Usted está aquí: miércoles 20 de febrero de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez
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Alejandro Gertz o el juego de la fama

Con la difusión de videos alertó a implicados en el bombazo

No buscaba aportar datos a la pesquisa

Antes del mediodía del lunes pasado, en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se escuchó el timbre del teléfono que anunciaba una llamada imprevista y hasta extraña. En la línea telefónica esperaba respuesta el ex procurador de la capital en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, Alejandro Gertz.

Con su tono de autosuficiencia acostumbrado, el ex funcionario anunció que tenía resuelto el caso de la bomba en avenida Chapultepec y pruebas para asegurar su dicho, grabadas en un video que captó el movimiento de Tania Vázquez y Juan Manuel Meza, quien murió a consecuencia de la explosión.

Cuatro o cinco horas después, algunos agentes de la PGJDF esperaban pacientes a que se terminara de hacer la copia que deberían llevar a las oficinas del procurador Félix Cárdenas. La grabación mostró, sin lugar a dudas, que Tania y Juan Manuel se conocían, que la operación, cualquiera que haya sido el blanco, la ejecutarían los dos y que no estaban solos, sino que cuando menos otros tres hombres participaron.

Y en verdad se trata de una prueba concluyente, que por la tarde ya había sido anunciada por el propio Gertz Manero a los medios de comunicación. El brillo de los reflectores cegó al ex funcionario, quien consciente de que el sigilo es la regla de oro en todo investigación, se lanzó a dar declaraciones anunciando su hallazgo y repartiendo videos a los medios, en los que suponía que su nombre sería parte de la marquesina.

El hallazgo contrastó con la magra información que por la mañana había ofrecido la misma procuraduría. Gertz no reparó en que la difusión masiva del video alertaría, por ejemplo, a los otros involucrados, quienes más rápido que ya buscarían, seguramente, un escondrijo de difícil localización.

Pero el inefable Gertz, como es su costumbre, perseguía el triunfo fugaz de la gloria mediática y soltó lo que las cámaras de la universidad que dirige habían captado. Se trataba de eso, del juego de la fama, no de procurar un dato más a la investigación.

La imprudencia del ex procurador obligó a la instancia del gobierno de la ciudad a dar a conocer otros datos, como el nombre del muerto y su retrato hablado, que estaban reservados para una presentación más amplia del asunto por parte de la PGJDF. Así que la lección dice: reflectores matan sigilo. ¡Qué barbaridad!

De pasadita

Ayer, después de la una de la tarde, todas las instancias de gobierno, local y federal, involucradas en la pesquisa de la explosión del viernes pasado se ponían de acuerdo para dar a conocer el nombre de la sustancia explosiva. Según se dice, el día del estallido se hicieron varias mediciones que al parecer no llevaban al mismo resultado. No obstante, hay quienes aseguran que el nombre que se dará a conocer públicamente es peróxido de acetona, también llamado TATP, que podría haber servido como detonante para una sustancia plástica.

El TAPT es relativamente fácil de obtener y sumamente inestable, es decir, puede estallar por casi cualquier movimiento brusco.

Como se puede observar en el video, si es que la hipótesis de que en la bolsa de plástico que Juan Manuel balanceaba con descuido iba el explosivo, el portador desconocía lo que llevaba o era inexperto en su manejo. También se dice que la manera en que llevaba el artefacto era porque sabía que había un material más seguro, aunque el detonante sí era peróxido. El artefacto, entonces, pretendía ser una de las llamadas bombas lapa, que se colocan bajo algún vehículo para hacerlo explotar. Por lo pronto, la línea del narcotráfico como posible ejecutor de la acción se pretende diluir en un mar de contradicciones, pero lo que debe cobrar la importancia debida es quién dio la orden para que se tratara de ejecutar esa acción, y en eso ya se labora con mucha fuerza y, al parecer, atingencia.

 
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