Usted está aquí: domingo 6 de enero de 2008 Capital Guadalupe-Reyes

Ángeles González Gamio
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Guadalupe-Reyes

Hoy concluye el bautizado como “puente Guadalupe-Reyes”, que empieza el 12 de diciembre, con los festejos en homenaje a la Virgen de Guadalupe. En el camino se celebran las posadas y las fiestas navideñas. En todo ello se van los sueldos y el aguinaldo, y ya comenzaron las colas en los montepíos para empeñar algún objeto valioso y librarla hasta la quincena, pero, que más da, si estamos felices; ya lo dijo la encuesta mundial que constató que los mexicanos son los más felices del planeta, que suelen apoyarse en la profunda filosofía de “lo bailado nadie te lo quita”.

Así, entre sorbos de un chocolate calientito, acompañado con rosca de Reyes, vamos a recordar nuevamente con don José Rogelio Álvarez, el erudito autor de la Enciclopedia de México, lo que nos platica de la tradición de los Reyes Magos, en el delicioso librito Celebraciones decembrinas en la ciudad de México. En él nos habla del Evangelio de Mateo, donde se menciona a unos magos de Oriente que, guiados por una estrella, buscaban en Jerusalén al rey de los judíos. Tras investigar en las Escrituras, el rey Herodes despacha a los magos a Belén, con el encargo de que le notifiquen el domicilio del recién nacido. Al llegar a Belén y encontrarlo, lo adoran, le ofrecen oro, incienso y mirra, y tras una premonición angélica de no volver con Herodes, retornan a su tierra.

Hasta aquí la historia más conocida, pero el autor nos aclara que, bien leído el pasaje evangélico, no habla de reyes, ni son tres, ni tienen los nombres que se les atribuyen. La estrella alude al relato del Libro de Números, en el que el adivino Balaan percibe la grandeza de un caudillo israelita simbolizado por el astro. Por su parte, los magos orientales reflejan un pasaje del Salmo 72: “Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo y se postren ante él todos los reyes”. Lo que se refiere al oro, incienso y mirra aparece presagiado por el profeta Isaías: “Jerusalén (...) la riqueza (...) de los pueblos vendrá a ti (...); vendrán trayendo oro e incienso”.

Explica don José Rogelio que estas tradiciones, junto a varias otras del mismo carácter, son fruto de acomodaciones apócrifas de los siglos IV y V. Lo cierto es que desde hace varios siglos forman parte del imaginario colectivo y dan lugar a un festejo que en nuestro país goza de enorme popularidad. De hecho, entre la mayoría de la población continúa llevándole la delantera al obeso Santa Clós, siendo los que traen los juguetes a los niños.

Como sucede con casi todas las fiestas de tradición, tiene su reflejo en la gastronomía, con las sabrosas roscas de Reyes, con su consabido niño, que compromete a quien lo obtiene a hacer una tamalada el 2 de febrero, día de La Candelaria.

Del origen de esta costumbre nos platican Cristina Barros y Cristina del Villar en el maravilloso libro El santo olor de la panadería. Dicen que es de origen medieval, cuando el 6 de enero se partía la rosca en nombre de los reyes, de ahí su nombre. Un trozo era para la Virgen, otro para el Niño Dios y, en algunos lugares, uno más para el ausente. El resto se distribuía entre los pobres. También existía el uso de poner un haba en la rosca. El que la sacaba al partirla era coronado rey. Aquí se sustituyó por el niñito, que antes era de porcelana y hoy es de plástico, pero continúa “vivito y coleando”.

En las crónicas que nos hablan de la vida en México-Tenochtitlán, con frecuencia se mencionan los panes de los aztecas, que eran las distintas formas en que preparaban la masa del maíz, siendo la primordial, como hasta nuestros días, la tortilla. En la ciudad virreinal, de los primeros oficios que surgieron fueron los panaderos, que ya menciona en sus famosos diálogos don Francisco Cervantes de Salazar, a mediados del siglo XVI.

Aunque han desaparecido muchas panaderías de barrio, principalmente por el embate de las que han instalado los supermercados de grandes cadenas, que reciben una masa prefabricada, aún sobreviven algunas, sobre todo en el Centro Histórico, como la Ideal, en 16 de septiembre, misma vía donde se encuentran Pan Segura, dos establecimientos del Molino y uno de El Globo. En todas se puede adquirir una deleitosa rosca de Reyes para sopear en un espumoso tazón de chocolate. Si prefiere degustar in situ, el lugar es el café de Tacuba, en el 28 de esa calle, donde diariamente preparan su incomparable bizcochería, o en cualquiera de los restaurantes El Cardenal, sea el de la calle de Palma, el del Hotel Sheraton, en el Centro Histórico, o el nuevo en las Lomas de Chapultepec.

Para la foto del recuerdo hay que llevar a los infantes al Monumento a la Revolución, donde se coloca ahora la verbena popular que por muchos años se instaló en la Alameda Central, donde hay para escoger una diversidad de Reyes Magos, con su vistosa parafernalia.

 
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