Usted está aquí: miércoles 6 de febrero de 2008 Opinión La corrupción de lo mejor es lo peor

Arnoldo Kraus

La corrupción de lo mejor es lo peor

La benevolencia del papel y de La Jornada es inmensa. El papel sin usar (en blanco dicen los enamorados) permite primero escribir, después corregir o borrar, y, posteriormente, si se desea, compartir lo escrito. La Jornada abre sus puertas de par en par y deja la responsabilidad a los autores de lo que escriben y, sobre todo, de lo que no escriben. Por lo inusual de este artículo, unas breves líneas que semejan poesía, consideré prudente hablar de la trascendencia del papel, primero blanco y después periódico así como de los permisos que éste otorga.

De incontables formas los grandes escritores han reflexionado acerca de su quehacer. Federico García Lorca decía: “escribo para que me quieran”. Gabriel García Márquez, quizás retomando la idea del inmenso poeta español, dijo: “escribo para que me quieran más mis amigos”.

Retomo y plagio las ideas previas. Siempre será necesario hablar y escribir acerca de la política como enfermedad contagiosa, imparable, devastadora, que no conoce fronteras, ni idiomas, ni tiempos, ni moral, que mata, que expolia, que corrompe y que invita a reflexionar acerca de las conductas de la inmensa mayoría de los políticos como artífices para lograr que “la corrupción de lo mejor sea lo peor”.

La corrupción de lo mejor es lo peor* (u Oda a los políticos)
Demasiados cuerpos sin casa,
ríos crecientes de sangre,
cabezas sin cuerpo,
niños desnutridos sin futuro,
niñas prostituidas,
violadas, vejadas,
utilizadas ad nauseam,
convertidas en el etcétera
del infierno.

El tiempo sigue,
nada cambia:
Los Stalin y los Pinochet continúan
recorriendo el mundo. No han muerto.
Incontables políticos asesinos libres
libres asesinos políticos incontables.

Impotencia rabiosa dolorosa milenaria
que agobia que jode que asfixia
que merma con motivo
con razón con coraje
sin esperanza.
¿No sería posible un mundo sin políticos?,
¿no sería factible un día sin fantasmas?

Impotencia real:
Los cadalsos aguardan,
los políticos huyen.
Los políticos comercian con el miedo,
los cadáveres se apilan.
Los políticos borran el pasado
de la historia e inventan
el futuro del presente,
los miserables conjugan
hambre y muerte en presente.
Los políticos Boss y Hermes navegan
en sus yates, el sida mata a los
pobres de los pobres. Los políticos
son políticos: no hay remedio.
Los políticos lo saben:
La corrupción de lo mejor
es su universidad.

Me hundo.
Hoy nació un nuevo político.
Me hundo.
Hoy no murió ningún político.

Impotencia y dolor:
Los viejos fantasmas que recorren
y derruyen el mundo siguen vivos.

Políticos hijos, políticos libres.
Guantánamo hoy, Ruanda siempre.
Oaxaca en la piel, Puebla en la Corte.

He escuchado tantas promesas incumplidas
que ya no me atrevo
a tocar a las puertas de la esperanza.

* Del latín corruptio optimi quae est pessima.

 
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