Usted está aquí: domingo 30 de diciembre de 2007 Opinión A través del universo

Carlos Bonfil
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A través del universo

Ampliar la imagen Fotograma de la cinta A través del universo, de Julie Taymor Fotograma de la cinta A través del universo, de Julie Taymor

Para algunos espectadores, un desastre monumental; para muchos otros, una comedia musical con estupendas ocurrencias visuales. Todo depende del cristal con que se mire, del oído con que se escuche, de la franja generacional a la que el espectador pertenezca y, por supuesto, de la naturaleza de los gustos musicales. A través del universo (Across the universe), de Julie Taymor, es, sin mayores trámites, un desbocado tributo a la música de los Beatles; una comedia romántica con una trama tan endeble y previsible, que sin el disfrute cabal de las 33 melodías del cuarteto de Liverpool, cuyas letras sirven de soporte narrativo, sería, por decir lo menos, una pérdida de tiempo. Y de un tiempo considerable, dos horas 15, para una historia sentimental que quedaría ampliamente resuelta en una hora y media.

Años 60. Jude (Jim Sturges), joven obrero británico, abandona los astilleros de Liverpool, a su madre y a su novia, para lanzarse a Estados Unidos en busca del padre que abandonó a la familia siendo él recién nacido. En Princeton se hace de un amigo, Max (Joe Anderson), quien luego le hace descubrir la bohemia neoyorkina de Greenwich Village, el mundo de las drogas y la sicodelia, y de cuya hermana se enamora. Cuando el rebelde Max es reclutado contra su voluntad para pelear en Vietnam, Jude se enfrenta a las exigencias del movimiento pacifista y al cuestionamiento de su trabajo y compromiso como artista plástico. La trama sugiere una combinación de las comedias musicales Rent y Hair, que la directora Julie Taylor puede amalgamar convenientemente por su propia experiencia escénica en Broadway, donde antes triunfó con la puesta en escena de El rey León.

El propósito fílmico es, sin embargo, más ambicioso. A través del universo es un alegato contra la guerra de Vietnam, sonado fracaso histórico, y también, alusivamente, contra la insistencia intervencionista que hoy conoce un nuevo fracaso en Irak. El sacrificio de una generación en aras de una aventura bélica irracional, sus saldos de desánimo y frustración, y el clima de protesta generalizada que provocó dicho absurdo, tienen resonancias fuertes para el público juvenil actual, y esto confiere a la cinta y a su nostálgica incursión en el mundo de la contracultura estadunidense, una actualidad indiscutible. De hecho, los números musicales más atractivos son precisamente los relacionados directamente con la guerra (“I want you –she’s so heavy”, con el Tío Sam desprendiéndose de los carteles de reclutamiento, y sus coreografías de soldados autómatas), números que evocan al cine de Alan Parker (The Wall) y a las extravagancias de Ken Russell (Tommy), sin esa sacarina con la que la también realizadora de Frida (2002) reviste su pequeña historia de amor.

El largo viaje mágico al que convida la directora Julie Taymor es un juego de referencias, casi todas transparentes, para los aficionados a la música de los Beatles. Muchos personajes anuncian desde su nombre la canción que eventualmente les será dedicada y la situación romántica o dolorosa por la que habrán de atravesar. Queda para el espectador el ávido placer ocioso de asistir al tránsito de una canción a otra como en una hora de complacencias radiofónicas.

El coctel musical tiene de todo: comedia romántica y comentario social, intermedio sicodélico con apariciones de figuras del rock invitadas, Joe Cocker y Bono (U2); alusiones a Jimmy Hendrix y a Janis Joplin; júbilo de rebeldía antiburguesa, a lo Milos Forman (Hair), en una azotea libertaria desde donde coralmente se canta All you need is love, y un pudor cauteloso en las escenas de desnudo y erotismo que garantiza en la taquilla la clasificación más rentable. Un acierto es la manera en que se consigue dar vida nueva a las canciones del cuarteto sin forzar jamás la nota, de manera original e inventiva. Una edición más rigurosa habría dado, sin embargo, un resultado más redondo y aún más atractivo.

Se exhibe en las salas de Cinemex Altavista, Masaryk e Insurgentes.

 
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