Usted está aquí: miércoles 20 de febrero de 2008 Ciencias El mercado de la angustia

Gastón Castellanos

El mercado de la angustia

Este es un tema de interés general porque la mayoría de las personas experimentan ansiedad en algún periodo de su vida, ya sea en fases agudas o de manera crónica. Los seres humanos, aunque dotados genéticamente de un equilibrio sicobiológico, somos vulnerables desde el nacimiento hasta el último suspiro. Algunos filósofos lo han llamado “angustia existencial” y quizás tengan razón, porque la vida es una lucha contra la muerte, como la definió el notable clínico francés Laennec, inventor del estetoscopio. Los sicoanalistas usan su propio lenguaje: es la pulsión entre Eros y Tanatos.

Desde el punto de vista biológico nuestro acontecer es evolutivo, cambiante, frágil, aunque sabemos que el instinto de conservación domina sobre cualquier factor que ponga en riesgo la vida.

En primer término, cabe mencionar el mercado de la salud, que es enorme y lucrativo. Lo que es un derecho primordial y debería ser accesible a todos se ha convertido en un producto de venta, como ocurre en muchos países. En nuestro medio han surgido en las últimas décadas supermercados de la salud, que son cadenas de hospitales privados que obviamente tienen que recuperar su inversión. Se supone que brindan mayor calidad en sus servicios, en comparación con las instituciones del sector público, con algunas excepciones. Estas últimas eran excelentes cuando se crearon, pero la excesiva demanda y fallas administrativas fueron deteriorando su capacidad operativa.

La medicina social ahora incluye al seguro popular, considerado una ayuda paliativa para los más desfavorecidos. Asociada con la necesidad básica de salud se encuentra la industra farmacéutica, que es otro mercado cuantioso. No son empresas filantrópicas, sus elevados costos de inversión y tecnología requieren ser redituables. A nivel internacional han formado consorcios para competir y promover la investigación. En México, se diseñó un modelo de maquilar productos cuya patente estuviera vencida. Así surgieron los medicamentos genéricos, de menor precio, Ahora, lo que tienen de genéricos es la duda de los consumidores sobre el control renovado de calidad.

Otros negocios que giran sobre la angustia son los seguros de vida que, como es lógico, no aceptan de cliente a la creciente población geriátrica. A esto se suma un comercio con fachada solemne, los servicios funerarios, incluyendo los crematorios y la venta de criptas, en la que también participan algunas iglesias.

Pero los problemas más graves que generan angustia e incertidubre generalizada son el empleo, o más bien el desempleo, la inseguridad pública, el acceso a los servicios educativos, a la vivienda y el apremiante costo de la alimentación. En este campo no debe prevalecer la noción del “Estado providencial”, del paternalismo y la demagogia espuria que frena el desarrollo. Las estadísticas de población señalan que la conducta reproductiva supera en mucho a la productiva, como ocurre en muchos países en desarrollo.

La creciente expulsión de migrantes hacia los países del Norte y el discurso plañidero de las autoridades que denuncian la ignominia del muro fronterizo y el maltrato que reciben nuestros connacionales es un tema álgido y repetitivo. Por un lado, se exige a los vecinos distantes acabar con la discriminación y la desventaja en cuanto a los convenios de cooperación bilateral. El gigante del norte dilapida recursos bélicos en su paranoia terrorista y es proteccionista en su intercambio comercial.

Por nuestra parte, es un hecho vergonzoso que como Estado soberano hemos sido incapaces de resolver el problema socio-económico y laboral, cuya responsabilidad recae con todo su peso en nuestra clase gobernante, la cual ha sido recientemente calificada de mediocre y corrupta por empresarios exitosos. Quizás esta crítica inusitada también incluya otros personajes de la cúpula empresarial que han gozado de privilegios soterrados.

En todo caso, el gobierno y la sociedad en su conjunto, aunque desigual y fragmentada, estamos obligados a resolver los problemas prioritarios que agobian a nuestro país. Contamos con recursos propios humanos y naturales. La clase intelectual debe despertar, si es que aún tiene clase. No olvidemos que México es más grande que los retos que enfrenta.

 
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