Usted está aquí: lunes 25 de febrero de 2008 Deportes Hilda Tenorio ha vuelto a los toros; corta oreja

TOROS

Hilda Tenorio ha vuelto a los toros; corta oreja

Lumbrera Chico

Hilda Tenorio, la valiente novillera michoacana, ha vuelto a vestirse de luces poniendo fin a un retiro involuntario de casi dos años, en el que sufrió de todo: primero el dolor físico, agravado por la incertidumbre sobre el futuro de su carrera, tras la el accidente que le rompió los meniscos de ambas piernas cuando intentaba clavar un par Calafia.

Después, las intervenciones quirúrgicas, los lentos periodos de convalescencia y las amargas decepciones, al oír de los médicos que la técnica no había podido reparar los estragos de las rodillas y que era necesario volver a empezar, aplicando la anestesia y el bisturí para reintentarlo todo de nuevo.

Sólo gracias a la inmensa afición que la alentó a debutar como becerrista en la Plaza México en abril de 2002, y a la enorme fe que se tiene a sí misma, y que la ayudó a sobreponerse a una cornada en el rostro que requirió más de 80 puntos de sutura, Hilda Tenorio superó todas las pruebas y finalmente, dueña otra vez de la plena movilidad de sus piernas, obtuvo el permiso de los especialistas para reanudar la batalla.

Así, desde la segunda mitad del año pasado, comenzó a entrenarse en el campo, tentando vaquillas en las ganaderías, practicando el toreo de salón y ganando más y más condición física, y por fin, el miércoles pasado, ante un puñado de turistas canadienses y europeos, partió plaza en el diminuto embudo de Puerto Vallarta, con reses de ínfima categoría –pese a que los boletos costaban 350 pesos para todas las localidades–, y con el ángel que la caracteriza realizó una faena llena de entrega y de voluntad, y terminó dando la vuelta al ruedo y empuñando una de las orejas de su enemigo.

Hilda Tenorio pertenece a la misma generación que Joselito Adame. Ambos nacieron en 1989 –aquél en Aguascalientes, ella en Morelia–, y fueron los discípulos más notables de la cuadrilla de niños toreros que dio sus primeros pasos en la fiesta brava bajo la batuta de Pepe San Martín. Eran dos pequeños aspirantes al título de figuras, pero la suerte no los ha tratado igual.

Mientras Hilda recibía la cornada en el rostro, que la frenó en seco por un tiempo, Joselito aceptó en varias ocasiones el reto de encerrarse con seis erales en diversas plazas del país, de las que salió en hombros, portando orejas y rabos, como el superdotado matador en ciernes que ya se adivinaba en todas sus actitudes: al caminar, al citar de largo, al cargar la suerte, al correr la mano, al rematar de testuz a rabo con la muleta en la izquierda, incluso al saludar al público desde el tercio.

Aprovechando su condición de género, Joselito se fue a Europa con 15 años recién cumplidos –algo que para Hilda, a esa edad y en ese medio, era punto menos que imposible–, y desde allá regresó a finales de 2007, hecho un verdadero ídolo de los taurinos del sur fe Francia, y con ganas de mostrar lo que había aprendido en España y Portugal. Pero si no consiguió actuar en la México, en Guadalajara cortó seis orejas y un rabo, en sólo tres tardes, para alzarse como el máximo triunfador de la temporada tapatía.

 
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