Usted está aquí: lunes 4 de febrero de 2008 Capital Residencias y oficinas de lujo devoran barrancas, cañadas y lomas en Tarango

Millonarias inversiones borran del mapa reservas verdes del poniente de la ciudad

Residencias y oficinas de lujo devoran barrancas, cañadas y lomas en Tarango

Es la consecuencia de la excesiva omisión del gobierno, asegura legislador del PAN

Raúl Llanos Samaniego

Ampliar la imagen

Ampliar la imagen Vista aérea del desarrollo residencial  Bosques de Santa Fe, en la delegación Álvaro Obregón, donde se pueden apreciar camiones y maquinaria pesada que continúan con el desalojo de tierra y árboles Vista aérea del desarrollo residencial Bosques de Santa Fe, en la delegación Álvaro Obregón, donde se pueden apreciar camiones y maquinaria pesada que continúan con el desalojo de tierra y árboles Foto: María Meléndrez Parada

Los desarrollos residenciales le van ganado, inevitablemente, la batalla a las barrancas, cañadas y lomas de la zona de Tarango, en la delegación Alvaro Obregón, que constituyen una de las principales reservas verdes del poniente de esta capital.

Lo que en otros años eran amplias zonas de tupida vegetación y vasto arbolado hoy están siendo devoradas paulatinamente por lujosas casas de arquitectura modernista y condominios de alta plusvalía.

Un recorrido realizado por La Jornada en esa área boscosa de valor ambiental permitió constatar cómo grandes empresas inmobiliarias han borrado, con millonarias inversiones, amplias zonas de laderas y cauces.

Hasta hace una década el panorama que prevalecía era el verdor de una reserva para decenas de especies de flora y fauna silvestre –algunas de ellas catalogadas como amenazadas o de protección especial–,y punto neurálgico para la captación de agua y recarga del acuífero, pero inmobiliarias como Cumbres de Santa Fe, Bosque Real, Prados de la Montaña y Vista del Campo, entre otras, han reconfigurado el panorama.

Desde los puentes Carlos Pellicer, Octavio Paz y Jaime Sabines es posible observar las residencias con amplios y cuidados campos de futbol o de golf que tapizan la cañada Los Helechos; los condominios residenciales y de oficinas de muchos pisos de altura que cubren ya las laderas de las barrancas de Tarango y Atzoyapan.

Los cauces por donde alguna vez corrió agua actualmente los cubren vialidades que serpentean por sus fuentes, jardines y amplias áreas de juegos.

Y la ansiedad por seguir llenando de costosas viviendas estas áreas de valor ambiental no tiene límite. Decenas de camiones de volteo son llenados con tierra y restos de árboles extraídos de la ladera de la loma Tepezcuantla por maquinaria pesada, mientras un ejército de ingenieros y albañiles remozan, levantan muros y trabajan a marchas forzadas para darle excéntricos terminados a las casas que están en obra negra en los cauces y laderas de las barrancas Tarango y Atzoyapan.

Nadie descansa, como tampoco lo hace la incesante corriente de agua negra que sale de un drenaje que viene de las residencias de la cañada Los Helechos y que alimenta un riachuelo que sigue hacia el fondo de la hondonada, y que también es posible observar desde lo alto del puente Carlos Pellicer.

Invasiones de cuello blanco

Para el secretario de la Comisión de Preservación del Medio Ambiente y Protección Ecológica de la Asamblea Legislativa del DF, Alfredo Vinalay, el escenario que se ve en la barranca de Tarango y zonas aledañas es consecuencia de la excesiva corrupción, omisión e indolencia que se ha dado en los ámbitos del gobierno para dejar que se construyan zonas habitacionales de alta plusvalía en terrenos que son de conservación.

Mucha gente –dice el legislador del PAN– se queja de la gente de escasos recursos que invaden áreas verdes en esa reserva ecológica, pero no se fijan en esas invasiones que tienen detrás de sí millones de pesos de inversión, y que también destruyen los puntos de recarga de acuíferos. Eso también es terrible.

En entrevista, Vinalay Mora precisa que en el poniente de la ciudad, durante los cinco años recientes, se han permitido fraccionamientos de alta plusvalía, muy caros, que están erosionando el suelo, secándolo, perdiendo humedad, lo que con el paso del tiempo repercutirá en todo el valle de México.

Si bien mucha gente está feliz de tener su residencia en las laderas o cauces de esa barranca, los riesgos son muchos y están siempre latentes. “En caso de una fuerte lluvia, las corrientes naturales buscarán su cauce y el agua seguirá reblandeciendo la tierra, y a pesar de estar bien construidas y tener buenos cimientos, siempre hay riesgo de deslaves o que los arrastre la corriente”.

–¿Se puede hacer algo cuando las residencias y condominios están ya edificados?

–Claro que se puede hacer algo, pero con tantos intereses ahí, con tanta gente influyente, con tantas inmobiliarias con dinero atrás, pues no creo que el gobierno dé marcha atrás en eso.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.