Usted está aquí: martes 22 de enero de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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El barco de gran calado quedó en chalupa xochimilca

El gobierno no tiene plan de contingencia ante la crisis, que ayer evidenció la BMV

Desde la devastadora crisis económica de los “errores de diciembre”, la única creatividad mostrada por los gobernantes en turno ha sido la de justificar con frases huecas el desastre provocado por los cada vez más recurrentes huracanes económicos formados en el vecino del norte.

Fox llamaba “atorón” al brutal efecto que en la economía mexicana tuvo la recesión estadunidense al inicio de su sexenio. Tan elevado concepto lo repitió a lo largo de su estancia en Los Pinos, y entre “atorón” y “atorón” el resultado económico de su administración fue el peor de los últimos 25 años, sólo superado por el de Miguel de la Madrid.

A pesar de ello, el de las ideas cortas y la lengua larga nunca dejó de presumir que “la economía mexicana está más fuerte que nunca”, y a coro con Martita aseguraba que “en México no hay crisis, ni plan B, ni emergencia, ni contradicciones, ni desaceleración económica”. Nada de eso, pero el resultado concreto fue un “crecimiento” promedio anual de 0.63 por ciento en el trienio, que se prolongó con la recesión estadunidense, amén de la creciente cancelación de empleos, la expulsión masiva de mano de obra y el incremento de la deuda social.

Pues bien. La historia se repite en la “continuidad”. Avistada desde finales del sexenio foxista, la recesión económica estadunidese comienza a patear la puerta, y no precisamente para pedir permiso para entrar. Desde noviembre de 2006 desde la propia Secretaría de Hacienda –aún con Francisco Gil Díaz en la silla principal– prácticamente para todos quedó claro ese escenario, pero en la administración entrante nada se hizo, salvo repetir las frases huecas del foxismo sobre la “solidez” económica del país.

El primer aviso contundente lo ofreció la crisis hipotecaria en el vecino del norte, la cual hizo decir al inquilino de Los Pinos que si a Juárez el viento le hizo los mandados, a él el asunto ese de los créditos para casas le venía valiendo. Y de allí en adelante a cada alerta se respondió con frases huecas, incluyendo las relativas a los barcos y sus tripulantes, tal cual hiciera en su momento el marinero (de agua seca) que llevaría la embarcación a buen puerto (Martita dixit).

Así, el inquilino de Los Pinos ha brincado del “nos hace los mandados”, a la “solidez” y “pujanza” de la economía mexicana, y de allí al “barco de gran calado”, al “me emociona un poquito el escenario preocupante de 2008” y al “no nos quedaremos de brazos cruzados” ante una posible recesión en el vecino del norte. Pero de preparativos para aminorar el golpe recesivo, nada.

A Fox le dio por “blindar” la economía, y tan efectivo fue el revestimiento que el producto interno bruto a duras penas promedió 2.3 por ciento anual, o lo que es lo mismo, el peor resultado en cinco lustros (salvo el de Miguel de la Madrid, aunque éste “pretextó” devaluaciones, hiperinflación, fuga de capitales, crack bursátil y demás gracias ausentes en el “cambio”).

A Calderón también le gusta eso del blindaje (se ha acostumbrado a él, se siente cómodo, aunque sea de otra naturaleza), y para “proteger” a la economía nacional anuncia que recurrirá a “dos poderosos motores de crecimiento que impulsan la actividad económica nacional: la vivienda y la infraestructura”. Es decir, los mismos que Fox dijo haber encendido en aquel trienio que promedió 0.63 por ciento de “avance”.

Entonces, Calderón, al igual que Fox, carece de un plan de contingencia para enfrentar lo que viene. Por ello recurre al micrófono, no sólo para enaltecer a la enclenque economía nacional, sino para minimizar el impacto y la enfermiza dependencia que nuestro país tiene de su vecino del norte. México, ha dicho, “apostará por sí mismo; tiene todo el potencial para salir adelante”, tanto como depender en 85 por ciento de lo que suceda en el vecino del norte.

Como muestra de innegable confianza a lo dicho por el inquilino de Los Pinos, las trasnacionales ya replantean sus estimaciones originales, como en el caso de la española BBVA –que en el país opera, entre otras empresas, con Bancomer– que ha reducido de 3.4 a 2.7 por ciento el “potencial de crecimiento” económico mexicano en 2008, en el entendido de que con “barco de gran calado” o sin él “la profundización de la desaceleración en Estados Unidos sí limitará el avance de México, al afectar la contribución de las exportaciones netas de manera significativa”.

Lo anterior, en medio de la advertencia del Fondo Monetario Internacional para que los gobiernos se preparen para la tormenta: “la fuerte caída bursátil de hoy traduce la toma de conciencia por todo el mundo de que la situación es seria”.

Y como cereza del ambiente, el desplome internacional de los mercados bursátiles que enrarece más el de por sí ingrato panorama económico internacional, en el que el “barco de gran calado” se despinta para demostrar lo que verdaderamente es: una chalupa xochimilca, con marinero de agua seca en el timón, que suele doblarse ante vientos de esta naturaleza.

Para el caso mexicano, la caída bursátil afectó a prácticamente todas las empresas que operaron en la sesión de ayer. La caída del principal indicador de la BMV fue de 5.35 por ciento, aunque sus inversionistas no se pueden quejar: con Fox obtuvieron una ganancia neta de 500 por ciento, de tal suerte que lo de ayer fue quitarle un pelo al gato.

A navegar, pues.

Las rebanadas del pastel

Ofendidos, los meseros reclaman: “muestro mi desacuerdo con su comentario acerca de los meseros (México SA, 21 de enero) ¿Cómo cree que un mesero puede parecerse a unos retrógradas panistas? No, yo me mato más de 8 horas los fines de semana para salir adelante en mis estudios y ayudar a mi país, que se hunde por la ignorancia de nuestros gobernantes ilegítimos, y ¿qué hace un panista? Se la campechanea el fin de semana en algún spa o playa, como si los problemas nacionales fueran sólo de semana inglesa. Por eso le pido que no denigre tan feo a personas que se matan el lomo para llevar algo de comer a sus hogares” (Germán Galindo Saldívar, [email protected]).

 
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