Usted está aquí: domingo 10 de febrero de 2008 Opinión ¿La Fiesta en Paz?

¿La Fiesta en Paz?

Leonardo Páez
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Gilio y El Coliseo

Recuerdo una tarde en la, venida a menos, Feria Nacional de San Marcos de Aguascalientes, en que alternaban Miguel Espinosa, Miguel Báez Litri y el joven lagunero Arturo Gilio, por ese entonces recién alternativado y con una racha de éxitos. Soplaba un fuerte viento, y los mencionados Migueles, con mucha mayor experiencia que el torero de Torreón, se concretaron a realizar trasteos convencionales por la cara ante las adversas condiciones del tiempo, harto riesgosas para intentar el toreo en redondo, habida cuenta que el aire mueve la muleta y descubre involuntariamente al torero. Nadie se los reprochó.

Gilio, en cambio, que pasaba por esa etapa maravillosa en la que algunos toreros saben competir sobre todo con ellos mismos, le plantó cara al toro y a la situación, haciendo caso omiso del azar que representaba el vendaval, y transformado en un oficiante enardecido, consiguió dos tandas imposibles de cuatro derechazos cada una, que enloquecieron a la gente. Eso quedó en la retina y en la memoria de cuantos supieron ver.

Varios años después, retirado Arturo de los ruedos y convertido en próspero empresario de su ciudad natal, empezó a concebir el proyecto de un magno escenario de usos múltiples –conciertos, danza, teatro, ópera, circo, box, actos religiosos y políticos y, desde luego, toros– que reforzara la imagen turística y cultural de la Comarca Lagunera.

Hace dos años comenzó la construcción de una obra que por entonces se antojaba lejana: El Coliseo Centenario, ya que en septiembre de 2007 se cumplieron los primeros 100 años de la fundación de la emprendedora ciudad de Torreón, que con el tiempo sumaría coordinados esfuerzos con las poblaciones de Gómez Palacio y Lerdo, en Durango, y con San Pedro de las Colonias, en Coahuila, hoy prácticamente conurbadas e importante polo de desarrollo industrial, comercial y de servicios.

Diseñado para alojar a 9 mil 500 espectadores en otros espectáculos y a 7 mil en los taurinos, El Coliseo Centenario, totalmente techado por aquello de los aironazos, cuenta con clima artificial; dos restaurantes con vista al ruedo; 28 locales comerciales en sus tres niveles; cinco filas de barrera, seis de primer tendido y otras tantas de segundo; así como 60 magníficos palcos para 12 personas cada uno y, por concluir, con un museo taurino interactivo, además de un amplio estacionamiento para mil 300 automóviles.

Inaugurado el viernes 8 de febrero con un lleno a reventar y una brillante corrida de la que salieron a hombros los alternantes, el ganadero y el propio Gilio, El Coliseo Centenario marca el futuro de los multiescenarios de vanguardia: calidad en los espectáculos, comodidad, servicios y precios en proporción. Por lo pronto, el visionario Arturo Gilio, después de las dos corridas inaugurales, anuncia diversos actos musicales y pone el ejemplo de lo que deberán ser, en corto plazo, los hoy obsoletos cosos taurinos, por más valor histórico que puedan tener.

 
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