 1999.

 
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