Usted está aquí: domingo 10 de febrero de 2008 Capital Luminosa mujer

Ángeles González Gamio
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Luminosa mujer

Hay seres que vienen a perfumar la tierra: Josefina Muriel, recientemente fallecida, fue de esa estirpe. Notable historiadora, como ser humano era cálida y amable; fue generosa en compartir sus vastos conocimientos. Nos legó obras fundamentales, gracias a las cuales conocemos la historia de los hospitales de la Nueva España, desde el siglo XVI. Sobresalientes fueron sus investigaciones sobre las instituciones para mujeres: los conventos, los recogimientos, los colegios y todo lo que tenía que ver con la cultura femenina novohispana.

Hace un mes tuve el privilegio de compartir con ella la misma mesa, en la que se encontraba una pléyade de ilustres historiadores: Miguel León Portilla y su compañera de vida, la también destacada historiadora Chonita, Clementina Díaz y de Ovando, José María Muriá, Francisco Morales y Manuel Ramos Medina, entre otros.

Tema en la mesa fue el cercano cumpleaños número 90 de Josefina, que sería extensa y jubilosamente celebrado, como lo fue hace un par de años el de Clementina. De manera unánime expresamos nuestra admiración por la vitalidad, entusiasmo y amor a la vida de ambas. Hay que destacar que continuaba trabajando en su amada UNAM, al igual que lo sigue haciendo la entrañable Clemen. Son, sin duda, modelos de vida que prueban que la mejor medicina para una longevidad en plenitud es mantenerse interesado y activo; en estos casos, en particular, el fruto ha sido una obra excepcional. El día del cumpleaños 90 de Clementina se presentaron los tres tomos de su Invitación al baile 1825-1910 y... sigue trabajando.

La mejor manera de recordar a Josefina Muriel es acudiendo a sus obras, así que aquí comentaremos algo de lo que nos legó sobre la historia de los hospitales. Dice: “Para conocer las instituciones hospitalarias que se crearon en el México virreinal a raíz de la conquista, es necesario penetrar en el espíritu que fue capaz de levantarlas”. Con sapiencia y amenidad nos lleva al medioevo europeo, al renacimiento y sus grandes figuras religiosas, como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León.

Del pensamiento de estos autores, que retoma las ideas puras del cristianismo, surge un claro concepto de la caridad que, aunado al pensamiento racionalista de Tomás Moro, considera los hospitales para pobres como una institución con sentido social; de ahí surge la obra hospitalaria novohispana con características muy propias.

Nos platica que del primer hospital que tenemos noticias precisas es el de la Concepción de Nuestra Señora, ahora conocido como de Jesús, que fue obra personal de Hernán Cortés, quien expresa en su testamento que se ha de hacer en reconocimiento de las gracias y mercedes que Dios le ha hecho en el descubrimiento y conquista de la Nueva España “... e para descargo e satisfacción de cualquier culpa o cargo...” que pudiera agraviar su conciencia.

El resultado fue un magnífico hospital con su iglesia adjunta y con los sistemas más avanzados de la medicina de la época. Ahí se efectuaron las primeras autopsias para la enseñanza de la Real y Pontificia Universidad y fue el sitio en que se redimió Fray Bernardino Alvarez, al cuidar con devoción a los enfermos más pobres.

Por muchos años se sostuvo de las rentas que para el efecto dejó destinadas Cortés y de la obligación que estableció a sus herederos de velar por su mantenimiento; así, durante 400 años ellos estuvieron vinculados a la administración del Hospital de Jesús, hasta 1932, en que pasó a manos de médicos eminentes.

Resulta notable que aún exista y continúe con la misma función, pero más milagroso es que conserve sus hermosos patios, escaleras y unas pinturas grutescas impresionantes. Otra joya del nosocomio es un bellísimo artesonado renacentista, que se conserva en la antigua sacristía, hoy oficina del director, quien generosamente permite la visita. Por cierto, este artesonado ilustra la portada de los dos volúmenes de Hospitales de la Nueva España, de la doctora Muriel, que publican la UNAM y la Cruz Roja.

Hay que aclarar que toda esta belleza está “envuelta” por una poco agraciada construcción estilo neocolonial, del siglo XX, la que hay que penetrar por alguna de sus oscuras entradas rodeadas de comercios, para admirar el interior. La iglesia adjunta luce en la bóveda del coro una de las obras más importantes de José Clemente Orozco: Apocalipsis.

Y... se acerca la hora de comer; les propongo ir al Casino Español, situado en Isabel la Católica 34. Los jueves, el chef gallego Carlos Martínez prepara su famoso cocido, suculento platillo que inicia con un caldo de fideos y continua con un platón rebosante de generosas porciones de res, pollo, chorizo, morcilla, garbanzo, col y papas. Indispensable acompañamiento, un vinillo tinto; de postre: torrejas.

 
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