Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de febrero de 2008 Num: 675

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La memoria y guerra
del agua

VILMA FUENTES Entrevista exclusiva con DANIELLE MITTERRAND

Fernando Leal Audirac,
un hombre pentafásico

SERGIO FERNÁNDEZ

Dos poetas

Fandangos de la
lengua española

RICARDO BADA

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Columnas:
La Casa Sosegada
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Las Rayas de la Cebra
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La memoria y guerra del agua

Vilma Fuentes
Entrevista exclusiva con Danielle Mitterrand

LA CALLE DE BIÈVRE: LA CASA

Unos minutos antes de las cinco de la tarde, me dirijo a la calle de Bièvre, sinuosa, apenas algo más de cien metros, bordeada por edificios construidos a lo largo de varios siglos. A cada extremo de la callejuela un restaurante: uno marroquí, otro argelino. A la mitad de la cuadra, contiguo al número 22, un pequeño jardín umbrío, casi escondido, donde pocas personas penetran. Incluso durante la época de mayor peregrinaje, el jardincillo era apenas visitado. Como si fuese invisible, los paseantes no lo veían, atraídos por la vista del hôtel particulier, una casa propia, sin pretensiones, no más grande que una propiedad de clase media en Ciudad de México, donde vivía François Mitterrand, presidente de Francia de 1981 a 1995. Aún hoy, una década después de su muerte, cada vez que paso por la rue de Bièvre , bajo la cual siguen corriendo hacia el Sena las aguas del río que da su nombre a la calle, oigo las voces, fuertes o quedas de los caminantes, en ocasiones conducidos por guías de turistas, señalando ese número 22. A las cinco de la tarde en punto, hora de mi cita con Danielle Mitterrand, viuda del ex presidente socialista, el claroscuro del anochecer da al cielo esa luz mortecina que precede la oscuridad de la noche.

Cuando toco el timbre, pienso en la venta pública que tendrá lugar en Drouot el martes 29 de enero. Danielle Mitterrand pone en venta los objetos personales de su marido, de ella misma: zapatos, trajes, sombreros, pañuelos, batas, pipas, careras, un obsequio de Fidel Castro, objetos diversos, incluso las pantuflas de quien fue su marido. De ella, de los objetos que ocupan una de esas piezas que sirve de desván, no conservará más que el vestido que se puso cuando François Mitterrad ganó las elecciones en 1981: las mujeres hemos de tener, con ciertos vestidos, por ejemplo el de novia, una relación sentimental. Ya en 2004 había rematado vinos y muebles por otros motivos. Ahora espera recolectar entre 60 y 90 mil euros para alimentar la tesorería de la Fundación France Libertés que ella preside. Atravieso un patio, paso bajo las ramas de un árbol a la derecha del portón de entrada y la agregada de prensa de la Fundación , después de agradecer a La Jornada –diario que me dice conoce bien– la publicación de Danielle Mitterrand en defensa de Evo Morales, me indica una pieza a la derecha. La sobriedad es extrema, ningún lujo: un sofá, una mesita de centro, dos sillones (deposito mi abrigo y mi bufanda en uno de ellos) al fondo; del lado del ventanal que da sobre el patio, una mesa redonda y cuatro sillas. Danielle Mitterrand lee un periódico. Me saluda, me observa, me ofrece una silla, me ofrece un té, un jugo, agua. Acepto un vaso de agua.

Su voz es suave pero firme. La mía, al principio de la conversación, temblorosa. Después de todo estoy frente a uno de los testigos del siglo. En China, Danielle Mitterrand sería considerada como un tótem. Allá tienen memoria porque saben respetar el pasado: “Un pueblo sin memoria no es un pueblo libre” (discurso en el Jeu de Paume, en 1989).


Foto: Marco Peláez/archivo La Jornada

–Madame Mitterrand, leí con verdadero interés su libro, la vi también en un programa de televisión donde la entrevistaron a propósito del mismo. La oí responder con lucidez y agilidad, la vi enfrentar con firmeza las insinuaciones. No pude dejar de pensar: ella es admirable. Me pregunté cómo puede usted verse tan bien, tan firme, en fin, cómo puede sostenerse, hacer frente a tantas cosas...

En efecto, Danielle Mitterrand posee una silueta delgada y menuda, más bien juvenil. Pero ella comprende en mis palabras la alusión tácita que hago a su edad. Nacida en 1924, su libro, Le livre de ma mémoire representa no sólo su memoria, sino también la del siglo vivido por ella, el xx, con todo su peso histórico, político, de luchas, contrariedades y victorias, pero también de esperanzas .

–Sin duda porque la convicción me sostiene, las ganas de vivir, de continuar, porque en mi cabeza sigo teniendo diecisiete años, en fin, así es – concluye con una sonrisa dirigida a mí, pero también hacia sus recuerdos de esa época. Eterna juventud.

VENEZUELA, BOLIVIA: LA VIOLENCIA , LA GUERRA DEL AGUA

–Pude observar en su libro una fidelidad a las ideas y a las personas. Observé también su facilidad para hacer retratos, una pluma ágil, vivaz. ¿Podría hacerme algunos retratos de personas conocidas por usted? Por ejemplo, Hugo Chávez, ¿usted lo conoce?

–Sí, lo conozco.

– ¿Podría hacer su retrato?


Foto: Alejandro Meléndez/ archivo La Jornada

–No, es difícil, primero porque lo conozco sobre el terreno. Lo vi durante una misión que efectué en una reunión en Caracas por la causa del agua. El también ha tomado la causa con interés. Pude ver cómo reaccionaba. Visité barrios donde la población misma hacía obras de canalización del agua, desde luego con financiamiento del Estado... Chávez había logrado integrar completamente la población en estos trabajos para hacer de ellos una gestión pública, construir infraestructuras que pertenecieran a la población.

Danielle Mitterrand hace una pausa, mira los apuntes que hago en un cuaderno, levanta la vista hacia el ventanal, afuera la oscuridad se vuelve cada vez más densa.

–Mi interés por Hugo Chávez va en este sentido: por este tipo de acciones dirigidas por él en favor de la causa del agua. Sé bien hasta qué punto Venezuela es un país rico, rico en dinero gracias a su petróleo, lo que le permite ayudar y solidarizarse con otras democracias locales. Es un tema de conversación entre nosotros que tenemos con franqueza. Así, no dejé de alertarlo contra los daños del petróleo. Es una riqueza natural la que posee Venezuela. Chávez la utiliza con discernimiento, tanto para beneficio de su población, la cual puede adquirir el petróleo muy barato, como para el de otras democracias. Cierto, lo vende para obtener ingresos financieros que le son necesarios. Pero si no debe ignorarse el interés que representa el petróleo para el bien, tampoco debe olvidarse la amenaza que representa para el desarrollo durable, para la vida. Llegará el momento en que Hugo Chávez deberá preguntarse si debe continuar su actual política del petróleo, contraria al desarrollo durable, política que implica la degradación de la atmósfera, o si tendrá la sabiduría necesaria para poner un término a esa política y utilizar esos mismos recursos petroleros, mientras los tiene, para buscar nuevas fuentes de energías que podrían tomar el relevo. Este es el tipo de discusiones, totalmente francas, que tengo con Hugo Chávez: le digo que no puede tener el discurso ecológico, de desarrollo durable, y utilizar al mismo tiempo el petróleo a ultranza como lo hace, es un comportamiento antinómico... Y que sería necesario que un día su reflexión se detenga en este renglón.

– Sin duda usted ha seguido la operación que se llevó a cabo para liberar de manos de las FARC a tres rehenes: dos mujeres y un niño. ¿Cuál es su opinión al respecto?

–Desde luego, me parece una muy buena iniciativa; siempre es loable liberar a personas sujetas a la alienación, como es el caso de rehenes cuya libertad es alienada por el secuestro. Más aún cuando se ve a los personajes que viven tal secuestro, personas de carne y sangre. Seguro que debe hacerse eso. Pero si no se actúa más que en ese sentido, no sirven de gran cosa tales acciones. Primero, porque hay millares de otros rehenes, no sólo en Colombia sino en el planeta. La política de liberación de rehenes debe ser pensada en el mundo entero. No se pueden –no hablo de Chávez cuando digo esto– aceptar ciertos gobiernos que manifiestamente tienen intereses en que la situación no varíe gran cosa. La han hecho variar un poco para calmar las indignaciones, pero no se hace lo necesario. No me hará usted creer nunca que un país, al cabo de cuarenta años de existencia de las farc , no haya encontrado la solución. Una solución que existe cuando hay voluntad política para erradicar esa violencia, sobre todo cuando estos guerrilleros no están respaldados por el conjunto de la población. Nosotros habríamos podido decir, y no era evidente, por ejemplo, que la resistencia hubiese podido durar mucho tiempo porque había un respaldo popular, todos querían que el conjunto de Francia fuera liberado. Pero en Colombia se trata de una alienación gigantesca: han secuestrado una superficie que es casi la mitad de Francia. Que el gobierno de ese país no logre cernir un problema de ese género al cabo de cuarenta años es porque no existe la voluntad política. Y si no la hay, es necesario que las personas que son humanistas se desencadenen para liberar a los rehenes. Porque la solución es política.

– Para continuar con América Latina, ¿Conoce usted personalmente a Evo Morales?


Foto: Alejandro Meléndez/ archivo La Jornada

–Lo conocí... y lo olvidé, si puedo decirlo, pues no mantuve relaciones constantes. Nuestro primer encuentro fue en 1992, durante la marcha de la Amerindia que se organizó en Guatemala. Volvimos a vernos, a propósito del problema del agua, como siempre, cuando su población exigió el retiro de las multinacionales para retomar el control del agua, tal y como proponemos en nuestra gestión. Sostuvimos esta posición, retomamos contacto, construimos juntos, puedo decir, una estrategia; aportamos nuestro apoyo, reunimos la red para poder sostener esta política en Bolivia. Las cosas continúan. Es muy difícil para ellos porque tienen una oposición coriácea, no les ponen un tapiz rojo –me dice con una sonrisa irónica– para realizar sus intenciones. En la actual situación, al menos superficialmente, parece que las cosas se han calmado. Pero hay que seguir vigilantes.

 VISITAS A CUBA

Durante una de sus visitas a Cuba, en 1996, Danielle Miterrand habla con Fidel Castro de “prisioneros políticos y desaparecidos”. Él le asegura que puede encontrarlos en sus casas. En su libro, escribe al respecto:

Y Fidel Castro continúa proponiendo a France Libertés que prepare una misión de observación.

–Todas las puertas les serán abiertas y podrán entrevistarse con quien deseen sin testigos.

–En fin, Fidel, sabe usted bien que ya no soy creíble, no más que mi Fundación cuando se trata de Cuba. Se me considera una de sus groupies , con todos los bajos sobreentendidos que ello implica... Pero puedo sugerirle la reunión de varias asociaciones por encima de cualquier sospecha afectiva hacia su gobierno, y organizar una misión.

–De acuerdo.

Fue así como en 1996, Human Right Watch ( ong estadunidense), Médicos del Mundo, la Federación Internacional de Derechos Humanos y France Libertés, publicaron un informe que me gustaría haber visto. Su difusión no pareció interesar a los medios de comunicación.

Ah, me olvidaba decir que invité a Amnistía Internacional a acompañarnos.

La invitación fue declinada.

– ¿Podría hablarme de Fidel Castro, que usted conoce y de quien habla con afecto en su libro?

–Hablo más del pueblo que de Fidel Castro. Castro es uno más entre el pueblo cubano. Hizo la Revolución , fue elegido por la población para dirigir las medidas revolucionarias, pero es el pueblo cubano el que me interesa. Recientemente, cuando estuve en Cuba, tuve verdaderamente la sensación de que el pueblo cubano no abandonaría la Revolución , con o sin Castro. Continúa en su posición revolucionaria, en todo caso progresista, diría, puesto que ya no es revolucionaria.

En efecto, cuando se lee su libro con atención, cuando se conoce su acción en France Libertés, incluso durante el mandato presidencial de su marido, Danielle procuró, en todas y cada de sus visitas a otros países, hablar directamente con la gente del pueblo más que con sus dirigentes.

LA FUNDACIÓN FRANCE LIBERTÉS

– ¿Puede usted decirme cuál es la principal preocupación de France Libertés?

–El agua – me responde con simplicidad y convicción, mirándome a los ojos con seriedad.


Foto: Alejandro Meléndez/
archivo La Jornada

En Le livre de ma mémoire , Danielle Mitterrand recuerda que en 1990 se vio frente a frente con los dos problemas que la inquietan y ocupan a la Fundación France Libertés: el pasado colonialista, es decir, la violencia contra los indígenas y, sobre todo, la guerra del agua:

En el curso de un viaje a Guyana, invitada a navegar río arriba el Maroni, fui piloteada por un indígena, un autóctono, en fin, por Félix. Me observa con reserva durante largas horas antes de liberar su carga de desconfianza y reticencias. ¿Sabe usted, señora Mitterrand, que en 1900, durante la Exposición Universal , mis abuelos fueron exhibidos desnudos, con cadenas en los pies, en una jaula? ¡Qué humillación! Mi abuela, tan dulce, quien me enseñaba los misterios del bosque, el canto de los pájaros, y me ponía en guardia contra el miedo que debilita la razón y el buen sentido. Son sus antecesores, señora Mitterrand, quienes cometieron ese crimen. Los contemporáneos de sus propios abuelos.

Un flash me cegó: mi abuelo hubiese podido, al pasar con indolencia por los corredores del parque de la Exposición , cruzar la mirada con la de la bisabuela de Félix.

Eso es, queda dicho.

Entonces, Félix, ese proyecto por el cual me han invitado, ¿hablamos? Nosotros discutimos la construcción de una presa enorme que debería alimentar una fábrica eléctrica. Decenas de nuestros pueblos serían inundados y la población desplazada. La pesca río abajo dejaría de nutrir a los ribereños, pues los peces no sobrevivirán al desquiciamiento ecológico perpetrado. Es la tierra que nuestros ancestros nos dejaron. Ahora bien, hay otra solución para llegar al mismo resultado: una serie de pequeñas retenidas, que no corten la corriente del río, bastarían para llevar la electricidad a toda la región.

–Comprendo, al leerla, su inquietud personal, pero, ¿puede usted explicarnos cómo la Fundación hizo de este asunto la principal de sus ocupaciones?

–La explicación es que, simplemente, recibíamos testimonios, y en los años noventa comenzamos a recibir cada vez más y más testimonios de poblaciones que se inquietaban por su porvenir en cuanto al agua potable. Y esto se volvía de tal manera recurrente que comprendí que se trataba de un problema verdadero para el futuro de la humanidad. Por ello buscamos los motivos del temor que manifestaban las poblaciones y los encontramos rápidamente, lo que nos condujo a denunciar la economía mundial. En la locura furiosa de consumo, de superproducción, se utilizan todos los medios, el agua en particular, para obtener los resultados. Se agotan los recursos vitales de la humanidad. Porque la humanidad es la única especie viva que no puede vivir sin agua potable. No hará falta agua, a menos que haya otra transformación de la tierra, pero la humanidad no puede vivir sin agua potable. Si el agua potable se contamina, dejará de existir la especie humana. El análisis de todos los datos, las razones, las causas, nos llevó a denunciar la economía mundial y, al denunciarla, buscábamos soluciones, porque el instinto de conservación de la vida nos empuja a buscar y encontrar respuestas para seguir vivos, aportar propuestas a través del trabajo que hemos hecho en los foros mundiales, en todas las reuniones, creando una red de defensa de la causa del agua.

– Si comprendo, la Fundación France Libertés que usted preside funciona a través de redes. Mi pregunta es: ¿cómo se pone en contacto una comunidad que tiene problemas de agua o de desplazamientos de su territorio con la Fundación ?

–La gente afectada por el problema da testimonio de sus dificultades y de su ambición por cambiar las cosas. Elaboran un proyecto en el cual podemos participar. Nos lo envían y, desde el instante en que la relación se establece, los intercambios continúan para ver cómo se puede colaborar en ese proyecto y hacerlo evolucionar. A menudo, para nosotros, esto se vuelve una argumentación. Esto da argumentos a nuestro discurso en favor de la causa del agua.

– Es obvio que su Fundación no se ocupa de todos los problemas...

–Imagínese, somos diez.

– ¡Diez!

–Diez, sí. En la sede somos diez, pero justamente, a través del trabajo y gracias a la constitución de redes, somos millares, incluso centenas de millares en el mundo entero – me dice con entusiasmo– . Claro, el corazón que palpita y se esparce, es de diez. Por ello, nos centramos en dos temas particularmente importantes para la continuidad de la vida: el agua y la contabilidad de riquezas, los nuevos indicadores de riquezas. Claro, es difícil realizar el objetivo final mientras sigamos en este sistema donde el dinero decide todo, la fortuna de unos y la pobreza de otros, mientras continúe ese poder dictatorial. Hay que repetirlo, nada cambiará gran cosa mientras se considere al dinero como la meta. Todo nuestro objetivo es hacer la demostración, hacer admitir que el dinero es sólo un utensilio que permite los intercambios, pero que no tiene ningún valor en sí, por lo que no puede decidir el precio de cosa alguna. No tiene ningún valor por sí mismo, sino que representa el valor del término de los intercambios. Y esa es su misión original.

CHIAPAS: MARCOS

 A lo largo de su libro, Danielle Mitterrand menciona al subcomandante Marcos aquí y allá, varias veces. Dedica algunas páginas para relatar y explicar la lucha de los indígenas chiapanecos. Y ella, quien acompañó a François Mitterrand en su lucha por la conquista de la presidencia de Francia y fue primera dama de la nación durante catorce años, cita al subcomandante con la solidaridad que dan los principios, las ideas y las metas. Si no un rechazo, se percibe en sus palabras un definitivo y convencido sentimiento de distancia con el poder:

Impregnándome de fórmulas como: Las comunas, al igual que la escuela, son las células matrices de la democracia, ( Politique , discurso de 1965), treinta años más tarde tomé naturalmente el partido de los “Caracoles”, esas municipalidades mexicanas agredidas por el ejército federal, cuando el eco de los crímenes perpetrados nos llegó. Poco después de su ascenso al poder, el nuevo presidente [de México] retiró a sus militares de treinta comunidades. Éstas fueron declaradas autónomas por los zapatistas, quienes juzgaron llegado el momento de devolver el poder militar a las colectividades civiles. Los ejércitos deben servir para defender y proteger, no para gobernar , declaró el subcomandante Marcos .

Así lo comprendo, como lo comprendieron los partidarios de la Comuna parisiense de 1871.

Y aplaudimos cuando, en Chiapas, esas comunidades municipales reencontraron su autonomía, nueva forma de resistencia y de lucha por las libertades locales amenazadas. La democracia participativa prepara el terreno.

–Me imagino, por el interés que muestra en su libro por la lucha del Ejército Zapatista, que usted siguió, en diciembre, la reunión que tuvo lugar en Chiapas, donde el subcomandante Marcos participó con siete charlas.

–Sí, seguí con atención los eventos: anunció que se retiraba en tanto ejército. Creo que es una buena cosa, tanto más que ahora el número creciente de municipalidades autónomas sobre la democracia participativa abre un camino.

– ¿Usted está en contacto permanente con Marcos?

–No, me llegan sus declaraciones, dos tres veces por mes, pero en español. No puedo seguirlas más que cuando un amigo me hace el favor de traducírmelas. Sé que hizo una manifestación hace algunos meses, a la cual hubiese deseado ir, pero no tuve los contactos.

– ¿Puede usted decirme algunas palabras sobre la política mexicana actual?

–Los mexicanos no se dirigen a mí, no hablan a la Fundación , por el momento. Tienen sus preocupaciones. Si no se manifiestan, no soy yo quien va predicarles la buena palabra. Por el momento, aparte de Marcos, con quien sostengo relaciones amistosas, no mantengo otras redes. Sobre el trabajo no quiero decir que hayamos divergido, pero... – tranquila, busca las palabras que corresponden a su análisis de la situación.

– Han tomado caminos diferentes...

–No son vías diferentes, pues seguimos la misma, pero no nos encontramos juntos en el mismo camino. Y luego, tengo tantas peticiones de unos y otros, que no voy a ir a buscar otras. Si Marcos, si los zapatistas no tienen necesidad de mí por el momento, yo no me manifiesto. Si él piensa que no les puedo ser útil... Una de las últimas veces que vi a Marcos, me dijo: “Lo que esperamos de ti es que tú hables.” – Me deja pensativa el tuteo de Marcos, pero lo interpreto como la respetuosa camaradería del subcomandante con Danielle Mitterand, a quien considera una compañera militante de base al igual que él –. “Que hables sobre todo de la situación”, me repitió el subcomandante . Pero para ello necesito que él me proporcione los elementos. Evidentemente, cuando hubo el drama de Oaxaca, como todo mundo seguí los acontecimientos.

–En este momento en México se discute ampliamente sobre el poder. Como usted sabe, los zapatistas no parecen querer tomar el poder, luchar por él.

–Nosotros, los altermundistas, tampoco queremos tomar el poder. Pero queremos que aquellos que escogemos para gobernar, en quienes se delega nuestra determinación, nuestras ideas, nuestra filosofía, hagan caso de ellas. Porque hoy nos percatamos de que a aquellos a quienes se designa, se instalan en el poder y, una vez que están instalados, son por completo devorados por el sistema triturante del neoliberalismo y olvidan totalmente que fueron elegidos por gente que quiere otra política.

–Otro tema analizado ahora en México es la idea de la horizontalidad en contra de la verticalidad, es decir que el poder no debe venir de arriba sino extenderse desde la base.

–En democracia, en todo caso. Ya no estamos en una monarquía –me dice burlonamente seria–. En una democracia es el pueblo el que determina, el que da los límites del poder que se ejerce. El poder está ahí para servir al pueblo.

CHILE: LOS MAPUCHES

– Para seguir con este panorama de América Latina, ¿cómo ve usted a Chile actualmente, ahora con Michelle Bachelet?


Danielle Mitterrand 2005

–De hecho, si debo hacer un diagnóstico con respecto a Chile, estoy de nuevo interpelada por los mapuches, quienes siguen siendo exterminados por razones económicas, como de costumbre. Es siempre el mismo problema. Ya ni siquiera tengo ganas de situar las cosas por continente. Es la misma tragedia en todos lados. A las matanzas se agrega la erradicación de bosques nativos, primero transformados, luego replantados con eucaliptos y resinas que han deteriorado por completo la tierra, y contaminado las capas subterráneas y todos los ríos. Hoy los bosques siguen siendo destruidos para hacer grandes producciones de Palmolive – Danielle Mitterrand me mira sin esconder una expresión de tristeza– . Así, están destruyendo lo que es el alimento mismo, las fundaciones vitales de todo lo vivo del país, en fin, todo el ecosistema. ¿Y para qué? Para meter gasolina en los motores. Así, uno se dice: la humanidad se ha vuelto loca. Cuando ya no tengan a nadie para conducir los autos, éstos no van a conducirse solos –ironiza–. Ya no habrá especie humana, pero habrá aceite, Palmolive, hidrocarburos. Será entonces el drama de los hidrocarburos, ya no el nuestro. Y todo eso para obtener un provecho, una rentabilidad a corto plazo, que no sólo destruye la vida sino también a la Tierra. Todo lo que puedo hacer para acentuar este llamado que hacen hoy los mapuches, que son asesinados, torturados, encarcelados, cien mil de ellos desplazados. Es una locura, ¿no? Cuando se protesta, hay que saber exactamente lo que pasa. Se reúnen informaciones para dar peso a nuestra argumentación, la cual va por entero en el sentido de la política mundial...

¿TERCERA GUERRA MUNDIAL O GUERRA ETERNA? GUERRA DEL AGUA

 –¿Me puede usted decir unas palabras sobre la situación en el Medio Oriente, a propósito de la guerra?

–Sobre eso se puede decir todo y nada. François decía: las guerras estallarán siempre provenientes del mismo lugar; se inician ahí y se esparcen alrededor, pero es verdad que es una región donde todos los antagonismos son llevados al paroxismo, no sólo por el poder interior, sino también por las políticas exteriores que favorecen ese paroxismo.

–Hay quienes afirman que la tercera guerra mundial ya comenzó, pues se trata de una guerra diferente, entre países pobres y ricos, con piedras y guijarros, o incluso con actos terroristas, contra las armas sofisticadas, las más modernas.

–¿La tercera guerra mundial? Hay guerras en todas partes. ¿Dónde sucede la tercera guerra? Hoy no hay ningún continente que no esté en guerra. Que se le denomine la tercera guerra mundial o la guerra eterna. No, yo creí que usted iba a decirme “la guerra del agua”. Esta guerra comenzó ya desde hace mucho tiempo. El objetivo de dominar los recursos y volverse el poseedor de las riquezas de agua en la Tierra existe desde hace numerosos años. Cuando se ven todas las bases militares estadunidenses implantarse hoy en todo el mundo junto a las grandes capas subterráneas acuáticas... Y no es para contemplarse en el espejo del agua, no, tienen otros objetivos. Hay que saberlo, decirlo, y tal vez una día, reaccionar. Y trabajar, trabajar, trabajar. Se avanza. No hay más que mirar atrás de uno para ver los avances, luego, un buen día, habrá un equilibrio que se impondrá. Entonces, podremos ver de qué lado se inclina la balanza: ¿del lado de la vida o del dinero?

–Ese es el problema: por el momento, me parece que la carrera tras el dinero domina el mundo.

–Ahí también se llega a un paroxismo, y cada vez que esto sucede es la fin de un sistema. Así, pues, se está llegando a ese final. Lo que debe tratar de saberse es cómo nosotros desembocaremos. Nosotros somos más bien pacifistas, no vamos a hacer la guerra, pero nos impondremos a través de nuestras realidades. El movimiento en el que me siento bien es ése, el que trabaja en el terreno, que avanza... y que se impondrá.


Danielle Miterrand y Adolfo Gilly
Foto Francisco Olvera/archivo La Jornada

No puedo dejar de admirar la confianza en el futuro, la firmeza de sus esperanzas, de esta mujer, heredera de viñadores, apegada a la tierra desde su infancia, mecida con las historias de sus ancestros y sus luchas para conservar la fertilidad de los campos, esa tierra agredida por intereses comerciales y bárbaros, pero que sus antepasados supieron salvar, por las narraciones del agua que brotan de la memoria viva de la infancia: los recuerdos que nos regalan al oído.

Quería también que los hechos que preceden mi nacimiento fuesen retenidos por la idea que los carga sin personalizarlos...

Y me rebelo contra quienes pretenden que el sistema actual no tiene alternativa, los fatalistas, los sometidos dichosos, y aquellos que tiene la cabeza atornillada sobre una veleta al acecho de la efímera vanagloria.

–Madame Mitterrand, le agradezco mucho esta entrevista.

–Con gusto – me responde sonriente, antes de abrazarme para despedirse.