Usted está aquí: martes 22 de enero de 2008 Política Tolerancias y rechazos

Matteo Dean

Tolerancias y rechazos

La cuestión migratoria en Europa se caracteriza por una ambivalencia que aparenta contradicción, pero que en realidad esconde una profunda coherencia: una historia de tolerancias y rechazos.

Primer rechazo: Tras largas negociaciones que han durado años, encuentros secretos entre las partes (el último en mayo de 2007), fracasadas cumbres euroafricanas (a principios de diciembre en Lisboa) el gobierno italiano logra arrebatar a Muamar Kadafi, jefe de Estado de Libia, un importante acuerdo: en 2008 habrá patrullajes conjuntos –con navíos italianos y personal libio– en aguas territoriales del país norteafricano. De esta forma, ahora sí será legal rechazar barcos cargados de migrantes que tratan de tocar tierra europea.

Primera tolerancia: El acuerdo con Libia borra por completo toda objeción levantada por la sociedad civil internacional –la última de Amnistía Internacional en agosto pasado– acerca de las violaciones de las autoridades de Libia a los derechos humanos de los migrantes, así como las denuncias pronunciadas en este sentido por el Parlamento europeo en 2005. Italia y Europa demuestran, una vez más, tolerar las violaciones ajenas.

Segundo rechazo: El compromiso entre Italia y Libia responde a una actitud común frente a los países africanos en la cumbre celebrada entre la Unión Africana (UA) y la Unión Europea (UE). Cuando la UE descubre que la UA mantiene firme su postura de no querer imposiciones acerca del tema migratorio, los europeos rechazan cualquier otra plática y avanzan, cada quien por su lado, en negociaciones bilaterales.

Segunda tolerancia: En el mismo contexto, el gobierno inglés rehúsa sentarse a la mesa en la que se encuentra el reconocido genocida Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, pero nadie movió siquiera una pestaña cuando Kadafi se ufanó de utilizar a los migrantes que salen de sus costas como instrumento de presión hacia la UE.

Tercer rechazo: La noticia es añeja (julio de 2007), pero sólo hoy se habla del grupo de carabineros y policías municipales que durante meses se han dedicado a salir a la calle todos los viernes por la noche en un automóvil con placas robadas a golpear, detener arbitrariamente, torturar y vejar a migrantes ilegales. Por suerte, una de las víctimas tuvo el valor de denunciar a los atacantes que hoy, ante los jueces, buscan disculparse.

Tercera tolerancia: Frente a tan escandaloso episodio, la población de la región en que operaban los uniformados en sus horarios extras clama por el líder del grupo, el mariscal de los carabineros Massimo Deidda, apodado por sus colegas Herr kommandant. El clamor no deriva en condena moral, sino al contrario: en deseo de que Deidda sea alcalde del poblado de Calcio, cerca de Milán.

Cuarto rechazo: Cuando el actual presidente francés Nicolas Sarkozy era ministro del Interior, a principios de 2007, fijó en 25 mil el número de migrantes ilegales que tenían que ser expulsados antes de 2008. A finales de noviembre la cuota alcanzada era de 21 mil. La policía francesa, con tal de alcanzar la cuota asignada –y quizás el premio prometido– ha comenzado a detener migrantes frente a las sedes de las numerosas asociaciones de solidaridad y a arrestar niños extranjeros en las afueras de las escuelas.

Cuarta tolerancia: A finales de noviembre, al grito de “somos los banlieusard de Europa”, miles de gitanos de Rumania, residentes en Francia, se han manifestado con tal de conquistar algo de aceptación de una sociedad que los discrimina, a pesar de que Rumania pertenece a la UE.

Quinto rechazo: Italia aprobó a finales del año pasado un decreto que permite expulsar, por razones de orden público, a cualquier ciudadano comunitario. Esto significa que cualquier ciudadano europeo puede ser alejado del territorio italiano. Un expediente que ayudará seguramente al gobierno italiano a resolver la contradicción generada por la súbita integración centrada nada más en el aspecto económico.

Quinta tolerancia: La Corte Constitucional española ha reconocido definitivamente el derecho a huelga de todo migrante irregular. La sentencia –que marca un precedente en la UE– afirma que la ilegalidad de estancia no puede ser pretexto para borrar un derecho fundamental reconocido a cualquier trabajador como instrumento de defensa.

Sexto rechazo: A pesar de que se están llevando a cabo los juicios de los manifestantes que protestaron en contra de los centros de detención para migrantes, la sociedad civil europea continúa la movilización para que los comúnmente llamados lageres sean cerrados en definitiva.

Sexta tolerancia: Un juez italiano de la ciudad de Bolonia, aun reconociendo que efectivamente la policía italiana golpeó hasta dejar inconscientes a varios migrantes detenidos en la misma ciudad, liberó a los cuatro policías acusados por considerar que la acción es parte de las facultades que les otorga la ley. Dicho de otra forma: golpear a un migrante detenido en su celda es legítimo y legal.

Se puede entonces observar que tolerancia y rechazo son las dos caras de una misma moneda: la que la UE quiere gastar para terminar de organizar su propia política migratoria. A ver cuándo los europeos dejarán de tolerar estas políticas y acabarán de rechazar a quienes nada más buscan una vida más digna.

 
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