Usted está aquí: sábado 9 de febrero de 2008 Deportes “Voy a ser campeón mundial”

“Voy a ser campeón mundial”

Julio César Chávez hijo, consciente de que enfrenta desconfianza; ésta “se olvidará”, confía

Juan Manuel Vázquez

Julio César Chávez junior, Julito, el hijo de la leyenda, desarrolla una carrera por el camino difícil, duro y peligroso de los cuadriláteros a la sombra de quien fue considerado el mejor kilo por kilo, el césar de los cuadriláteros, uno de los más grandes ídolos de la cultura popular mexicana. No es fácil acercarse a él. Todos quieren algo: una declaración, un autógrafo, una exclusiva. Lo que sea, pero algo. Él, amable aunque sin entusiasmo, accede a las peticiones.

Es el precio de la fama que hay que pagar, pero la fama también quema; lo sabe muy bien el joven boxeador, quien vivió de cerca los reveses que suele propinar el éxito a los héroes populares, muchas veces surgidos de la pobreza más cruda y expuestos repentinamente a los excesos de la fama, la riqueza y el poder mediático.

Al evocar los “excesos” de su padre, al joven Chávez le cambia el semblante; evade la mirada como para no dar detalles sobre los problemas de alcohol y drogas que padeció JC, y por los cuales el ex campeón mundial lleva ocho meses en rehabilitación, en un rancho a las afueras de Guadalajara. Un lugar que fue acondicionado con un ring para que pudiera asesorar los entrenamientos de su hijo rumbo a su pelea contra el estadunidense José Celaya.

“Había momentos en los que mi papá no estaba bien”, dice vagamente y apenas menciona que el ex campeón cometió muchos “errores” durante sus días de gloria. “Por eso está junto a mí, para que yo no cometa los mismos errores que él cometió en algún tiempo.”

–¿A qué errores te refieres?

–Muchos –y guarda silencio como repasando imágenes que no se atreve a describir–, muchas veces le perdió amor al boxeo, cayó en excesos; son cosas que no se deben hacer, sobre todo cuando todavía se está boxeando, en activo. Cometió esos errores, pero gracias a Dios ha sabido recuperarse y en este momento se encuentra muy bien.

–¿Sigue en rehabilitación?

–Sí, pero es normal, cualquiera puede caer en excesos. Hizo muchas cosas que no se deben hacer, sobre todo cuando todavía se está boxeando en activo –dice restando importancia al tema, y sólo comenta que el ex campeón pudo ser tratado gracias a que reconoció sus adicciones.

“Él lo pidió. Lo aceptó y eso fue lo principal, porque si no quisiera no iría. De hecho, yo lo llevé. Lo dejé ahí y me regresé”, relata.

Aunque no niega que su padre utilizaba drogas –nunca lo vio consumirlas porque “se cuidaba”, aclara–, sólo recuerda que JC tomaba mucha cerveza.

“Eran momentos difíciles, sinceramente a mí no me tocó verlo porque yo estaba chico, pero hubo momentos de fiestas, parrandas, donde todo mundo dice que sí a todo, son cosas que se tienen que aprender”, agrega.

–¿No temes repetir esos errores que cometió tu padre?

–No tengo miedo porque estoy consciente de lo que estoy haciendo. Dicen que nunca digas nunca, pero pienso que he vivido muchas cosas que me ayudan a fortalecerme y a no caer en lo mismo que mi padre.

Además, las razones de esos “errores”, probablemente se explican por el origen social de los deportistas, opina el joven Chávez, quien no creció en un barrio popular como la mayoría de los campeones del boxeo, sino en un mundo opuesto: un ambiente privilegiado forjado con la riqueza que amasó su padre, en 115 peleas durante sus 28 años de carrera profesional.

“Mi papá es una persona que viene de familia humilde. No tuvo dinero, y si de pronto llega éste y la fama, uno se vuelve loco. Pienso que tuvo que ver eso. Eso influyó, pero mi papá supo reconocer que estaba mal y recomponer su vida”, refiere.

Acostumbrado a los reflectores desde pequeño, Julio César Chávez junior no muestra entusiasmo por la fama, al contrario, se le ve incómodo ante la prensa, bosteza y mira a su alrededor sin interés, como si no fuera lo suyo.

Ni siquiera contesta el teléfono celular, que suena insistentemente todo el día, porque para eso tiene un asistente que lo mismo atiende llamadas que hace relaciones públicas y se encarga de la logística.

“Es como de la familia”, dice el boxeador, mientras esgrime otra excusa para evitar una entrevista en la radio.

Pero lejos de los tumultos y las cámaras, en el lobby de un hotel capitalino, el hijo de uno de los más grandes ídolos de México se relaja y parece lo que es: un joven de 21 años. Un poco parco pero amable, que trata de abrirse camino en el mundo del pugilismo, que le gusta el futbol (tiene su propio equipo, el Deportivo JC), y pese a ser de Culiacán le va a Chivas, no a Dorados “por pinches malos”.

Sin ocultar que su nombre es sinónimo de éxito, Chávez junior reconoce que seguir el camino de su padre sobre los cuadriláteros lo ha expuesto aún más al escrutinio público y a la comparación permanente, circunstancia a la que ha tenido que acostumbrarse, porque si hace un balance, considera que lo “ha ayudado más que perjudicado”.

Por eso, a diferencia de otros hijos de famosos, no le molesta que continuamente le pregunten por su papá.

–¿Te preparaste mentalmente para vivir con la carga del apellido Chávez?

–No fue tanto prepararme. Desde que entré a boxear sabía que iba a llevar el peso de ser el hijo de Julio César Chávez, aunque sinceramente puedo confesar que estoy contento por lo que he hecho hasta ahora. A pesar de que hay muchas críticas, pienso que mucha gente que no creía ahora empieza a hacerlo. Las críticas siempre estarán, pero me ayudan.

“Yo nunca pedí ser el hijo de Julio César Chávez. Nací con este nombre y es algo que no puedo cambiar. Además, siempre me ha gustado el box porque es lo que viví desde niño”, dice para explicar lo que para él fue una decisión inevitable.

–Ser hijo de JC Chavez te abrió puertas, pero ¿no te cerró otras, como la de la credibilidad?

–La credibilidad la tengo que ir ganando poco a poco, con hechos y resultados, porque el tiempo es el mejor juez. Voy a demostrar que soy un buen peleador y llegaré a ser campeón mundial.

Sin embargo, está consciente de que su principal oponente es la desconfianza que suscita ser un novato que incursionó directamente al boxeo profesional, sin formación como amateur, y que, pese a su corta edad, cuenta con un historial de 34 victorias, 27 por nocaut y un solo empate, por lo que a veces se le ha cuestionado la calidad de sus rivales con el argumento de que sobreprotegen su carrera sobre los encordados.

“No me molesta –advierte–, pero ahí es donde viene eso de que pesa el nombre de mi papá, porque a todos los peleadores se les cuida la carrera. No puedes boxear con un campeón mundial si no estás listo y tienes pocos combates y poca experiencia, es imposible. Por eso es normal cuidar la carrera de un pugilista que empieza”.

“Si quieren que pierda, lo pueden hacer. Me pueden iniciar en un momento en el que todavía no esté listo y me ganarán, si eso es lo que quieren, pero todo es un proceso. En su momento hay que enfrentarse con rivales del mismo nivel, luego ir subiendo y, después, se pelea por un campeonato mundial. Por eso, este año los pleitos que vienen serán más importantes... con el tiempo esa desconfianza se irá olvidando”.

La suspicacia acompaña toda la vida a los hijos de celebridades que eligen el mismo camino que sus antecesores, y se le recuerda el caso de Hugo Sánchez junior, quien acusó a su padre de obstaculizar su carrera, lejos de beneficiarla.

Ante este caso, Julio César salta de inmediato, no quiere que se le identifique con el vástago del Pentapichichi, y opina:

“No destacó porque es malo, no por el nombre, sino porque era malo. Él estuvo en Pumas porque era hijo de Hugo, no por sus propios méritos. Si hubiera sido un buen jugador, aún lo tendrían en el equipo”, dice tajante.

–¿Crees que algún día se olvide que eres hijo de JC?

–Sí, claro… cuando llegue a ser campeón mundial y haga peleas grandes. Ahí van a ver quién soy como boxeador. Será un alivio. Me sentiré contento de que me reconozcan por mis propios méritos –admite mientras por su cabeza flota la ilusión de algún día ser Julio César Chavez, así a secas.

Mientras llega esa oportunidad, de disputar un título mundial, se alista para pelear este sábado contra el estadunidense José Celaya, en la función denominada Así ruge el León, en Guanajuato, donde también el campeón minimosca Édgar Sosa expondrá el cetro minimosca del Consejo Mundial de Boxeo, ante Jesús Iribe.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.