Usted está aquí: sábado 2 de febrero de 2008 Cultura Monsiváis llama a ver el narcotráfico más allá “del conteo de cadáveres”

El escritor y periodista dictó una conferencia en la Casa Citlaltépetl

Monsiváis llama a ver el narcotráfico más allá “del conteo de cadáveres”

“Son los actores de cine los que inventan a los narcos”, dijo el autor de Días de guardar

Ángel Vargas

El narcotráfico en México, de acuerdo con Carlos Monsiváis, ha llegado a extremos inconcebibles de deshumanización.

Entrar a ese tema, con todo lo que ocurre en torno a él, “exige la abolición de cualquier antiguo sentido de respeto por la vida humana”, agregó el escritor, y como ejemplo recordó la difusión que se hizo vía Internet de la decapitación de integrantes de la banda de Los Zetas o la matanza de una familia de narcos que ocurrió hace 10 años en Baja California, en la cual no se perdonó ni a los niños.

Monsiváis dictó el martes por la noche una conferencia sobre el narcotráfico, en la Casa Refugio Citlaltépetl, acto durante el cual se manifestó en favor de la legalización del consumo de drogas, para lo cual consideró necesario un debate internacional.

“Estoy convencido de que debe haber legalización del consumo, pero estoy convencido también que no la habrá, porque no es problema de un país; es un problema de la comunidad internacional”, señaló.

“Y por muchísimas razones no creo que se apruebe esto en definitiva, que sería el medio de atajar –posiblemente,  porque al respecto no hay certezas– el efecto del marketing.”

Percepción fílmica

Con una hora de duración, incluyendo una sesión de diálogo con el público, Monsiváis ubicó al narcotráfico, al igual que a los demás tipos de tráfico, como parte inherente a la migración, fenómeno que, indicó, sin duda caracterizará al siglo XXI.

En un breve recuento histórico, el autor de Días de guardar sacó a relucir que ciertas sustancias prohibidas en esta época, como la heroína, eran utilizadas como remedios médicos en el siglo XIX y principios del XX.

También, que fue desde los años 40 cuando se sabe de la colusión entre políticos y jefes policiacos con el narco, y que a partir de los años 90 el proceso en torno de este mal social cambia radicalmente, algo que en gran medida tiene que ver con la influencia del cine y la televisión.

“Pero sobre todo del cine, en el comportamiento escénico de los narcotraficantes, en el sentido de gestos, actitudes, poses, lenguaje corporal; son los actores de cine los que inventan a los narcos.”

A decir de Monsiváis, saber qué es lo que pasa en realidad en el narcotráfico resulta inútil, debido a que la percepción en torno a éste sigue siendo fílmica, en primer lugar y, en otro nivel, literaria.

Lo que hacen los narcos en “la vida real no tiene demasiada importancia, porque la vida real, en el caso del narcotráfico, es un concepto cada vez más puesto a prueba. ¿Qué es lo real, cómo se percibe el narco, cómo las relaciones entre los narcos y su medio social, por qué tienen tal fluidez de trato?”

Destacó que el narcotráfico y sus personajes son aspectos en los que nadie ha ahondado, y destacó cómo todavía no hay quien refiera las incursiones o excursiones de capos como Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Don Neto, Héctor El Güero Palma o El Chapo Guzmán.

“Sin embargo, a pesar de su relativo anonimato o esta leyenda gris, los capos se adentran en el imaginario colectivo, elementos visibles de una tragedia convertida en alucinación con lo que la palabra narco evoca: fortunas de la noche a la mañana, políticos y jefes de la policía judicial en cuya noción del deber cumplido jamás interviene la ley, asesinatos que de tan frecuentes diluyen las reacciones morales de la sociedad”, abundó.

“Esto está pasando ahora numerosamente, porque en un momento dado tanto la televisión como los periódicos estaban nada más fijos en el body count (conteo de cadáveres): 17, 21, 15 muertos, como si todo fuera una hazaña antidemográfica y sin que pudiera percibir o recrear lo que hay de dolor, de desesperación en todo esto.”

En opinión del escritor, estamos todavía en la etapa en la que lo descriptivo es más valioso que lo interpretativo, porque esto último luego entra en círculos del lugar común, en cambio lo descriptivo permite ver cómo se va construyendo la idea que los capos tienen de sí mismos casi de inmediato como leyendas.

“Ellos se ven con un halo legendario. De otro modo no se explica, por ejemplo, cómo suelen pagarle a grupos, quizá no muy significativos musicalmente, para que escriban narcocorridos, a los que consideran como especie de epitafios suntuosos.”

Citó, como ejemplo, la publicación en el semanario Zeta, de Tijuana, el caso de un narcotraficante que le pagó a un grupo para que escriba su vida, la persecución de la que es objeto y su muerte, y la forma en que éste lloró cuando le cantaron la parte en la que muere, al ver adelantado su epitafio.

 
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