Usted está aquí: domingo 27 de enero de 2008 Opinión Más inundaciones y tecnología de punta

Antonio Gershenson
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Más inundaciones y tecnología de punta

Funcionarios relacionados con las presas y las plantas hidroeléctricas de la cuenca del Grijalva y las inundaciones asociadas comparecieron ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Además de reconocer que en Tabasco no se aplicaron programas para contener el agua de lluvia, y otros, dedicaron el tiempo a ver quiénes más tenían la culpa, para tratar de eludir la propia.

La insistencia en que las inundaciones fueron por las intensas lluvias “olvida” deliberadamente que en el río Usumacinta, que normalmente lleva más agua que el Grijalva, no hubo ningún desastre comparable con los de la cuenca de este último.

Debemos considerar que no se trata sólo de un problema de “lo que pasó”. Los problemas siguen, y siguen creciendo. En el área en la que se desgajó un cerro, entre las presas Malpaso y, más abajo, Peñitas, se siguen inundando superficies crecientes. La mala información hace que más de 5 mil damnificados en esa zona quieran regresar a sus casas (o lo que quede de ellas), cuando que ahora se reconoce que la inundación es permanente. El canal que se hizo a lo largo de lo que fue el cauce del río apenas puede soportar una pequeña parte de lo que era el cauce normal. Las presas están casi llenas, porque si se suelta el agua causaría nuevos daños. Pero hay funcionarios que hablan de que se hagan pasar por ahí 3 mil 500 metros cúbicos de agua por segundo. Si a finales de octubre pasado 2 mil metros cúbicos por segundo causaron el desastre en Villahermosa y alrededores, aunque ahora se suelte sin lluvia casi el doble de agua, ¿qué desastre no se va a provocar? Hay que considerar que tanto los diques como los bordes naturales de los ríos fueron destruidos.

Se quiere evitar que al llegar la siguiente temporada de lluvias, en mayo, las presas sigan casi llenas, pues el agua de lluvia se desbordaría y aumentarían las zonas inundadas, incluso a zonas que ahora no han sido afectadas. Pero por todos lados se ven problemas y dificultades, y no se ven soluciones claras.

Mientras tanto, las cuatro hidroeléctricas del Grijalva, que suman 4 mil megavatios de potencia y son la principal fuente de este tipo de generación, están en los hechos casi sin generar. Se les ha usado para generar energía en periodos de punta, de alta demanda, porque basta con abrir y cerrar las compuertas del agua de las presas para generar más o menos electricidad, o nada si se cierran las compuertas. Las otras formas de generar energía de punta son mucho más caras. Las termoeléctricas no se pueden estar calentando y dejando de calentar según la demanda, porque se dañan los equipos. Las plantas de turbina de gas, que se pueden usar para picos e incluso de utilizan con ese propósito, consumen más gas por kilovatio-hora que otros tipos de plantas de gas, y por lo mismo producen energía más cara. Esto no es novedad, son razones que durante muchos años llevaron a cobrar la energía consumida en horas pico mucho más cara que la de otros periodos.

En medio de este cúmulo de problemas, el gobierno cede a peticiones de usuarios de grandes cantidades de electricidad: dicen que les cuesta muy cara la energía en horas pico. No es que les cueste, es que es su costo real, sobre todo con la principal fuente de energía de punta, está prácticamente fuera de servicio. Pero además se debe desalentar el uso excesivo en estas horas, para abaratar el costo promedio real de la electricidad en su conjunto.

Habíamos mencionado en el artículo de hace dos semanas que se rebajó la tarifa en los horarios de punta a los mayores consumidores de electricidad en 30 por ciento, más un aumento mensual menor, en las horas pico, que en los otros horarios. Ese cambio estimula que las grandes empresas no “se salgan” de la red eléctrica en esas horas, y por lo mismo un aumento en el consumo en esos periodos. El costo de producción de esta energía de punta es hoy más caro que antes de los desastres de la cuenca del Grijalva, pero se vende más barato. Pierden la CFE y la nación, importando más gas y pagándolo más caro en la medida en que se usa en horas pico, y al mismo tiempo, como vimos en el mencionado artículo anterior, empresas medianas que hoy, y sobre todo mañana, pagarán la energía más cara.

 
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