Usted está aquí: lunes 24 de diciembre de 2007 Opinión Circo del día

Hermann Bellinghausen

Circo del día

La viga en el ojo del cielo

sostiene al día

como el poste central sostiene la carpa

amarrada a las orillas,

lo que son aquí los horizontes

de alta y corpulenta figura,

las crestas vegetales erguidas,

los caminos descendentes.

A su cobijo caben todos los prodigios

del programa. Lo mismo que otros traman

los malabares, el trapecio, la bala humana,

la cebra montada,

los acróbatas en moto,

los leones de gran hocico,

los tristes tigres de Bengala,

la bella contorsionista

y los habituales payasos

entre acto y acto.

Damas y caballeros,

el circo del día les presenta hoy

la caída libre y sin red

de las hojas secas de los árboles más altos

que ustedes hayan conocido jamás,

los saltos mortales de diez o quince

especies grandes como el buitre,

negras y estridentes como el tordo,

o la artesanal gracia de carpinteros, zorzales y chipes.

La agradable formación de nubes

aparece y desaparece con un sólo pase de mano

sobre la chistera del estanque

mientras bufones y enanos

roban al mago su conejo blanco

y le jalan la cola del frac

para regocijo de los niños.

Habrá chubascos chocarreros

poniendo a prueba la majestad del sol,

olas de gran calado y barcos que no se hunden

aunque usted no lo crea.

Lágrimas y risas

garantizadas.

No elefantes filarmónicos pero sí vacas

que sin bailar sobre un taburete

dan leche fresca en grandes cantidades,

las gallinas alquimistas ponen huevos

blancos y dorados,

los gallos ociosos cantan como charros en palenque.

Ándele y pase a lo barrido,

Diversión garantizada.

 
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