Usted está aquí: viernes 18 de enero de 2008 Política Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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Negocios, negocios...

Bribiesquismo explícito en Bucareli

Nacionalidad materna, ¿Avionazo?

Gobernación pasó de O-Paco a CaMoTe

Con Juan Camilo Mouriño Terrazo (CaMoTe, vaya ironía delatora) no hay margen de duda: le gustan los negocios, hace negocios y tiene una familia apasionadamente dedicada a ganar dinero en proyectos que vinculan lo político con lo económico. El fantasma de los Bribiesca Sahagún no necesita, por tanto, ni siquiera ser invocado en esta privatización del poder público que Felipe Calderón ha decretado al nombrar al príncipe del círculo íntimo como secretario de Gobernación: la vocación de utilizar el poder político para beneficiar las empresas propias está presente de origen en el historial del clan Mouriño, que se ha caracterizado por “invertir” en apoyo de políticos en campañas electorales para luego cobrar mediante concesiones, permisos y asignaciones discrecionales.

La versión de cuello blanco de la escuela de Carlos Ahumada ha permitido gran prosperidad a una familia que, según descripción del propio Juan Camilo, llegó de España a México “a rastras” y que en Campeche, con el Grupo Energético del Sureste (GES), trazó una estrategia de enriquecimiento en contubernio con políticos del PRI y del PAN –según estuvieran en el poder– que hoy aspira a máximas coronaciones en el negocio del siglo que esperan sea el de la apertura extrema, mediante reformas constitucionales convenidas entre el bipartidismo gobernante, del petróleo mexicano a capitales privados, en especial los extranjeros. Relacionados desde siempre con Pemex (asignación de gasolineras, contratos de obras y servicios diversos), los Mouriño tuvieron en Juan Camilo a un promotor de conflictos de intereses en la Cámara de Diputados, donde presidió la comisión de energía, y en la Secretaría de Energía, donde fue subsecretario.

Ahora desde Bucareli, convertido en virrey ejecutivo de un presunto presidente más bien burbujeante, Iván el Fino, o el Terrible, según sea el caso (así lo planteó El faro de Vigo) será el interesadísimo impulsor de las modificaciones legales que detonen el gran negocio de Pemex y consoliden y ahonden las posibilidades de participación extranjera (con cuando menos un 10 por ciento para los gestores locales) en otras vertientes energéticas, como la generación de electricidad, la producción eólica y la explotación de gas. Papá Mouriño fue beneficiado a nivel provinciano con Fox pero hijo Juan Camilo está en la antesala del éxito empresarial completo (¿así como en Acapulco con Miguel Alemán, en el futuro habrá en Campeche, y en otras ciudades del sureste, costeras y avenidas llamadas Juan Camilo Mouriño?). Hijo Mouriño está ahora al frente de la tienda de abarrotes llamada México y papá Mouriño está en Vigo, España, con un frente empresarial trasatlántico que podrá cobrar en aquellas tierras peninsulares los favores que reciban en tierra de indios las empresas hispanas embarcadas en La reconquista de México.

Colocado desde ahora en una pista de arranque hacia el 2012, en la que podrá ir acumulando recursos económicos y complicidades con grandes empresarios, Mouriño tiene, para su desgracia, un pasado y un presente que lastran su futuro. A pesar de los esfuerzos documentales que ha hecho para presentarse como mexicano a plenitud, estos chocan con el hecho inequívoco de su nacimiento en Madrid e incluso con la utilización de un pasaporte español para entrar a nuestro país. Ayer mismo, por ejemplo, varios periódicos hispanos reportaron la designación del nuevo secretario de Gobernación de México destacando en los encabezados el que Mouriño es “madrileño”, según El País, o “gallego”, según El faro de Vigo. El presunto presidenciable se ha parapetado, sin embargo, tras documentos oficiales en los que se menciona que su madre es mexicana por nacimiento y que, por tanto, él se puede acoger retroactivamente a los beneficios de una modificación legislativa que considera “mexicanos por nacimiento” a quienes hayan nacido en el extranjero y sean hijos de padre o madre que a la vez hayan visto la luz en México. El padre de Juan Camilo es inequívocamente español y la madre ha sido mencionada en diversas publicaciones gallegas como “nacida” o “natural” de Avión, de tal manera que un punto clave en la historia de identidades fabricadas para que Mouriño se asuma como “mexicano por nacimiento” es confirmar que la madre a su vez lo haya sido.

No sólo presenta problemas a Mouriño el pasado. El presente, los tiempos que corren, el difícil 2008, parecen cargados de tantos ingredientes explosivos que los finos modales, la mirada aceradamente ambiciosa, la ropa de Ermenegildo Zegna y la cariñosa confianza absoluta del jeFelipe no parecen ser garantía de éxito. CaMoTe carece de verdadero oficio político (ni siquiera Esteban Moctezuma Barragán llegó a Bucareli tan desvalido) y su campo natural de acción es el de las intrigas cortesanas, el de las intimidades. Los panistas que han llegado a Los Pinos han nombrado deplorables personajes en Gobernación porque no entienden que esa cartera puede propiciar entendimientos, negociación verdadera y acuerdos políticos. Fox nombró a Creel, que en su ilusión de ser presidente llevó el cargo a niveles de frivolidad e ingenuidad extremas. Luego, el guanajuatense designó al persignado Carlos Abascal, que dio paso al uso de la represión como pila de agua bendita para sellar pactos de interés económico (ahumadismo santificado) con los causantes de la desgracia de Pasta de Conchos y con patronos electorales para la continuidad derechista como Ulises Ruiz. Calderón pagó deudas de destape a Francisco Ramírez Acuña (O-Paco) y metió a Gobernación en una grisura ineficaz de un año de la que pretende salir colocando a su favorito, Iván, como supersecretario presidenciable. Con ese pasado y con este presente, no parece haber mucho futuro, pero la banda de pubertades tardíamente desatadas que se ha hecho del control de Los Pinos y sus cabañas cree posible seguir jugando a las realidades artificiales, con todo y chistes de gallegos como el de la mexicanidad por nacimiento del madrileño Juan Camilo. Y, mientras la “guerra” contra el narco llega a los jardines de niños, ¡feliz fin de semana se os desea!

 
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