Usted está aquí: sábado 2 de febrero de 2008 Espectáculos Inútiles, las medidas para proteger a los toros en la Tlacotalpada

Al grito de “son nuestros”, la muchedumbre repitió el ritual de golpear a los astados

Inútiles, las medidas para proteger a los toros en la Tlacotalpada

Pese a que el encierro se redujo una hora, el saldo reportado por Protección Civil fue de 22 heridos

Si se van los animales, quedaría muerto el pueblo, aseguró la cronista del lugar

Andrés T. Morales (Corresponsal)

Ampliar la imagen Las autoridades dotaron de lazos a los "cuidadores de toros" para acompañarlos por las calles; la medida sólo sirvió para inmovilizar a los animales y ponerlos a merced de la muchedumbre Las autoridades dotaron de lazos a los “cuidadores de toros” para acompañarlos por las calles; la medida sólo sirvió para inmovilizar a los animales y ponerlos a merced de la muchedumbre Foto: Miguel Carmona

Tlacotalpan, Ver., 1º de febrero. Al grito de “¡los toros son nuestros y nadie nos los quitará!”, cientos de lugareños y visitantes repitieron el ritual de perseguir y golpear a los seis toros de corral que se utilizan en la tradicional Tlacotalpada, efectuada en la víspera del día de la Virgen de la Candelaria.

El embalse taurino tuvo un final inusual: 22 heridos –dos de gravedad que fueron trasladados a hospitales del puerto de Veracruz–, pese a que su duración se redujo de cuatro horas a tres.

Tras concluir la justa de regatas sobre el río Papaloapan para decidir qué grupo cruzaría a nado el primer toro de los seis ocupados para la faena, al mediodía de este viernes comenzó la Tlacotalpada.

La muchedumbre, integrada en su mayoría por jóvenes vestidos de color rojo –para azuzar a los astados–, pero también mujeres e inclusive ancianos, se sumaron a la persecución de los animales por las calles del poblado de pescadores.

“Aquí nos convertimos en hombre araña: cuando viene el toro nos subimos hasta por las paredes”, comentaba sonriente un anciano, mientras lanzaba piedras a los semovientes.

Las “medidas” ordenadas por el ayuntamiento local para evitar el maltrato a los animales no fueron suficientes para protegerlos de la turba, que alcoholizada los azotó con palos, piedras, a patadas, botellazos y tirones de cola.

Las camisas y botones con la leyenda “Yo cuido al toro” que distribuyó la alcaldesa Esperanza Burela, dieron poco resultado para proteger a los seis animales.

Aun cuando se redujo una hora el encierro taurino y se dotó de lazos a los “cuidadores” que a caballo acompañaron a cada animal, hubieron momentos en que los toros quedaron prácticamente inmovilizados y a merced de sus agresores.

En esta ocasión, por lo menos dos de los seis astados, lograron reventar los lazos y arremeter contra sus perseguidores: dos fueron alcanzados.

Hombre araña, en coma

El reporte de las autoridades de Protección Civil fue de 22 personas heridas, dos de gravedad que fueron enviadas al Hospital General del puerto de Veracruz. Uno de los lesionados, que al cierre de la edición se reportaba en estado de coma, fue precisamente el hombre de 60 años que presumía sentirse “hombre araña”.

Distraído por la bulla, el anciano quedó acorralado entre el toro y una palmera.

Los lugareños se mofaron de las protestas de organizaciones civiles que demandan la cancelación del festejo taurino. A gritos unos y con altavoces otros, colocados en los templetes donde se realizan los encuentros musicales, afirmaron que “los toros nunca se irán de Tlacotalpan”.

“¡Quienes piden quitarnos los toros se van a fregar, ni el gobernador (Fidel Herrera) pudo hacerlo. Los toros son nuestros!”, arengaban.

La cronista del lugar, Margarita Mimendi, asegura que “los toros no pueden irse de Tlacotalpan, pues entonces quedaría muerto el pueblo”.

“Ya casi no tenemos pesca, ganado ni siembras; vivimos del turismo, y Tlacotalpan revive económicamente cada año con los toros; entonces, no podemos dejarlos ir”. Inclusive, asegura que los que agreden a los toros “son los de fuera, porque los de acá los cuidamos y respetamos”.

El gobernador, ausente

A diferencia de otros años, en esta ocasión el gobernador Fidel Herrera Beltrán no acudió a la cabalgata con la cual se inauguran los festejos tlacotalpeños y tampoco al encierro taurino.

Heridos y ensangrentados, los semovientes fueron retirados de las calles del poblado a las 15 horas para ser retornados a los corrales de pastoreo.

Para este sábado 2 de febrero, el día principal de la fiesta, la efigie de la Virgen de la Candelaria será bajada del pedestal que ocupa en el templo del lugar para recorrer las calles del poblado y, a bordo de una piragua, navegar por el río de las Mariposas para bendecir la pesca y las cosechas agrícolas de este año.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.