Usted está aquí: martes 5 de febrero de 2008 Sociedad y Justicia Advierte grupo ecologista sobre peligro de “mejorar” los árboles

Las especies transgénicas podrían tener un impacto devastador sobre los bosques

Advierte grupo ecologista sobre peligro de “mejorar” los árboles

En 20 o 30 años puede haber cambios no previstos en su dinámica, señala un documento

Son un paso arriesgado desde la perspectiva socioambiental; responde a intereses comerciales

Angélica Enciso L.

Los árboles transgénicos generan riesgos más graves que los cultivos agrícolas del mismo tipo, ya que viven más tiempo y por esta razón puede haber cambios no previstos en su dinámica muchos años después de haber sido plantados, advierte el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales.

En la próxima reunión del organismo, asesor de la Convención sobre Diversidad Biológica, que se realizará en Roma este mes, se prevé incluir el tema de los árboles transgénicos, con lo que se abrirá la discusión sobre este tema, ya que hasta ahora se han evaluado más los cultivos agrícolas, señala la organización en un documento divulgado en Biodiversidad en América Latina.

Refiere que nadie puede asegurar que 20 o 30 años después de que los árboles transgénicos son plantados, uno entre los miles o millones, no pueda florecer y contaminar a los normales de la misma especie, volviendo su descendencia estéril. El impacto sobre esa especie y el bosque en su conjunto podría ser devastador.

Polen contaminador

Explica que el polen de los árboles puede ser llevado por el viento a enormes distancias, lo que significa que los transgénicos pueden contaminar fácilmente a otros localizados a gran distancia y generar así graves impactos sobre los bosques.

En el caso de sauces y álamos es conocida la capacidad de cruzamiento de distintas especies entre sí, por lo que una especie manipulada genéticamente podría contaminar a muchas otras y transmitirles características indeseables desde el punto de vista del funcionamiento de los ecosistemas, indica.

Agrega que a pesar de la incertidumbre y los riesgos potenciales, los científicos continúan jugando con los genes para “mejorar” los árboles; lo que hacen es cambiar alguna característica de esta especie para servir mejor a los intereses de quienes financian su investigación, en particular las grandes empresas vinculadas al sector forestal, con el fin de aumentar la rentabilidad de los negocios involucrados.

Desde una perspectiva socioambiental, “los árboles transgénicos son un paso peligroso y es preciso analizar quiénes los están impulsando y para qué. En ese sentido, la industria forestal ha sido históricamente la más interesada en adecuar los bosques a sus intereses comerciales”.

Señala que los trabajos en este campo comenzaron con la selección genética de árboles, la definición de cuáles son más aptos en determinado país para impulsar a gran escala plantaciones de árboles mejorados de rápido crecimiento, lo cual ha ido acompañado de la oposición de las comunidades locales que resultan afectadas.

A pesar del rechazo, los científicos siguen adelante en sus investigaciones, no sólo en el laboratorio y en ensayos controlados, sino también en el campo; como ejemplo menciona que en China se han plantado alrededor de un millón de álamos transgénicos resistentes a insectos que contienen el gen de la bacteria Bacillus thuringiensis.

Precisa que la investigación no se limita a álamos, sino, entre otros, a sauces, olmos, abetos, nogales, y los favoritos de las empresas papeleras: eucaliptos y pinos. Añade el documento que precisamente la industria de la pulpa y el papel es una de las principales interesadas y aporta grandes recursos a la investigación en árboles transgénicos, ya que aspira a sustituir sus actuales plantaciones de árboles “normales” con transgénicos que crezcan más rápido, tengan más celulosa, sean resistentes a herbicidas, al ataque de insectos y hongos, a la sequía, a las bajas temperaturas y que no florezcan.

La manipulación genética de árboles se realiza en países industrializados, como Alemania, Australia, Canadá, China, España, Estados Unidos, Finlandia, Inglaterra, Japón, Nueva Zelanda, Portugal y Suecia. En América Latina, Brasil y Chile son los países más involucrados en esta área de manipulación genética.

 
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