Usted está aquí: viernes 15 de febrero de 2008 Cultura Carlos Beyer Flores figura entre los primeros mexicanos en explorar la neuroendocrinología

El investigador fue reconocido en el área de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales

Carlos Beyer Flores figura entre los primeros mexicanos en explorar la neuroendocrinología

Víctor Hugo Varela Loyola (La Jornada de Oriente)

Ampliar la imagen Carlos Beyer Flores, en entrevista, comparte su júbilo por el reconocimiento a su trascendental labor de más de 40 años en el campo científico Carlos Beyer Flores, en entrevista, comparte su júbilo por el reconocimiento a su trascendental labor de más de 40 años en el campo científico Foto: Alejandro Ancona

Tlaxcala, Tlax, 14 de febrero. Galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007 en la categoría de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales, Carlos José Beyer Flores (DF, 1934), se manifiesta satisfecho por la labor científica que ha realizado durante más de 40 años en el campo de la fisiología, lo que le ha valido reconocimiento en el país y en el extranjero.

Beyer ingresó a la Escuela Nacional de Medicina en 1950, pero al poco tiempo, en 1954, se incorporó como ayudante sin salario en el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos, primer centro de investigación biomédica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que estaba en el antiguo edificio de la Facultad de Medicina.

Ahí se dio cuenta de que le interesaba más la investigación científica en el área de la fisiología que la profesión médica o la atención a pacientes. Con base en ello, se cambió a la Facultad de Ciencias de la UNAM, en Ciudad Universitaria, donde cursó la carrera de biología y posteriormente la maestría y el doctorado en ciencias.

A principios de los años 60 realizó un posdoctorado en la Universidad de California. En esta institución se formó en el área que hoy se conoce como neuroendocrinología, rama que estudia las acciones de las hormonas sobre el sistema nervioso central y la forma como el cerebro regula y controla la secreción hormonal.

De esta manera, Beyer Flores se convirtió en uno de los primeros científicos en México en hacer neuroendocrinología, área a la que se dedica “por casualidad”, pues estando en esa universidad estadunidense escogió como tutor a Sawyer, uno de los investigadores neuroendocrinólogos más reconocidos en el mundo.

De regreso a México, Carlos Beyer se reincorporó al Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y en 1965 las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social lo invitaron a incorporarse a su Departamento de Investigación Científica –del que también fue director–, donde abrió el Laboratorio de Biología de la Reproducción.

“Ya estábamos trabajando en procesos neuroendócrinos, pero en ese momento nos desplazamos un poco hacia la forma de cómo las hormonas son secretadas por los ovarios y los testículos, así como los efectos secundarios de las terapias anticonceptivas”, recuerda.

Su labor lo hizo merecedor del Premio de la Academia de la Ciencias 1974, año en que fue invitado a participar en la creación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Iztapalapa, donde se convirtió en el primer director de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud.

A finales de los años 70 y principios de los 80, participó en un proyecto de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y de la UAM para abrir centros de investigación en provincia, sobre todo en universidades emergentes, con el apoyo de organismos consolidados como la UAM, la UNAM o el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional.

Larga estancia en Tlaxcala

“Me vine a Tlaxcala, porque la SEP hizo un estudio y se consideró que era un sitio adecuado para abrir un centro interinstitucional”, relata Carlos Beyer.

Fue así que en coordinación con el Cinvestav, la UAM y la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) se fundó el Centro de Investigaciones en Reproducción Animal (CIRA), en el municipio de Panotla, Tlaxcala, en 1980. Tres años después, el Cinvestav lo invitó a continuar con un proyecto que coordinó ya con la UAT, para que se desarrollara en el CIRA, “centro que fue uno de los pocos que sobrevivieron del proyecto que puso en marcha la SEP”, asienta.

A los pocos años, por iniciativa suya, se puso en marcha un programa de formación de recursos humanos en el CIRA. Al respecto, se abrió, primero, la maestría y posteriormente el doctorado en biología de la reproducción –sólo con el auspicio de la UAT.

De este último recuerda que de los 17 graduados, “la mayoría se ha dedicado a la investigación. Inclusive tres o cuatro son nivel tres del Sistema Nacional de Investigadores. Es decir, ha sido un programa más o menos exitoso”, dice con modestia.

En este centro de investigaciones ha establecido una serie de convenios de colaboración con varias instituciones educativas nacionales y extranjeras –principalmente de Estados Unidos, Canadá, Escocia, España y Francia– y con el sector productivo. “Todo ello ha favorecido la interacción y ha dado la oportunidad para que muchos alumnos hayan salido para adquirir preparación en áreas específicas o su doctorado”.

Hace un año publicó un libro en el área de la reproducción en humanos en colaboración con Barry Komisaruk y Beverly Whipple, titulado La ciencia del orgasmo, que obtuvo el premio al mejor texto sobre sexualidad en Estados Unidos.

Además de ese reconocimiento, Carlos Beyer Flores obtuvo en diferentes años los siguientes galardones: Premio Nacional de Endocrinología Salvador Zubirán y el Premio a la Descentralización Científica de Sonprosit. Fuera del país ganó la Cátedra Ibeldrol, en España.

Recientemente, fue nombrado Premio Nacional de Ciencias y Artes, mismo que le será entregado hoy por el presidente Felipe Calderón Hinojosa.

“Ha sido satisfactorio, pues sí ha habido reconocimiento al trabajo que hace uno”, celebra Carlos Beyer Flores.

 
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