Usted está aquí: martes 26 de febrero de 2008 Opinión Ebrard y las vialidades arbitrarias

José Blanco

Ebrard y las vialidades arbitrarias

No basta ser jefe de gobierno para decidir por sí y ante sí, lo que afecta a cientos de familias sin consultar a nadie. No basta que usted piense que una solución de tránsito y de vialidad es necesaria para que su ocurrencia de solución sea eficiente.

Envié el 23 de febrero una carta al delegado de Tlalpan para que enterara a usted lo que ahora hago por esta vía agregando más argumentos. Hice llegar también una carta a la sección El Correo Ilustrado de La Jornada, y recibimos la callada por respuesta. Hablaba yo por muchos que seremos indolente e intransigentemente afectados, y nada indica que haya la más mínima intención de atendernos, no de grillarnos.

En ambos comunicados me referí no sólo al severo problema de una “solución” vial muy poco inteligente, sino también a los problemas de inseguridad que están creciendo en la zona. Recibí en mi domicilio de Arenal 253, colonia Santa Úrsula Xitla, una respuesta burocrática de Leidy Herrera, dándome su número de teléfono, y eso fue todo. Respecto a los arbitrarios cambios a las vialidades que nos han echado encima impunemente, ni una sola palabra.

A nadie de la delegación, ni de la Dirección de Obras, mucho menos de su oficina, le ha pasado por las mientes de qué forma afectan sus decisiones a las familias que vivimos en Tlalpan con la obra del Metrobús, en la zona de Insurgentes que va de la avenida Calvario a la calle de Santa Úrsula.

Señor Ebrard, si usted viene del sur –de Cuernavaca, por ejemplo–, usted podía, si lo necesitaba, dar vuelta a la izquierda en la calle Santa Úrsula; no es que no hubiera problemas en esa vuelta; siempre hubo encimeros, “ciudadanos” gandallas que ante la impasible policía de tránsito –veía pero nada hacía– atropellaban los derechos de los demás, dando esa vuelta haciendo dos y hasta tres filas, dejando un solo carril para el intenso tránsito de Insurgentes.

Ahora, como ocurre a lo largo de todo Insurgentes, se eliminó esa vuelta a la izquierda. Hay excepciones, como la vuelta a la izquierda en la avenida de La Paz o en Río Mixcoac, donde las configuraciones de las calles lo permitían. Pero la “solución” que dieron al cambiar la vuelta a la izquierda de Santa Úrsula a la calle de Arenal es un desastre que nadie en su gobierno parece imaginar.

Arenal es una calle muy estrecha, que se llama así porque antiguamente en la zona había arenales. Se trata de un piso tan frágil que en el tiempo que llevo de vivir ahí he visto reparar numerosas enormes oquedades que se producen por el peso de los autos. El piso ha cedido dos veces al paso del mío. No hace ni dos meses en la esquina de la calle de Arenal y Cuautla, un camión repartidor de gas se hundió parcialmente como en un cuarto de su volumen, bloqueó ambas calles y fue menester que alguna dependencia de su gobierno se llevara varios días en sacar el camión y reparar el agujero.

En Arenal difícilmente caben dos autos a la vez en paralelo. Ni hablar de que puedan caber los autos y los camiones de todo tamaño que hoy circulan por Santa Úrsula, ancha calle de cuatro carriles.

De acuerdo con sus sagaces planes, los vehículos de todo tipo subirán por Arenal y darán vuelta nuevamente a la izquierda en la calle de Cuautla, otra calle sumamente angosta y sin banquetas; si usted le manda poner banquetas la hará aún más angosta; si no se las pone el riesgo de los peatones se elevará exponencialmente.

Desde luego que ningún camión con tráiler puede dar vuelta de Arenal a Cuautla en un movimiento continuo, de modo que tendrán que hacer maniobras mil para entrar a Cuautla; los nudos de tránsito que se harán frente al convento de las monjas oblatas serán un infierno. Y no imagino el número de hundimientos que veremos, y que impedirán el tránsito que supuestamente quieren ustedes resolver.

En lugar de ignorar a las inermes familias de la zona, podría usted haber buscado negociar con algunos poderosos, como Carlos Slim y Enrique Zorrilla, director de Banamex.

Una cuadra al norte de Arenal, por Insurgentes, hay dos predios contiguos. El de la esquina con Calvario (una avenida con camellón), que ocupa una sucursal de Banamex; inmediatamente después, hacia el sur, el de una sucursal de Sanborns, que tiene una ancha explanada al frente. Si elimina usted la construcción del pequeño edificio de Banamex y el banco se traslada a algún predio cercano (hay varios) y, además, usted recorta unos seis metros de la explanada de Sanborns, puede construir ahí una solución como la que existe en la avenida de La Paz. Ahí los vehículos cruzarían Insurgentes para volver y subir por Santa Úrsula. Esas grandes empresas están en posibilidad de apoyar esta solución; ninguna familia de las manzanas del entorno del problema puede hacerlo. La puerta de entrada a Sanborns quedaría todavía bastante distante de la nueva banqueta.

El domingo 17 y el sábado 23 de este mes algunas familias se manifestaron ruidosamente, bloqueando la entrada a la calle de Arenal (lo que consiguieron fue verse rodeadas de patrullas de policía). Están dispuestas, en número creciente, a impedir la inauguración de la obra. ¿Qué hará usted?, ¿reprimirnos o meternos a la cárcel?

 
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