Usted está aquí: martes 19 de febrero de 2008 Política Contener al narco, clave para la seguridad en AL

Entrevista a José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos

Contener al narco, clave para la seguridad en AL

Existe riesgo de que se alíen traficantes de drogas y terroristas

El ex canciller chileno no sólo elogia el uso del Ejército en México contra el crimen organizado, sino sostiene que es necesario. Afirma que el organismo hemisférico tiene planes de mediar en colombia para lograr la liberación de rehenes en poder de las FARC

Blanche Petrich

Ampliar la imagen José Miguel Insulza, ayer en la ciudad de México José Miguel Insulza, ayer en la ciudad de México Foto: Marco Peláez

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza Salinas, en el arranque de su visita oficial aquí, aseguró que “lo central” para atacar los problemas de inseguridad en la región es “contener al narcotráfico”, al tiempo que alertó sobre la posibilidad de que las bandas del comercio de drogas se alíen con agrupaciones terroristas. “No son fenómenos aislados.”

En entrevista con La Jornada, el dirigente del sistema interamericano expresó una “valoración positiva” a la estrategia de combate al narcotráfico del gobierno de Felipe Calderón, a pesar de reconocer que existen reportes de organismos internacionales que denuncian la penetración del crimen organizado en los aparatos policiacos y aun militares. “Ocurre en todas partes. No es una cosa que se pueda evitar.”

También reconoció como “necesaria” la participación de los ejércitos en el combate al narcotráfico en países donde, como en México, estas bandas llegan a tener una capacidad de fuego que les permite desafiar a la autoridad de seguridad pública.

El próximo miércoles, el titular de la OEA inaugurará en esta ciudad la Conferencia Interamericana para el Control del Tráfico de Armas Ilícitas, previa a la reunión de ministros de seguridad pública planeada para mediados de año. El diplomático reconoció que el armamento que nutre a las bandas criminales y terroristas en todo el mundo procede de los países industrializados, pero “lo más que podemos hacer para evitarlo es pedir que procuren que no circulen ilegalmente”. En esta materia, los convenios internacionales “sólo tienen los dientes que los gobiernos quieran darles”.

En otro orden, al referirse a Colombia –materia sobre la cual se explayó–, Insulza Salinas reconoció que la OEA tiene “planes” de intervenir en la mediación de un acuerdo para liberar a los rehenes de las Fuerzas Armadas revolucionarias de Colombia (FARC).

Policías infiltrados: “ocurre en todas partes”

De entrada, el político chileno, antiguo militante socialdemócrata y ex canciller de su país, expresó la “valoración muy positiva” a la decisión política del presidente Calderón de enfrentar el tema en la dimensión que tiene. “No es un asunto secundario y el Presidente lo ha tomado así.”

–Hay reportes de organismos internacionales que sí contienen consideraciones negativas: la calidad de efectivos y operativos policiacos, la corrupción, las fallas en la procuración de justicia.

–Hay fallas, como las hay en toda la región. El aparato represivo nunca es perfecto ni mucho menos.

–Hay tendencia a hablar de la colombianización de la situación del narcotráfico en México. ¿Ve usted el mismo patrón en los dos países?

–El patrón de asentamiento del narcotráfico es siempre parecido. Pero en Colombia fue favorecido por la presencia de grupos subversivos y paramilitares muy poderosos. Las guerrillas –de izquierda y de derecha– tuvieron nueva vida con la llegada del narcotráfico y se potenciaron unas con otras. En México, como en otros lados, el fenómeno es distinto.

–Aquí preocupa la forma en que el crimen organizado se ha infiltrado en los cuerpos policiacos, incluso militares.

–Eso no ocurre solamente aquí, sino en todas partes. En un pueblo cualquiera usted puede encontrar policías dedicados al narcotráfico. Tarde o temprano van a ser amenazados, ellos y sus familias. El riesgo de que alguno sea corrompido es grave. No es una cosa que se pueda evitar.

–En su visita reciente la titular del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Louise Arbour, criticó la participación del Ejército en el combate al narcotráfico. Señaló que sólo es aceptable si es temporal.

–Yo siempre he sido partidario de que en condiciones normales la policía se dedique a sus actividades y el ejército a las suyas. Pero aquí no hay muchas opciones; éstas no son condiciones normales. La policía en Colombia, México, Guatemala y otros países ha sido superada. Pasa que los narcotraficantes llegan a tener una capacidad de fuego que les permite cuestionar a la autoridad de seguridad pública.

–¿Quiere decir que no hay otro remedio?

–Bueno, si a mí alguien me dice que se puede hacer de otra manera, yo con mucho gusto. Pero no veo de qué otra manera. Lo cierto es que vivimos un tiempo excepcional.

–¿Tiene un criterio específico el sistema interamericano sobre qué papel tienen que jugar las fuerzas armadas en este combate?

–Hay diferencias. En una mirada rápida, en general en América del Sur la separación entre fuerzas policiales y fuerzas armadas es más clara. En América Central, en el Caribe, por razones obvias, las dos fuerzas están más ligadas.

Sin dientes para contener el trasiego de armas

–En la agenda de la seguridad, ¿debe pesar lo mismo el tema del terrorismo en nuestra región que en Estados Unidos?

–Sí y no. Uno piensa: ‘terrorismo igual a Torres Gemelas’. Pero el terrorismo existe en América Latina. Fíjese: el atentado en la Asociación Mutual Israelita Argentina (Buenos Aires, 1994), las bombas en el Distrito Federal y, de acuerdo con la Convención Interamericana contra el Terrorismo, hay algunas cosas que hacen las FARC que se clasifican como terrorismo. Creo que las FARC tienen que demostrar genuinamente que quieren liberar a los secuestrados para que avance la negociación del acuerdo humanitario.

–¿Qué espacio tiene realmente en la intención del gobierno de Álvaro Uribe –usted acaba de estar con él en Colombia la semana pasada– la negociación de un acuerdo humanitario?

–Muy grande. Otra cosa es que no está dispuesto a entregar territorio, fundado en el hecho de que con anterioridad se entregó mucho terreno a las FARC, el famoso despeje, y finalmente no pasó nada.

–Entonces, ¿cómo puede prosperar esta negociación?

–Puede ser que se negocie parte del tema, si no es con la Iglesia católica con otro intermediario, para obtener la devolución de los rehenes a cambio de alguna gente detenida por actividades guerrilleras. Ésa siempre ha sido la propuesta de Uribe.

–¿Tiene planes la OEA para intervenir?

–Hay una posibilidad. Estamos trabajando en eso, pero me va a permitir que no diga nada más.

–¿Qué propuestas hay en la OEA para acotar el flujo de armas hacia las organizaciones criminales?

–Lo principal es que todos cumplan con la convención. Cuando hay países que producen y venden armas con facilidad es difícil impedir que haya trasiego. Por lo menos hagamos lo posible para que esas armas no circulen de manera ilegal.

–¿Tiene dientes esta convención sobre trasiego de armas?

–Estas convenciones sólo pueden tener los dientes que los gobiernos quieran darles.

–¿Es Estados Unidos de donde sale la mayor parte del armamento ilegal?

–Es uno de los países que más armas producen y donde vender armas al público es un negocio respetado. Lo que sí podemos pedir es que esas armas no pasen ilegalmente a otros países. Más que eso, difícil. En Estados Unidos eso sería materia de una enmienda constitucional. No debemos olvidar que los criminales en todas partes se nutren de armamento que adquieren en el mundo desarrollado, de países que proclaman a los cuatro vientos su rechazo al terrorismo. Desde Afganistán, Irak y México. El problema es que mientras nosotros no nos tomemos eso en serio el trasiego va a seguir existiendo.

–¿Qué puede pedir la OEA a los países desarrollados?

–En esta reunión lo vamos a revisar. Pero reitero: el narcotráfico siempre va a encontrar armas mientras su negocio sea bueno.

–Sin embargo, hablar de la regularización de las drogas sigue siendo tabú en los organismos internacionales.

–Por tanto –y con esto el titular de la OEA da por concluida la entrevista–, me va a permitir que no diga más.

 
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