Usted está aquí: lunes 7 de enero de 2008 Deportes ¿La fiesta en paz?

¿La fiesta en paz?

Leonardo Páez
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Vertientes de la identidad

El próximo jueves en el Centro Cultural de la Tauromaquia se presenta un libro del incansable cronista Heriberto Murrieta, titulado Vertientes del toreo mexicano, una interesante aproximación al quehacer torero de 46 matadores del siglo XX, profusamente ilustrado con fotografías de valor extraordinario, muchas de ellas inéditas, gracias a la paciencia y esmero del autor por hurgar en archivos casi olvidados.

Antes de volver sobre esta enésima aportación de Murrieta a la difusión del espectáculo taurino en México, debo subrayar un hecho insólito: la edición de 2 mil ejemplares fue patrocinada íntegramente por el gobierno de Coahuila por conducto del Instituto Coahuilense de Cultura. A ver si otros toman nota.

¿Qué movió al gobernador Humberto Moreira y al promotor Armando Javier Guerra, titular del Icocult, a costear un libro de toros en pleno auge de la modernidad extraviada? ¿Cómo se les ocurrió financiar una obra que valora la técnica y la estética de un espectáculo como los toros, genuina expresión de la cultura mexicana?

Vertiente es también aspecto, punto de vista. Si algo les ha sobrado a nuestros políticos y funcionarios en estos tiempos es su ilimitada disposición a dramatizar, incapaces de matizar. De Miguel de la Madrid a Felipe Calderón los presidentes de México se volvieron, por obra y gracia de una globalización que reniega de lo propio, ataurinos, como si modernidad fuese sinónimo de antitaurinismo y de pérdida de identidad.

Un federalismo actuante, responsable e imaginativo y una percepción sensible de las diversas manifestaciones de la cultura mexicana deben haber movido a Moreira y a Guerra a financiar esta obra acerca de otro tema prohibido por un ecologismo mitotero y una globalización tramposa, empeñada en abolir aquellos rasgos propios que no encajen en los suyos.

Cuando a punto estamos de dejar de ser nosotros mismos para parecernos a los modernos falsos, un gobierno estatal “echa pa’lante” y cita de largo al toro de la intolerancia, demostrando que la toma de conciencia de lo verdaderamente nuestro es el punto de partida para un internacionalismo lúcido y equitativo. La afición sana de México agradece a estos funcionarios tamaño gesto, porque sin presumir de taurinos han sabido apoyar algo que nos pertenece.

En su libro, Murrieta identifica estas vertientes del toreo: arte, poderío, valor, temeridad, sentimiento, reciedumbre y pinturería, y en ellas incluye a diversos toreros –notable la ausencia de Gregorio García, el torero mexicano más admirado en Portugal– según sus saberes y sentires.

Aunque como aclara en su planteamiento inicial: “Cabe advertir que ni en esa época ni en la actual conviene diseccionar a los toreros con el fin de establecer una valoración radical de sus estilos, considerando que en el fondo el artista es además valiente”.

 
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