Usted está aquí: lunes 4 de febrero de 2008 Política Ecoturismo de tiburón blanco en la isla Guadalupe

Iván Restrepo

Ecoturismo de tiburón blanco en la isla Guadalupe

Los funcionarios responsables de los aspectos ambientales del país presumen de que cada vez aumenta el número de áreas naturales protegidas, en contraste con la depredación que sufre el resto de la nación. Sin embargo, ocultan los innumerables problemas que enfrentan esas áreas. Un ejemplo de lo mucho que está por hacerse es la isla Guadalupe, desde abril de 2005 reserva de la biosfera y lugar muy importante para observar al tiburón blanco (Carcharodon carcharias), especie protegida en México por las leyes ambientales y pesqueras.

Desde hace ocho años, varios “operadores turísticos” estadunidenses llevan de agosto a diciembre visitantes a la isla para que observen a los más de cien tiburones blancos que cada año se concentran allí. Aunque existen algunas investigaciones sobre los patrones de migración de estos animales, se desconoce la causa fundamental por la que llegan a la isla. La hipótesis más común es que van a alimentarse de las colonias de focas que la habitan.

En 2006 los cinco operadores turísticos autorizados para visitar Guadalupe realizaron en seis barcos unos 60 viajes de observación de tiburón blanco. Cada viaje lleva entre 10 y 15 turistas y dura entre cinco y siete días. Por persona se pagan entre 2 mil 500 y 3 mil 500 dólares, dependiendo de la duración del viaje y del barco. Se calcula que el negocio del ecoturismo de tiburón blanco en Guadalupe es de unos 3 millones de dólares al año. Cada operador paga por viaje alrededor de 7 mil 600 pesos a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Es decir, aproximadamente 0.13 por ciento del total del negocio.

Hace dos años, el doctor José L. Castillo Géniz, investigador del Centro Regional de Investigación Pesquera de Ensenada, del Instituto Nacional de Pesca, propuso a los directivos de la reserva un programa piloto de observadores científicos a bordo de dichas embarcaciones, con el fin de monitorear las actividades y el comportamiento de tripulantes y turistas, y colectar información que permita estudiar la interacción de los visitantes con los tiburones, y ver si no es perjudicial para estos últimos. A regañadientes, los operadores aceptaron llevarlos ante la amenaza de perder sus permisos.

El doctor Castillo recomendó también obligar a los operadores de los barcos reducir el espacio de las “ventanas” de observación de las jaulas para evitar accidentes a turistas y tiburones. Además, que las carnadas con línea (por lo general cabezas de atún amarradas a un extremo de una línea) las debían colocar frente a las jaulas y a prudente distancia, a fin de que el tiburón no se estrellara en las barras de las jaulas. Algo documentado en varios videos en los que se muestra cómo un tiburón se incrusta en la ventana de la jaula.

Estas observaciones fueron bien acogidas por la directiva de la reserva, que comunicó a los operadores turísticos la necesidad de cumplirlas. Prometieron hacerlo, pero nada más. Se sigue poniendo en peligro la vida de los turistas y los tiburones. En el colmo, uno de los operadores informa en su página de Internet que el pasado 4 de noviembre hubo un “incidente muy emocionante”: el tiburón llamado Cut Caudal se incrustó en una jaula donde había 2 turistas-buzos. En su desesperación, el animal desprendió toda la sección de la jaula. Según la misma página, el tiburón y los turistas salieron ilesos. Los últimos aseguran que “fue la cosa más emocionante que habían vivido”.

Castillo estima que incidentes como el anterior no son aislados. Hasta puede deberse a una estrategia publicitaria-mercantil de uno de los operadores (el señor Groth) para atraer a un sector de la población de Estados Unidos que gusta de los deportes “extremos”. La isla está a 24 horas de navegación de Ensenada y no cuenta con instalaciones médicas. En caso de un accidente, la ayuda tiene que provenir del continente.

El negocio de llevar turistas a observar los tiburones blancos en isla Guadalupe es excelente para un pequeñísimo grupo del vecino país. No para la reserva natural, carente de los recursos financieros para establecer su plan de manejo, patrocinar investigaciones o pagar mejor a su personal, insuficiente además. Tampoco para los tiburones.

 
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