Usted está aquí: miércoles 9 de enero de 2008 Cultura Centenario de Cartier-Bresson, mago del instante hecho fotografía

El ojo del siglo XX

Mediante el olvido de uno mismo se llega a la simplicidad de la expresión, consideró

Centenario de Cartier-Bresson, mago del instante hecho fotografía

Durante su periplo por varios países con su cámara Leica, el francés visitó México, donde plasmó el apego a los ritos y la vida cotidiana

Su trabajo, marcado por las concepciones del surrealismo

Fabiola Palapa Quijas

Ampliar la imagen Uno de los pocos retratos de Cartier-Bresson, tomado por David Douglas Duncan en 2000 y publicado en el libro  Faceless, de la editorial Assouline Uno de los pocos retratos de Cartier-Bresson, tomado por David Douglas Duncan en 2000 y publicado en el libro Faceless, de la editorial Assouline

Ampliar la imagen Imagen de 1933, durante una visita del fotógrafo francés a Italia, tomada del libro ¿De quién se trata?, editorial Lunwerg Imagen de 1933, durante una visita del fotógrafo francés a Italia, tomada del libro ¿De quién se trata?, editorial Lunwerg

Ampliar la imagen Fotografía captada en 1969, que forma parte del tomo Henri Cartier-Bresson, à propos de Paris, editado por Bulfinch Press Fotografía captada en 1969, que forma parte del tomo Henri Cartier-Bresson, à propos de Paris, editado por Bulfinch Press

Ampliar la imagen Distribución de oro en los últimos días del Kuomintang, Shanghai, de 1949, la cual también integra la edición ¿De quién se trata? Distribución de oro en los últimos días del Kuomintang, Shanghai, de 1949, la cual también integra la edición ¿De quién se trata?

Retratista de Henri Matisse, Pierre Bonnard, Georges Braque y Joan Miró, cómplice de Alberto Giacometti, asistente de Pierre Auguste Renoir, compañero de André Breton y los surrealistas, Henri Cartier-Bresson arrancó un instante de inmortalidad de la vida misma con su cámara Leica; sin embargo, fue uno de los fotógrafos más esquivos a las lentes.

El 22 de agosto de 2008 se festejará el centenario del natalicio del fotógrafo sin rostro, reconocido ya como “el ojo del siglo XX”, quien se molestó cuando se enteró de que una sesión privada que le realizó su colega David Douglas Duncan iba a ser publicada. Faceless es el título de ese libro de retratos de Cartier-Bresson, el cual incluye imágenes que pertenecen a un reportaje sobre viejos fotógrafos, entre los que se incluía el mismo Duncan, Eve Arnold o Helmut Newton.

Las imágenes, en las que aparece el fotógrafo más famoso del mundo con su ya mítica Leica, fueron tomadas el 25 de mayo de 2000 en una cafetería cercana al Museo Picasso, en París. Douglas Duncan expresó que el libro fue una especie de homenaje al maestro francés, quien las calificó de “una serie mediocre, absolutamente carente de interés. Son sólo lo que sale de la cámara cuando se pone a funcionar”.

Cartier-Bresson fue capaz de inventar el mundo a través de la captura de un instante de la vida para preservarlo en imágenes. Con el visor de su cámara capturó magníficas obras, como el hombre que corre y se ve reflejado en los charcos de agua de una calle en París, el niño ciego en Valencia, los miles de chinos que salieron a recibir sus 40 gramos de oro cuando el valor de la moneda se hundió o la imagen del volcán Popocatépetl que atrapó en 1963 en México.

Conceptos

En alguna ocasión el artista de la lente expresó que “el dibujo es una elaboración de la realidad, mientras que la fotografía es un momento supremo captado en un solo plano. El aparato fotográfico es para mí un cuaderno de croquis, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, el maestro del instante que, en términos visuales, cuestiona y decide al mismo tiempo.

“Para significar el mundo, es preciso sentirse implicado con lo que se recorta mediante el visor. Esta actitud exige concentración, sensibilidad, sentido de la geometría. Es a través de una economía de medios y, sobre todo, el olvido de uno mismo como se llega a la simplicidad de la expresión.”

Cartier-Bresson deambuló por varios países buscando el momento exacto para capturarlo; la ciudad de México no fue la excepción, y el fotógrafo, junto con un equipo de trabajo, visitó el país en 1934 para realizar un proyecto etnográfico patrocinado por el gobierno, pero debido a problemas burocráticos el proyecto fracasó .

Sin embargo, decidió quedarse un año al lado de su colega Manuel Álvarez Bravo para capturar a los mexicanos, sus tradiciones y los lugares marginales de la sociedad; retrató la vida cotidiana de un pueblo en una época.

El fotógrafo francés se encontró en su primer viaje a México con una nación que percibió como una paradoja, una tierra donde el pasado y el presente coexistían en escenas surreales. Acompañado por Álvarez Bravo conoció Juchitán, Oaxaca, el sureste del país y la frontera con Guatemala, donde Cartier-Bresson realizó imágenes muy importantes.

Visitó por segunda ocasión el país en 1964 para retratar a los niños, los vendedores ambulantes, las prostitutas, las calles de la ciudad de México, y nuevamente se encontró con el apego profundo a los ritos y las tradiciones. Su trabajo se expuso en Bellas Artes, junto a las obras de Álvarez Bravo.

El material fotográfico –alrededor de 44 imágenes– sobre el estilo de vida del mexicano pertenece a la agencia cooperativa de fotografía Magnum Photos, con sede en Nueva York, que Cartier-Bresson fundó junto a Robert Capa, David Seymour y Georges Rodger.

Pasión a los 30

Nacido el 22 de agosto de 1908 en Chanteloup, Seine-et Marne, Henri Cartier-Bresson adquirió su primera Leica manual a la edad de 30 años, y lo que en un principio era un interés casual se convirtió en pasión, porque en los años siguientes creó uno de los conjuntos de obra más originales e influyentes en la historia de la fotografía.

La buena posición social de su familia contribuyó a que Cartier-Bresson pudiera relacionarse con la elite cultural de su tiempo. Entre sus maestros se encontraban artistas, escritores, poetas y pintores, como Gertrude Stein, Rene Crevel, Max Jacob, Salvador Dalí, Jean Cocteau y Max Ernest.

Durante su adolescencia se asoció con muchos de los artistas involucrados en el surrealismo y admitió que estaba “marcado no por la pintura surrealista, pero sí por las concepciones de André Breton”. Poseía una capacidad única para capturar el momento efímero en que la importancia del tema se da a conocer en la forma, el contenido y la expresión.

Cartier-Bresson abandonó en 1966 la agencia Magnum, que conserva bajo custodia sus archivos fotográficos. A principio de los años 70 dejó a un lado su Leica para concentrarse en la pintura. Murió a los 95 años, el 2 de agosto de 2004, en el sureste de Francia.

 
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