Usted está aquí: miércoles 13 de febrero de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez
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Que se informe sobre los recursos excedentes

Los petrodólares, asunto que se quiere ocultar

Se rechazan los cuestionamientos

Contratos espurios con la estadunidense Halliburton, acuerdos ilegales para explotar el gas de la cuenca de Burgos, al norte del país, para empresas españolas; venta de crudo a precios preferentes al país más rico del mundo, y la compra de gasolina a empresas de esa misma nación a costos cada vez más altos, son algunos de los signos irrefutables que algunos ojos no quieren ver y que dan idea del camino que el gobierno de Felipe Calderón pretende recorrer respecto de los energéticos, aún en manos del Estado mexicano.

Todo eso sí está claro para Andrés Manuel López Obrador y para el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, quien le entró al tema en el momento en que la ceguera parecía una epidemia sólo parecida a aquella que relata el premio Nobel de Literatura José Saramago, en el que las voces que juraban no ver nada se multiplicaron.

Seguramente para descorrer velos o quitar chinguiñas, Ebrard abrió un debate que si bien no estaba olvidado sí se trató de ocultar con el estruendo de otros problemas, como el de la delincuencia organizada, que sin restarle importancia sirve muy bien para que la impunidad campee.

Fácil: qué nos diga el panismo en el poder qué hizo el gobierno con los miles de millones de dólares que recibió por los excedentes que dejó el muy alto precio que decretó el mercado y que no fueron considerados en las cuentas de ingresos y gastos de la Cámara de Diputados. El destino de esos recursos es, hasta ahora, uno de los secretos mejor protegidos por el gobierno panista, que no quiere oír nada sobre el tema.

Claro que las preguntas proliferan: ¿por qué nadie, ni los independientes legisladores ni los medios que a diario exigen cuentas, por ejemplo al mismo gobierno de la ciudad, han pedido cuando menos una explicación sobre el destino de esa multimillonaria cantidad?

El jefe de Gobierno sabe a ciencia cierta que su exigencia para que el PAN-gobierno rinda cuentas es motivo suficiente para que desde todos los micrófonos se enderece una campaña en su contra y, con ello, se eche tierra a esa demanda, pero aún así decidió iniciar un debate que debe y tiene que darse.

Claro que para eso están los azules y sus aliados, los ciegos, para ocultar de la vista de la ciudadanía un acto que después de un año sin explicaciones claras engrosa el robusto cuerpo del sospechosismo. ¿Quién tiene ese dinero? ¿Dónde se metió una cantidad tan enorme? ¿Fue a parar acaso a la bolsa de algún amigo de Vicente Fox o se dilapidó en los gastos de campaña que tan poco tienen explicación clara?

Hay algo cierto: por donde se vea, no se admiten cuestionamientos. Los millones y millones de dólares no están en obra pública, no sirvieron para ayudar a los más pobres a salir de su postración ni se pueden contabilizar en mejoras sustanciales para Petróleos Mexicanos (Pemex), que urge de inversiones. Por eso cuando una voz como la del jefe de Gobierno pide cuentas es que hay algo muy negro en la administración de esos recursos.

Tal vez en el diagnóstico que se tiene sobre la situación de Pemex, ese sea el primer punto. Sí no, de nada sirve que se trate de explicar por qué la empresa se halla en problemas de sobrevivencia. La corrupción es uno de los males mayores en la paraestatal, pero si se mira bien no es nada más el sindicato el que tiene la mano. La explicación de qué pasó con los millones debe ser atendida antes de que se quiera cometer cualquier nuevo atraco contra la institución, aún en manos de mexicanos.

De pasadita

Vale preguntarlo de una vez: ¿Hasta cuándo dejará el odio el gobierno de Calderón y, por ejemplo, dará cauce a la desconcentración de la educación pública que no quiere soltar para el Distrito Federal? En el gobierno de la capital ya está todo listo para que se haga la sustitución bajo un nuevo esquema que ya propuso el secretario de Educación de la capital, que evitaría el fracaso que hasta ahora significa la descentralización. ¿Hasta cuándo?

 
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